Exposición en Palma, Baleares, España

En Privado 1

Dónde:
Es Baluard Museu d'Art Contemporani de Palma / Pl. Porta de Santa Catalina, 10 / Palma, Baleares, España
Cuándo:
19 jun de 2008 - 21 sep de 2008
Descripción de la Exposición

EN PRIVADO 1: EL INICIO DE UN CICLO

Con la exposición «En Privado 1», Es Baluard Museu d'Art Modern i Contemporani de Palma inicia un ciclo dedicado al coleccionismo del arte, pero también y sobre todo dedicado a mostrar aquellas obras que pertenecen a colecciones privadas de las Illes Balears o ligadas a nuestras islas. En selecciones por lenguajes, por conjuntos temáticos, por afinidades entre artistas, por confluencias históricas, etc., En Privado, como otras muestras que pretendemos organizar con una cierta periodicidad, pondrá al alcance del público aquellas colecciones, aquellas obras que suelen permanecer en el ámbito estricto de la privacidad y que retornarán a ese espacio íntimo y vetado a la contemplación pública una vez que concluya cada una de las exposiciones.

Ahora bien, la ambición de En Privado va más allá. Conocemos muy ... poco la dimensión del coleccionismo particular en las Illes Balears, y sobre todo conocemos muy poco las obras que atesora, por lo que difícilmente lo podemos valorar en su justa medida. Sabemos, eso sí, que el coleccionismo ha sido y es uno de los grandes motores del arte, activador del comercio, pero a la vez apoyo indiscutible de la creación artística. En Privado quiere reconocer la labor del coleccionismo, a la vez que pretende contribuir a activarlo y, así, contribuir también a dar solidez y hacer más extensiva esa plataforma de apoyo para los artistas.

En esta primera edición, «En Privado 1» se centra en la fotografía, en obras que parten de la fotografía, que llegan a la fotografía o que se sirven del lenguaje fotográfico como principal medio de captación de las imágenes, aunque muchas de las piezas seleccionadas formen parte de una investigación i/o de una tesis conceptual que excede el propio lenguaje o la propia técnica fotográfica. Una fotografía que ocupa un espacio muy notorio en el arte actual porque ha sabido establecer puentes de expresión entre los diversos lenguajes, desde los tradicionales hasta las nuevas tecnologías, desde la foto fija a la captación o documentación de las performances, desde las imágenes más reales a las abstracciones o a los collages de imágenes que permiten las técnicas digitales. Una fotografía que es verdad o es engaño, que es narración o es poesía, que es orden o es caos, denuncia o reverencia, que es pura imagen visual o es mensaje o que, en muchos casos, tiene algo de todo ello.

«En Privado 1» acoge veinticinco obras de veinte artistas que provienen de catorce colecciones privadas. Veinte artistas que nos ofrecen un panorama plural y muy amplio de la fotografía contemporánea, muy amplio por lo que respecta a las temáticas, las técnicas que se utilizan, pero también la procedencia de los y las artistas, en una confluencia de orígenes que demuestra la diversidad, la riqueza, la calidad y la amplitud de miras de los coleccionistas de nuestras islas o de quienes, por uno u otro motivo, están ligados a ellas.

Como sucede con todas las selecciones de obra para una muestra colectiva, se podría haber optado por otros artistas. No están, ni mucho menos, todos los que son, ni siquiera una mínima parte de los que están presentes en las colecciones particulares de las Illes Balears y que ofrecen un nivel cualitativo tan elevado como el de aquéllos que se han seleccionado para «En Privado 1». Pero esperamos que se sucedan muchos otros En Privado, y que, uno tras otro, nos ayuden a configurar el mapa del arte contemporáneo actual, un mapa en el que confluyen artistas de todas partes, y por tanto también los artistas que trabajan en las Illes Balears. Y esperamos que lo podamos hacer de la mano de los coleccionistas que, apasionados por el arte, contribuirán a que esta pasión crezca y se extienda.

Cristina Ros

Directora

Es Baluard Museu d'Art Modern i Contemporani de Palma

LA FOTOGRAFÍA COMO ARTE

Laura Noble

La fotografía, en los últimos tiempos, ha pasado a formar parte integral de las colecciones de arte de todo el mundo. Eso no habría sido imaginable hace tan sólo cuarenta años. Actualmente se celebran grandes exposiciones y ferias de arte en todo el mundo que se centran en la fotografía, por lo que no es sorprendente que este medio sea ahora un actor principal del mercado artístico.

