“El ADN de un castor no termina de expresarse en la punta de sus bigotes, sino en el borde de su dique,” escribe el teórico y ecologista Timothy Morton. ¿Y si la física entrópica se desliza entre humanos y objetos por pura inercia? ¿Y si el colector de un coche -la pieza que conduce el humo desde sus tripas hacia el escape- como diseño de ingeniería debe su naturaleza a un orden orgánico impreso en las entrañas de su creador? ¿Cuál es la relación entre una glotis y un meandro, entre una ciudad y un charco?
En el contexto de esta segunda exposición de Carlos Irijalba en la galería, lo endótico apunta a las interrelaciones del ser humano con su entorno. No existe diferencia entre ser humano y naturaleza, entre el adentro y el afuera. El lenguaje nos separa pero lo exótico está dentro de nosotros mismos.
Como los objetos y estructuras...que producimos, también nuestra constitución, en tanto que mamíferos pluricelulares, está formada una parte importante de carbono. Estos objetos traen consigo diseños biológicos que podemos interpretar como una secreción que no siempre es consciente, un rastro informe, fluido, abierto a una evolución imprevisible. El material genético se duplica y muta no sólo a nivel biológico, pues lo hace también en las estrategias y en las herramientas con las que, conscientemente, damos forma a nuestro paisaje.
Estas dinámicas paralelas no son obvias; suceden a ritmos y escalas diferentes. Esta exposición destaca la convergencia de esas disonancias como medio para abordar los estados transitorios de la materia. Observamos los estados sólido, líquido, y gaseoso como relativos y sintomáticos de las interrelaciones heterogéneas entre lo tangible y lo intangible, lo fértil y lo estéril, y los límites difusos entre lo vivo y lo inerte.
Strange stranger explora los patrones biomiméticos visibles en los procesos industriales que replican estructuras inscritas en nuestro rastro evolutivo.
Presenciamos ecos fenomenológicos en los objetos que fabricamos, ¿pero cuán ajena es una célula al tejido que conforma? Etiquetamos estas cualidades como inertes, pero en realidad pertenecen a nuestra propia naturaleza, aunque no seamos conscientes de ello. Llamar esta relación biomímesis resulta limitado y reduccionista. La referencia no es exógena, sino endógena. Nuestras acciones y producciones apelan a lo endótico, y esto nos hace responsables de los espacios que ocupan estos objetos, de la funciones que realizan, del tiempo que duran y del rastro que dejan tras de sí.
FFWD>> plantea un estudio sobre la intervención humana, como si fuera un salto de pértiga temporal entre locus y technè. Las pinturas de la cueva de Chauvet fueron realizadas hace 32.000 años en la región francesa de Monts d’Ardeche y descubiertas por espeleólogos en 1994. La cueva se cerró al público poco después para su preservación y estudio. La única contribución material que el ser humano moderno ha hecho al lugar es una pasarela de andamio para proteger el interior de gérmenes y bacterias.
En colaboración con Atelier Phenomenes de París (la empresa a la que el gobierno francés encargó en 2016 la producir las dinámicas naturales de la réplica de Chauvet), Irijalba realizó una proyección de lo que sucederá a esta pasarela dentro de 32.000 años, cuando los gours (depósitos horizontales cálcicos similares a las estalagmitas) hayan asimilado la estructura, convertida ya en un continuo temporal.
Muscle memory. La espuma metálica tiene la misma estructura que un hueso humano y fue concebida para su uso en prótesis humanas. En un principio, el sector médico trató de aplicar este nuevo material para mejorar la calidad de la vida humana, pero antes de que esto sucediera las industrias automovilística y aeroespacial la adaptaron para su propio uso. Esto sirve para subrayar cómo estas industrias, que se configuradas como agresivos vectores comerciales, asimilan un material inicialmente creado desde ideales humanistas.
La aparición de un nuevo material provoca una reacción dentro del organismo industrial, a modo de catalizador. Aquí, un metabolismo que persigue el beneficio económico sintetiza aplicaciones materiales de la misma manera que nuestro cuerpo procesa el azúcar.
“Muscle memory” ahonda en la idea de prótesis industrial y las estructuras socio-económicas a las que dan forma. En este proceso de apropiación de la naturaleza, la tecnología es redigerida por la cultura.
Pahoehoe
El término hawaiano pahoehoe significa “lava suave” en su estado sólido, y supone la manifestación más abstracta y visualmente explícita de la reacción material del núcleo de la tierra ante un contraste repentino de temperatura.
Pahohoe es la expresión más espontánea de la materia y la visualización más inmediata de las reacciones químicas que la conforman. El comportamiento característico de la lava ilustra, en menor o mayor escala, procesos pertenecientes a campos como la meteorología, la lingüística, la economía, o la genética, donde se hacen visibles propiedades igualmente creativas y destructivas. Cuando finalmente se enfría y cristaliza, pahoehoe muestra una extraña calidad del tiempo congelado. Como dice el filósofo Reza Negarestani, la lava hace patente la “descomposición como proceso constructivo.” La simultánea destrucción y creación de territorio en Hawaii y su patrón repetitivo revela la gramatología de nuestro planeta y como se codifica la superficie de este sistema que habitamos.
Carlos Irijalba (Pamplona, 1979), Residente en la Rijksakademie de Amsterdam 2013/14, licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Bilbao y la UDK de Berlin 2004. Ha recibido recientemente galardones como la Mondriaan Beweize Talent (Holanda) o Shifting Foundation Grant (EEUU). Reconocido por premios nacionales e internacionales, Beca Fundación Marcelino Botín, Premios Generaciones o Revelación PhotoEspaña, ha expuesto en los últimos años en el Centro MUMA Museum Melbourne, el LMCC New York, Fundacion Cerezales y Museo MUSAC en España o la Trienale de Guanzhou.
Entrada actualizada el el 16 oct de 2018
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