Para un observador visual, casi todo puede ser transformado en un escenario. El paso de ser objeto fotografiable, a ser objeto y escenario a la vez, fue algo que entendí, hace algún tiempo, que se podía dar en el CUERPO.

En un principio, mi trabajo adquirió la denominación de 'desnudo', quizás por aquello de la ingenuidad en los inicios, o por la falta de maduración en el propio trabajo. Ya se sabe, que cuándo se empieza una temática, no se controla ni la apreciación-valoración por las primeras obras ni los resultados ni los títulos. Hay una idea que se sitúa, por lo general, frente a un mundo por desarrollar, pero que como idea iniciaría se mece entre la indefinición y la subjetividad. Casi siempre, lo primero que sale puede ser 'papel' y por lo ... general nunca 'obra'.

Después de un tiempo, creí que lo que estaba haciendo era buscar un escenario donde plasmar los elementos evolutivos de la acción fotográfica en un mismo espacio; el cuerpo como escenario. Entonces entendí el sentido, no del todo comprensible en un primer momento, por no abandonar el mismo escenario y jugar con su geografía, sus dobleces, elementos naturales; lo que podía encontrar en la nevera; 'carnes y verduras frutas y pescados', la foto de la foto e incluso, la última serie 'el cuerpo como contenedor de líquidos y otros elementos'. 'Las aproximaciones' y 'los dípticos', quedaron en la primera fase de la indefinición o titulación menos correcta.

En realidad casi todo gira en torno al cuerpo, desde que nos vestimos hasta que llega la noche y nos quitamos todas nuestras apariencias. Ahí, nos quedamos otra vez solos/as con nuestras preocupaciones y sin sabores del día. Es en estos momentos, cuando el cuerpo adquiere el protagonismo que le hemos intentado quitar durante el día. Hemos comido, bebido y movido, además de haber estado sentados adquiriendo las más diversas formas. Formas cansadas y, otras veces, poco comprensibles.

En los tiempos en el que el arte que mira hacia lo cotidiano -quizás como nuevo valor o incluso 'moda'-, no quisiera darle a este trabajo otro significado que no sea el de reconocer en él mi recurso más inmediato y el procedimiento para medir mis propias inquietudes. Si el escenario es siempre el mismo, y este se conjuga con elementos conocidos -en el caso de los elementos comestibles utilizados, que formarán, más tarde, parte de él-, el resultado puede adquirir una especial cotidianeidad.

Algunos de los elementos que utilizo para formar las disonancias con el cuerpo o simplemente exponerlos en él o las composiciones, pueden ser simples y quizás vulgares, lo reconozco. Su presencia en el escenario los hace reconocible, acaso en alguna obra menos (dípticos) por su no identificación inmediata. No así, su resultado o propuestas ideológicas, que son parte del imaginario del autor y por esta razón, son o bien íntimas, o bien reflejo de mis propias sensaciones o malos sueños. Son mías y así las justifico, pero se muestran y se comparten, y así se juzgan. Como lo cotidiano.