Las colecciones públicas y privadas, con una gran profusión de material entre el que escoger, se han expandido muy rápidamente en los últimos años y la fotografía ha ganado en popularidad. Conservar una colección y establecer un diálogo entre las obras puede crear narrativas dentro de la misma. Éstas sirven para importar conocimiento y una comprensión más profunda de la fotografía desde muchas perspectivas, lo cual incrementa la apreciación de la fotografía como verdadera forma artística.

Para entender plenamente de qué modo la fotografía ha pasado a ser una parte vital del canon artístico, es necesario que nos remontamos a sus inicios. Al examinar las raíces de la fotografía como forma de registrar y documentar el mundo, parece inevitable que esta forma de representación haya evolucionado hasta convertirse en el medio creativo digno de mérito artístico que conocemos hoy.

El surgimiento de la fotografía

La cámara oscura ya se utilizaba en el siglo XVI. A medida que el arte evolucionaba e iba incorporando la perspectiva, la luz y la forma, el uso de la cámara oscura ayudaba a los artistas a representar el mundo de una forma más precisa que nunca antes. Pero no fue hasta el siglo XIX que los avances científicos llevaran al descubrimiento de la imagen fotográfica.

Joseph Nicephore Niepce creó en 1826 su célebre heliógrafo Vista desde la ventana en Le Gras, mediante una placa de estaño cubierta de betún dentro una cámara oscura. Eso sentó los cimientos sobre los que Louis J. M. Daguerre inventaría más tarde el daguerrotipo. William Henry Fox Talbot -otro pionero del desarrollo de la fotografía- también se beneficiaría de estos humildes inicios de lo que pronto se convertiría en una industria en expansión. La fábrica que fundó con el nombre de The Reading Establishment [El establecimiento de lectura] permitió la producción en serie de fotografías y publicó el primer libro fotográfico The Pencil of Nature [El lápiz de la naturaleza] de 1844 a 1846.

Una de las principales ventajas de la producción en serie era que la oferta podía igualarse a la demanda. La comercialización de la fotografía como forma artística, sin embargo, se encontró con obstáculos al ser producida en grandes cantidades. Que estuviese tan disponible provocó en gran parte que se disipara la visión de la fotografía como objeto de arte y que se empezara ver más como un artículo de consumo. Eso la alejó aún más del carácter elitista de otras formas de arte. A medida que crecía su popularidad -con estudios de retrato en los que mayormente aficionados hacían retratos a su clientela- la aparición de la fotografía en la vida cotidiana fue perdiendo su misterio.

Los fotógrafos se aventuraban por territorios más lejanos en busca de proezas más exóticas, y marcaron así el espíritu pionero de la profesión. Muchos fotógrafos actuales están redescubriendo el mundo a través del objetivo de una forma muy similar. La necesidad de la fotografía de descubrir y redescubrir el mundo, y nuestra buena disposición a observarlo, es una de las razones fundamentales del éxito del medio. Hay una "verdad" en la imagen fotográfica que nunca antes se había manifestado tan plenamente en ningún otro medio. Esta sed de observación de otras gentes y otros lugares diferentes a los nuestros aún hoy está por saciar.

El rápido crecimiento del mercado fotográfico gracias a la venta de la fotografía de viajes en forma de cartes de visite (tarjetas de visita) y retratos de famosos y personalidades célebres del momento demostró ser comercialmente viable, y con ello mejoró la calidad del trabajo a lo largo del siglo XIX. Que hubiese más fotógrafos que se dedicaban únicamente a este medio instigó el desarrollo técnico de la fotografía, así como la necesidad de integridad artística. El fotógrafo profesional podía producir ahora una imagen que exhibía todas las consideraciones formales de composición que tradicionalmente habían empleado los artistas.

Con la entrada del siglo XX, el género prosperó. Ahora que se habían afirmado los aspectos tecnológicos básicos de la fotografía, podía iniciarse una era de experimentación. Una cámara cambió el papel de la fotografía para siempre: la Brownie de Kodak, y con ella, el nacimiento de la instantánea. Puso la fotografía al alcance de todo el mundo, y se convirtió en el más democrático de todos los medios creativos. El hecho de que fuera asequible y fácil de usar la hizo muy popular y pasó a ser un elemento habitual de la vida familiar. El registro de las experiencias de muchas personas cuyas vidas no habrían suscitado el interés de las generaciones anteriores, entraba a formar parte de la historia de la fotografía. Ahora que cualquiera podía hacer fotografías, su lugar dentro de la sociedad estaba asegurado. La democracia trae consigo la libertad de escoger. Lo que se consideraba digno de ser fotografiado se amplió por todos los lados, e incitó a los fotógrafos a ser cada vez más inventivos.

