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La galería Visor presenta un nuevo proyecto del fotógrafo valenciano Enrique Carrazoni. La muestra consta de tres fotografías de gran formato y una instalación realizada específicamente para el espacio.

En esta ocasión, el trabajo de Carrazoni parece adecuarse armónicamente con el espacio físico de la galería. La fusión entre el espacio expositivo, situado en el casco histórico de la ciudad, cargado de la inevitable memoria histórica e idiosincrasia que posee este tipo de edificación -espacios pequeños y decadentes, techos altos, vigas de madera, suelo antiguo, etc.- y las obras presentadas, compuestas por imágenes de muros maltratados y pintados de barrios de Valencia, nos hace reflexionar sobre las posibles interpretaciones del muro. La ciudad de Valencia se encuentra plagada de innumerables muros, que a modo de ruina hacen reflexionar al ciudadano ... sobre la realidad que le rodea.

En el caso de Terra de nadie, los muros utilizados poseen referencias físicas pero también psicológicas y políticas. Barreras que dividen el espacio e impiden ser atravesadas, pero que por medio de múltiples agujeros dejan ver, a modo de ventanas, lo que sucede al otro lado. Celosías que hacen que el espectador no pueda ver con claridad la totalidad de la realidad que esconde.

Salvo algún matiz, bajo ésta concepción global del muro se rigen todas las obras presentadas en la exposición.

Por un lado tenemos las fotografías, tituladas TDN #1, #2 y #3, en las cuales el juego voyeurístico de mirar a través de un orificio nos viene ya dado por el propio artista. En ellas, con solo una imagen, vemos nítida y simultáneamente tanto el muro que aparece en primer plano como parte de lo que se esconde tras él. En este caso el espectador sólo ha de situarse pasivamente frente a la imagen para captar la totalidad del juego propuesto.

Sin embargo, en la instalación titulada Terra de nadie, compuesta por dos fotografías murales (105 x 400 cm. c/u): una transparente y otra translúcida, el espectador ha de completar dicho juego, asomándose y mirando a través de los huecos facilitados en la primera imagen para contemplar la segunda. De esta forma se obliga al espectador a completar la visión y significado de la pieza, impidiendo contemplar la globalidad de la obra de una sola mirada. La primera imagen (duraclear) se trata de un muro agujereado y semitransparente que nos deja ver la otra imagen a través de numerosos agujeros, produciendo una “mirada confusa” de la realidad que aparece en un segundo plano. Por otra parte, la segunda imagen recrea una escena cotidiana donde podemos ver a transeúntes y personas esperando que algo suceda, sin importar el qué. "La primera imagen es un muro agujereado y transparente que nos deja ver la otra imagen a través de los agujeros: "mirada pasiva" y en su totalidad: "mirada confusa". Enrique Carrazoni. Ambos murales van solapados aunque separados entre sí por unos 50 cm. y suspendidos en el espacio por cables, dotando a la obra de un cierto aire frágil y etéreo, el cual contrasta con el significado de la imagen reproducida.

En definitiva, Enrique Carrazoni nos plantea a través del medio fotográfico una doble visión donde la propia realidad impone al ser humano: pasividad y confusión.

"Terra de nadie es una reflexión sobre las fronteras artificiales.

Reflexión sobre las fronteras que se han ido instalando en el subconsciente colectivo. La mirada no es inocente, el hecho de recibir imágenes continuas sin buscarlas nos hace determinar una selección de ellas que nos han interesado por alguna razón, sean funcionales (mi casa, mi calle…) y otras sorprendentes que hemos descubierto sin haber pensado en ellas.

La memoria de imágenes es a modo de un diccionario que se va ampliando en el curso del tiempo y que están ahí en nuestro interior y que aparecen por analogía con las nuevas, de tal manera que "miramos" a través de imágenes que ya hemos visto antes". Enrique Carrazoni.