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La exposición 'Chillida. Reflexión - Materia', organizada por la Fundación Unicaja para inaugurar el CUC de Cádiz, recoge más de medio centenar de obras del reconocido escultor vasco Eduardo Chillida pertenecientes a la colección del Museo Chillida-Leku. Este espacio monográfico ubicado en Hernani (Guipúzcoa), fruto del esfuerzo del matrimonio Chillida Belzunce, está dedicado al estudio, la conservación y difusión del trabajo de este artista universal.

Las obras expuestas representan la extensa producción artística del escultor y su colocación en el espacio expositivo muestra la diversidad de materiales con los que Chillida ha trabajado: esculturas de hierro, acero, alabastro, ... y tierra, sus denominadas Lurra, así como dibujos, collages y gravitaciones (relieves de papeles suspendidos de hilos) conforman la exposición.

La muestra incide particularmente en la importancia que el escultor ha otorgado a la materia desde que en 1951 descubriese las posibilidades del hierro en la oscuridad de una forja del País Vasco y el comienzo de un nuevo universo creativo. En palabras del escritor frances Jacques Dupin 'Eduardo Chillida nació en 1951, en una forja de Hernani, de su encuentro con el vacío'.

Al artista le interesa cada material en sí mismo con su personalidad y sus características propias. Pero aunque de su obra se desprenda una acentuada materialidad, la materia en su proceso es a la vez objetivo y medio; objetivo porque le interesa la esencia misma del material y medio por la capacidad que ofrece al artista de abordar los conceptos que le inquietan. La obra de Chillida posee características conceptuales muy concretas. Sus esculturas y dibujos son pretextos para reflexionar en torno al límite, la luz, la arquitectura, pero sobre todo son medios para indagar el espacio. Toda su obra gira alrededor de la espacialidad.

En su proceso no importa únicamente la propiedad del material sino su expresividad unida a la intención del artista. Cada material elegido es trabajado respetando sus propias leyes. Gabriel Celaya escribió que Chillida 'se atiene a una materia, ésta le dicta sus propias normas'. El artista no doblega la materia, ni se apropia de ella sino que dialoga con ella, la escucha, la observa y la trabaja respetando su esencia. Fascinado por la belleza de las superficies, las texturas quedan prácticamente al natural en muchas de sus piedras.