Los movimientos fotográficos reflejan el desarrollo de la era técnica de una forma muy semejante. Creado en 1890, el movimiento pictorialista ansiaba ser reconocido como artístico, pero sus fotógrafos se veían encorsetados por los límites que ellos mismos se habían marcado al intentar producir fotografías que fuesen comparables a la pintura. El movimiento fotosecesionista liderado por Alfred Stieglitz rompió con las restricciones del pictorialismo y exploró las posibilidades del género fotográfico tanto desde el punto de vista artístico como del técnico. La calidad que conseguían con el positivado, la tonalidad y la composición inspiró a muchos gigantes de la fotografía del futuro. Las influyentes imágenes que se encuentran en la revista Camerawork, lanzada por Stieglitz en 1903, se cuentan aún entre las grandes favoritas de los coleccionistas. Esta revista trimestral publicaba trabajos de la máxima calidad y su último número fue un monográfico de la obra de Paul Strand. La fotografía "Mujer ciega" de Strand ya adopta un enfoque modernista de su tema, adelantándose así al movimiento modernista que estaba por llegar.

La flexibilidad de la fotografía creció a medida que mejoraban las técnicas básicas y se avanzaba en el campo de las herramientas y los procesos. A partir de la década de 1920, muchos movimientos con distintas inquietudes exploraron el potencial de la fotografía, con diferentes enfoques y estéticas. Los modernistas preferían la abstracción de la forma frente a la pura representación, mientras que los fotógrafos documentalistas plasmaban la vida tal como sucedía sin ninguna interferencia intencionada. Los artistas de la Bauhaus se volcaron en la nueva objetividad. A medida que transcurría la década, el surrealismo, fundado por André Breton en 1924, fue desdibujando las fronteras entre la realidad y la imaginación. Aunque estos movimientos ya han pasado, aún ejercen una influencia sobre la práctica actual.

El lugar de la fotografía como documentalista de la sociedad se volvería más ambicioso con el estallido de la Segunda Guerra Mundial en Europa y la Depresión en los Estados Unidos. La necesidad del fotógrafo documentalista se dejó sentir más que nunca y esta urgencia acabaría produciendo algunas de las imágenes más comentadas, apreciadas y perturbadoras del siglo pasado. Y surgieron desde un Robert Capa hasta un Walker Evans o una Dorothea Lange, cuya imagen titulada "Madre inmigrante" aún es reconocida por la mayoría de personas de hoy en día.

En este tiempo de turbulencias, la prensa se percató de la importancia de la fotografía. En los Estados Unidos, la revista Life (lanzada en noviembre de 1936) influyó en la incipiente clase media, mientras en el Reino Unido, Picture Post (lanzada en 1938) tuvo un impacto enorme como publicación icónica. La circulación de estas revistas experimentó un aumento vertiginoso durante la guerra. Ofrecían un comentario tangible a través de reportajes fotográficos, con una inmediatez que no podían imitar otros géneros.

La importancia del fotoperiodismo no fue nunca tan marcada como durante la Segunda Guerra Mundial. Dos años después de finalizar la guerra, Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, George Roger, David (Chim) Seymour y William Vandivert fundaron la influyente y actualmente icónica Magnum Photographic Agency. Sus miembros son hoy fotoperiodistas conocidos por sus innovadores reportajes fotográficos y como empresa comercial. Con un abanico enorme de estilos y una calidad artística que sigue los principios de los fundadores, Magnum mantiene aún su reputación de peso pesado.

El Museo de Arte Moderno de Nueva York reconoció el lugar de la fotografía como una de las bellas artes en 1941, con la creación de un departamento dedicado a la fotografía. La llegada durante la década de los cuarenta de una multitud de cámaras nuevas, como la Hasselblad 1600F, la Contax S SLR y la Polaroid, darían aún otro empellón al medio y a su precisión hacia las alturas del arte sublime.

Los años 1950 trajeron prosperidad a Occidente y con ella una vasta paleta de adelantos técnicos que competían entre ellos. Grandes fotógrafos como Richard Avedon y Robert Frank influenciaron la cultura, además de registrarla. El influyente trabajo de Frank Los norteamericanos mostraba la realidad de la clase social más desamparada, la de los desposeídos de los Estados Unidos. Los retratos de Avedon rompían con la tradición y plasmaban algunas de las imágenes más icónicas de la época.

