ALBERTO GARCÍA-ALIX
Dulce monstruo de juventud / Gaztaroko mamu eztia
La exposición Dulce monstruo de juventud presenta una selección de fotografías de Alberto García-Alix que recorren 25 años de su trayectoria profesional y que permite fijar su particular iconografía y revisitar los mitos de juventud ya convertidos en señas de identidad y en claves que ayudan a definir los perfiles de toda una generación, la suya, que se dio a conocer justo en los años de mayor cambio de la sociedad española, durante el último cuarto del pasado siglo.
Ya en 1986 el crítico de arte y ensayista Francisco Rivas escribió sobre este fotógrafo nacido en León en 1956, pero curtido en el milagroso Madrid en tránsito entre los ’70 y los ‘80: “Los santos y los pícaros no figuran en la nómina de la historia. Sus andanzas pertenecen al dominio de la leyenda. Ese es, también, el dominio que ha elegido...Alberto García-Alix para desarrollar su propio guión autobiográfico. Un espacio fantástico organizado a la medida de sus gustos. Un lugar donde los impulsos del corazón tienen carácter de ley.” Y a partir de ahí su trayectoria profesional se ha ido enriqueciendo, y ha multiplicado su presencia en las mejores colecciones públicas y privadas del mundo, a la par que presentaba exposiciones que acotaban su particular visión del mundo y de sí mismo, muestras que han ido marcado época.
Dulce monstruo de juventud condensa cinco lustros de trabajo a través del centenar largo de fotografías que la conforman, y que reflejan la personalidad de este fotógrafo de raza que va haciendo suyo todo aquello que encuentra y le seduce, porque la fotografía –ya entonces y aún ahora– ha sido su mejor vehículo expresivo, su forma de entender el mundo y, a través de él, de conocerse a sí mismo. Y en este sentido, Pablo Sycet Torres, artífice de esta exposición, afirma: “Alberto García-Alix sublima, ennoblece y rescata del olvido con su mirada muchos objetos cotidianos, de esos que en su sórdida realidad dejan indiferentes al común de los mortales, pero que encierran una carga poética que tan solo Alberto parece atisbar y descifrar cuando se cruzan en su camino: nadie sabe si es la humana compasión, o acaso su sentido de la estética, quien mueve ese primer resorte íntimo que funciona instantáneamente, como una razón moral, cuando la inquietud de su mirada repara en todos esos personajes que parecen transitar por los márgenes de la vida y que con su sola presencia, con su actitud de orgullo o de resignación, parecen estar dando lecciones magistrales sobre la condición humana.”
Con motivo de esta muestra se edita un catálogo con una selección de las fotos presentes en la muestra, y con textos de los citados Francisco Rivas y Pablo Sycet Torres.
Entrada actualizada el el 21 jul de 2018
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