Ya desde el título Javier Carrera nos muestra sus intenciones, porque así es él y así es su pintura: franca. No se anda con vueltas y su discurso es su prioridad.

En los primeros años de su trayectoria Javier sorprendía con sus paisajes cartográficos, vistas aéreas abstractas que invitaban al espectador a intuir la presencia del hombre por su obra, no por su corporeidad. Con el tiempo su punto de vista fue variando y como si de un potente zoom se tratase su obra actual fue acercándose hasta hacer foco en las personas y en el intrincado entretejido que rige las relaciones entre los hombres, sobre todo en las urbes actuales. Es aquí cuando el uso que Javier hace del stencil cumple tanto una función plástica como conceptual, ... porque es con ellos con los que arma las texturas y los entramados estéticos, que refieren a los conceptuales, y claro está, en el podio de las herramientas de expresión popular urbana no puede faltar el stencil, cobrando de este modo un doble peso conceptual.

Las siluetas que nos muestra son las comúnmente utilizadas en el diseño gráfico, figuras fácilmente reconocibles que ya forman parte de la iconografía popular, una muestra más de la importancia que Javier le otorga a la complicidad con el espectador, objeto del retrato en tanto y en cuanto sujeto urbano.

Por otra parte suelen aparecer espacios silenciosos relacionados con figuras arrojadas al vacío o en caída libre, extraña consecuencia de los conglomerados humanos menos proclives a la contención afectiva que a la indiferencia expulsiva de los 'inadaptados'.

En sus propias palabras: 'Somos testigos de grandes cambios en la humanidad, la tecnología y la información están modificando las sociedades a un ritmo frenético, esta es mi humilde intención de dejar algún registro de ese momento cotidiano'

El artista asume el riesgo y recorre uno a uno las venturas citadinas para mostrarnos que lo más peligroso de los lugares comunes es la posibilidad de naturalizarlos y asumirlos como norma, dejando de esta forma sin posibilidad de reacción a una sociedad adormecida e indiferente.