Los años 1960 fueron de enormes cambios en la cultura en todos los sentidos posibles. La música, la literatura y el arte rompieron con las reglas y se recrearon en la nueva y recién hallada libertad de expresión. El camino de la fotografía como género verdaderamente coleccionable se acercaba cada vez más. Las revoluciones de los años sesenta dieron fruto en los setenta, cuando el establishment del mundo de la fotografía había tomado forma con su propia historia y puntos de referencia sobre los que edificar un mercado. Fotógrafos como William Eggleston, Stephen Shore y Joel Sternfeld situaron la fotografía en color en el mapa del arte. El mercado del coleccionismo experimentó un giro radical en estos años, que consolidó el estatus de la fotografía con igual firmeza dentro del canon del arte. Este mismo hecho puso el listón con el que trabajarían los fotógrafos. La conciencia de la necesidad de limitar la disponibilidad de las copias que se sacan a la venta es lo que ha impulsado el mercado contemporáneo hacia adelante y hacia arriba desde entonces.

Un mercado en auge

La venta de fotografías ha batido muchos récords en los últimos tiempos, desde que forma parte habitual de las subastas de todo el mundo. Ello se debe en parte al refinamiento del gusto de los coleccionistas de fotografía y a la popularidad de ésta tanto en los medios de comunicación como en el mundo del arte. Una comprensión más profunda de la historia de la fotografía y de su valor para nuestro patrimonio cultural ha hecho que la fotografía contemporánea alcance precios cada vez más altos.

Los momentos emblemáticos de las décadas que nos han conducido hasta el presente han sido plasmados por la fotografía. Se han explorado la cultura popular y las culturas subversivas. La variedad de imágenes, lugares, gentes y sucesos que definen nuestro mundo se puede ilustrar a través de la fotografía. Eso, aparejado con la evolución artística y técnica del género, ha hecho que la fotografía sea muy codiciada como forma de conservar personalmente un pedazo de nuestra historia. El crecimiento del mercado fotográfico parece destinado a alcanzar cotas aún más altas a medida que pasa el tiempo. Si bien se podría argüir que cualquier tema posible ya ha sido tratado o registrado, nuestro apetito por la fotografía no ha disminuido un ápice, instigado por las ventas y las colecciones de todo el mundo.

Para entender la encarnación actual de la fotografía como luz de guía en el mercado del arte, tenemos que volver la mirada hacia los coleccionistas que participan en él.

¿Por qué coleccionar e invertir en fotografía?

Mi viaje como coleccionista de fotografía tuvo unos inicios modestos. Empezó con una apreciación, seguida por una comprensión del medio que desembocó en un pasatiempo obsesivo y me atrevería a decir que adictivo.

¿Cómo se hace un coleccionista? La respuesta es sencilla: por casualidad, a través de un interés por una cosa o un tema concretos y, por encima de todo, por pasión. Sin este ingrediente esencial, la experiencia de coleccionar es muy limitada y poco gratificante. Los coleccionistas suelen empezar muy jóvenes. De niños empezamos a crear colecciones en miniatura que pueden ser de alguna clase de juguete, una serie de libros, adhesivos u otros objetos por el estilo. Ésta es una forma ingenua de coleccionar, aunque igualmente válida pues siembra la semilla del placer por la adquisición. A medida que maduramos, también madura nuestro gusto e interés por el mundo en general. Con el coleccionismo, este proceso de maduración evoluciona y se refina para ir más allá del placer de adquirir "cosas" y se convierte en un camino para cultivarnos y compartirlo con los demás a través de la colección, que también madura y se refina con nosotros.

Es fácil suponer que la fotografía es un arte menor debido a su cualidad reproductiva. Sin embargo, cabe recordar que los grabados, tal como más tarde las fotografías, también se producían en ediciones. Entender cómo funcionan estas ediciones es un elemento esencial para coleccionar. Y no tiene grandes secretos. Las obras de época están muy buscadas, dado que su creación está más próxima al momento en que se captó la imagen que las copias modernas, póstumas o de legado, que se producen tras la muerte del fotógrafo. Coleccionar la obra de fotógrafos vivos ha florecido en los últimos tiempo. La oportunidad de obtener una ganancia con este tipo de inversión implica riesgos más elevados, pero aún más gratificantes si se seleccionan con vista.

Las mejores instituciones del arte de todo el mundo ahora tienen a menudo colecciones dedicadas a la fotografía, y muchas fotografías premiadas existen en números tan exiguos que a medida que pasa el tiempo crece su valor y poder de atracción y hace que los precios se eleven hasta niveles sin precedentes.

