¿Podemos afirmar que el sentido Habita la piedra, es decir que se halla fijado en ella, gracias a su conformación natural o a la representación concreta que el trabajo, como poder de transformación, incorpora?

Sin duda-tal como se ha venido reiterando por parte de los más destacados comentaristas de la obra de Vicente Orti-hay algo propio de las hierofanias, de las ancestrales manifestaciones de lo sagrado en muchas de sus aportaciones escultóricas. Es esta una observación que siempre he hecho mía y he comentado en mis escritos sobre su trabajo.

Al relacionar la materialidad de sus piezas directamente con la corporalidad humana, se abre un elocuente camino hacia la memoria arcaica de la fijación del espíritu ausente en una nueva morada provisional. Es así como, se nos dice, los Khais diferenciaban entre maw-kynthei ... (piedras femeninas)y maw-shynrang (piedras masculinas), al concebir con tanta sutiliza y penetración la armonía y complementación del universo. Tales piedras mantenían su poder evocador no por ellas mismas si no en la medida en que encarnan símbolos de una realidad distinta, convirtiéndose, por ello, en receptáculos e instrumentos de una fuerza sagrada y universal.

Podríamos decir que son, pues, piedras-testigos de una presencia diferenciada, capaces de fundar, además, un lugar y de consagrarlos como centros del mundo, convirtiéndolos en el omphalos (el ombligo) de la tierra.

¿Hasta qué extremo esas craquelaciones de la piedra que desarrolla Vicente Orti y que tan bien sugieren, de forma inmediata, determinados fragmentos del cuerpo femenino son ajenas a esa concepción del omphalos, del centro de la vida y del erotismo que anida-que nos recuerda magníficamente G.Bataille-en la conciencia de la finitud de la muerte?

Además es sabido que, para la conciencia religiosa arcaica, la piedra bruta evoca la presencia divina de manera mucho mas directa e intensa que las propias esculturas altamente trabajadas. Una escueta incisión podía así -por ejemplo- abrir todo un amplio rosario de sugerencias, relativas al amor, a la vida o a la muerte, con una fuerza y persistencia inusitadas.

¿Hasta qué extremo es, pues, legitimo, para nuestra adiestrada mirada, rencontrar en los trabajos de Vicente Orti tales testimonios, propios precisamente de la morfología y la dinámica de lo sagrado?

20 ARTISTAS VALENCIANOS CONTEMPORANEOS

VISTOS DESDE LA REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES

DE SAN CARLOS

Román de la Calle

Catedrático de Estética y de Teoría de las

Artes de la Universitad de Valencia