'En esta exposición aliso las heridas de la cáscara que me protege reinventando y atrapando las imágenes que encuentro bellas cada día, ofrezco esos pequeños alivios a los ojos lastimados por la saturación de imágenes y de información del paseante. Espacios y pequeños versos congelados esencialmente en cajas limpias a favor de los corazones y mentes lastimadas de dolor y brutalidad contemporánea. Son mis pequeños barquitos de papel que echo a nadar en mares enrarecidos. Somos cada día más los que luchamos por encontrar pequeñas islas donde sentarnos a descansar la vista y la piel un ratito. Desde la meditación y el silencio trabajo estos pequeños suspiros como cuando realizo ikebana. Ofrezco mi respeto al papel y al pincel, a la tinta y el grafito, las tijeras y la luz, sobre todo, la luz. Sin ella, no hay sombra, no hay palabras, color, formas, texturas, ni imagen; no ... hay lenguaje ni comunicación entre artista y espectador.