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Pregunto a Mirko, si el título de la exposición tiene algún significado filosófico, su respuesta, como su pintura, es sencilla, clara y directa: 'Se refiere a las cosas en general. A todo aquello que conforma a los individuos, y que lo hace semblante al resto, pero a su vez absolutamente distinto, a un conjunto de cosas que dan forma a un todo que es nuestra esencia'.

Alguien muy importante en mi vida y en mi profesión, siempre me recuerda que todo el mundo tiene padre y madre, (entendido como influencias artísticas) y que desconfiemos de quien reniega de ello, porque todos nosotros, cultural y ... humanamente, somos hijos de muchas cosas: de músicas que nos acompañan el resto de nuestra vida; de libros que leemos, de personas que conocemos y amamos, de películas que vemos, de cuadros y artistas que admiramos, y aderezado por las experiencias vividas. Todo ello, crea huellas imborrables en nuestro interior y conforma el criterio y también parte de nuestro carácter.

Al pensar en el pensamiento de Baricchi, me llevan a reflexionar sobre los simbólicos elementos que surgen en los cuadros que figuran en esta exposición bajo el título 'DE RERUM' en la Galería Barcelona. Ante esta obra, siento como una provocación, una llamada desde el mundo que nos dirige a los sentimientos, a las pasiones, miedos, alegrías y esperanzas.

Así como una invocación, está en mi deseo invitar a los espectadores ante la obra de Baricchi, como ante un espejo, a participar de DE RERUM, en latín y traducido: de la naturaleza de las cosas, y de su personal diversificación de los elementos en su obra, como un acercamiento al complicado puzzle de la condición humana.

Pensando en ese DE RERUM, acude a mi mente el fragmento de una película, donde el protagonista se dirige a un grupo de personas que han sido despedidas de su trabajo sin un motivo aparente. Pensemos por un instante en una maleta imaginaria, de capacidad inusitada, donde fuimos guardando recuerdos, músicas, personas, sensaciones, sentimientos y demás elementos metafísicos que de un modo u otro, han marcado el camino de nuestra vida. Experimentar la osadía ante esa maleta, de vez en cuando y mirar en ella ante la sorpresa que podemos encontrar, es el ejercicio al que invito al espectador.

Atravesar nuestro espejo de Alicia en el País de las Maravillas, abrir la maleta y entregarse a descubrir lo esencial que conforma nuestro ser.

La obra de arte debería ser la entrada a un país de las maravillas, unas veces buenas y otras no tan buenas, donde los elementos intangibles y metafísicos sean como las harmónicas notas de una partitura que nos evocan recuerdos y sentimientos que albergamos muy adentro, que actúen como el aroma que nos traslada al mundo de las sensaciones, a un mundo abstracto e interior que nos hace revivir instantes pasados como si sucedieran en aquel preciso momento.

Ante ello, no tenemos explicación científica, pero, nadie puede negar que los emotivos instantes que revivimos nos transporten a una realidad necesaria, sin la cual no podemos vivir.

Muchas veces me he preguntado que debe tener una buena obra de arte para que funcione. A parte de que el artista debe tener destreza técnica, sea cual sea el soporte sobre el que se materialice la obra (existen demasiadas obras de arte llenas de errores de composición) le pido capacidad de generar sentimiento y la posterior reflexión de quien la contempla.

En la obra de arte, como en el amor y en la vida en general, no existe placer sin complicidad. Cuando el artista realiza su trabajo lleno de intencionalidad y esperanza, el espectador por empatía debería ejercer un mínimo esfuerzo de mirar y ver con detenimiento, tomar partido y participar sin tapujos. Apartar obstáculos y condicionantes que dificultan esa participación para llegar al disfrute. A priori puede parecer difícil, pero no decaigan, sigan insistiendo, porqué cuando la relación con la obra de arte comienza, sentirán el placer y el milagro de cruzar el espejo, aunque a veces se advierta el drama, la tensión y dolor que transmite el artista ante la imagen reflejada que vivimos.

Mirko Baricchi nos ofrece una puerta abierta para que nuestro propio DE RERUM permita liberar a nuestra Alicia en el país de las maravillas que siempre llevamos dentro.