Las principales instituciones reconocen ahora esta forma artística y todo lo que tiene por ofrecer, coincidiendo con lo que los coleccionistas ya saben desde hace mucho tiempo: la fotografía tiene un valor. Este valor adopta muchas más formas que la puramente económica. Por razones históricas, artísticas, informativas, democráticas y sociales, la fotografía se ha convertido en un testigo palpable de la memoria viva que nos recuerda nuestro lugar en el mundo.

Definir el siglo pasado a través de la fotografía es sencillo, pero definirnos culturalmente a nosotros mismos sigue siendo un reto individual. Las instituciones que albergan colecciones fotográficas tratan sus intereses y sus inquietudes a través de la fotografía, creando colecciones y actualizándolas constantemente para que reflejen estas inquietudes. A la hora de coleccionar no existe lo correcto o incorrecto. Aun así, si se le da una estructura a la colección, ya sea subjetiva, histórica, técnica o simplemente post-1970, por mencionar sólo algunas, ésta puede crecer para contar una historia y enseñarles a los demás su valor y a encontrar nuevos valores en ella.

Este crecimiento orgánico de la fotografía y de aquellos que la practican ha creado un marco en el que se pueden inspirar los coleccionistas. Invertir en este medio ha demostrado ser rentable, desde que los fotógrafos han entrado a formar parte del canon del arte. El libro fotográfico es a menudo una de las primeras formas de contemplar la fotografía. A medida que aumenta el precio de estos libros, muchos coleccionistas se apresuran a comprar las últimas monografías y a coleccionar catálogos como éste que tenemos en las manos para ampliar su conocimiento y alimentar su entusiasmo. En otros tiempos tenían que pasar décadas para que un libro se convirtiese en una pieza digna de coleccionar. Ahora puede ser cuestión de meses. Las tiradas relativamente pequeñas de las primeras ediciones desaparecen en un santiamén, y los libros fotográficos se tienen que reeditar cada vez con más frecuencia. Enfrascarme en uno de los miles de libros que tengo en mi colección hace mucho por alimentar mi entusiasmo y me permite comparar las tendencias actuales de la fotografía. Este estado de formación permanente me ayuda a invertir en fotografía con más seguridad.

Descubrir nuevos fotógrafos proporciona una fuente constante de interés a los conservadores, las galerías y las instituciones. Comprar una copia de un artista emergente le sitúa en el mercado y significa a la vez una inversión en él. El mercado contemporáneo ha superado todas las expectativas en los últimos años. La historia, de nuevo, tiene mucho que ver con eso. Cuando los nuevos fotógrafos aprenden de los consolidados, empujan el género hacia nuevos horizontes. Un ejemplo magnífico de ello es Andreas Gursky, que ha sido profesor de la Academia de Arte de Düsseldorf -que tiene su propia historia y una reputación colosal de producir grandes artistas- y es conocido por la calidad de la obra de sus alumnos. Los discípulos de insignes maestros de la escuela como Bernd y Hiller Becher han entrado a formar parte del nuevo establishment. Si bien el mercado de época alcanza precios exponencialmente más altos, los fotógrafos vivos también han pasado a ser una inversión sólida. Invirtiendo en aquellos que trabajan actualmente, se forjan colecciones que enriquecerán la historia futura del medio.

Al sumergirnos personalmente en el canon, podemos establecer comparaciones con otros géneros y dejar constancia más fácilmente de nuestra propia historia. El avance de la fotografía digital en los últimos años ha ampliado la demanda de fotografía por parte del gran público ya que, una vez más, la tecnología ayuda a popularizar el medio. Para destacarse en el inmenso océano de imágenes, las galerías y los museos buscan el talento de los fotógrafos emergentes para sacar adelante el mercado. Hacer que nos fijemos en nuevos artistas y que invirtamos en ellos también forja nuevos coleccionistas.

Ahora que los informes sobre el mercado del arte, las exposiciones y las subastas están disponibles en la prensa y en internet, podemos seguir el progreso de los artistas para tomar decisiones mejor fundadas a la hora de invertir. Hablar con otros coleccionistas y observar cómo invierten nos ayuda a entrar con una relativa facilidad en el mundo fotográfico. La información es la clave del conocimiento y ahora que tenemos tanta a nuestro alcance, por medios contemporáneos y tradicionales, todos podemos participar y contribuir a su futuro.

Laura Noble

 

 
Imágenes de la Exposición
Nan Goldin, Misty in Sheridan Square, NYC, 1991

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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