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Trece obras integran esta exposición, en una combinación de técnicas que generan un discurso perceptivo en el espectador en torno a un recorrido solidificado en la apariencia artística de los lugares, en su crítica sentimental, y en su imbricación constante con el vitalismo de una sociedad que construye generando espacios residuales. Espacios residuales que, transformados desde la subjetividad, adquieren un carácter anímico y psicológicamente plural. Instalaciones que, apoyadas en elementos lumínicos y sonoros y en soportes descontextualizados, apuntalan la metamorfosis de la zozobra, y colapsan lo fugaz, hasta concienciar al individuo de su obligación como hacedor de su propio medio ambiente.

Resumamos lo cotidiano en los paseos que conducen al hombre a reconstruirse, y en adivinar fronteras intelectuales para descubrimientos posicionales donde la estética del rechazo pueda significar desasosiego. Para Christian García Bello, ... ese desasosiego es carácter de belleza, y orden donde el caos quisiera ser epicentro.