La pintura abstracta en Zaragoza fue el origen de esta amistad que los años refrendarán. Faltan al menos tres nombres más para poder referirnos a ella como el Grupo Escuela de Zaragoza, que desde 1961 llenó de cuadros, papeles pintados, grabados, escultopinturas, collages, versos caligrafiados de sus amigos, manifiestos y cuadernos de respuestas para el hombre de la calle, salas de Zaragoza, Huesca, Madrid, Barcelona, Lérida, Pamplona, Lisboa, Bagdad, Damasco, Beirut.

Y como broche a aquel exótico viaje expositor, a modo de embajadores en los Centros Culturales Árabes, París, la cuna de esta pintura de materia y trazos, de los collages y de otras figuraciones sacadas del Nouveau Réalisme, donde el prestigioso Jean Cassou acogía y presentaba a los artistas españoles.

El acto de pintar sigue siendo para los tres una necesidad vital y cotidiana, casi como el ... respirar, y no pueden apearse de este modo de hacerlo porque si no se quebraría su relación con el mundo pictórico y hasta perdería sentido tal vez su vida después de tantos años pintados. Porque pintar es -decía Julia en 1987- una manera de vivir y, a la vez, de explicarnos la vida. Esta exposición ha pretendido reunirlos ahora casi de manera improvisada, sin más preparación que la de elegir lo más apreciado que guardan en sus estudios y lo que tienen pintando ahora mismo entre las manos.

De Vera, las pequeñas telas o, más frescos todavía, los colores sobre los trapos donde ha dejado las manchas de los pinceles, unidas por garabatos negros, o una tenebrista crucifixión, asomando del negro de brea que la envuelve, que nos transporta a los orígenes de su pintura en el Grupo Pórtico, con el que, como es sabido, expuso en 1949, y del que en una entrevista de 1994 reconocerá su ascendencia estética que dio origen y principio a mi futura pintura.

Para Sahún, sus lienzos actuales son como borradores permanentes sobre otros de los ochenta que, guiado por un afán de perfección, reescribe con nuevos azules y amarillos trabados por trazos curvados como eslabones, que antes no utilizaba. Completan esta visión de conjunto de su obra desde los años sesenta los collages, de dramática intensidad por la acumulación de objetos de desecho sobre lienzos de arpilleras rotas y recosidas, y también las estampaciones, como ha practicado algunas veces con estos sus amigos.

Julia ha escogido el collage como argumento de su más reciente pintura e hilo conductor de este artificio, ingenioso y divertido, de combinar, formas, figuras y colores, iniciada en Zaragoza, realimentada en Parma y elaborada en Bruselas, de donde ha traído y expuesto recientemente en esta galería nuevas figuraciones a modo de collages pintados, con títulos viajeros en permanente tránsito: 'El peligroso hechizo del paisaje', 'Más allá de los sueños', 'Bajo los puentes' y un aluvión de temas y sensaciones personales de lugares vividos aquí y allá.

Cada uno con los tics y guiños a su pasado. Para Sahún, a su admirado Fermín Aguayo, cuya pintura evoca a modo de sentido homenaje desde colores semejantes en dos lienzos de 1978 y 1993. El provocador y malogrado Alberto Greco, o Rauschenberg y Warhol, para los collages de Julia de los setenta. Para el circunspecto Vera los guiños han sido hacia sus primeras pinturas, a veces sobre los soportes más insospechados; libros de confección artesana con collages de papeles de colores troceados, como los dos exquisitos ejemplares 'Gozos para vivir' y esculturas, parecidas a ese ensamblaje de hierros soldados y pintados e intrigante título: 'Evocación bucólica' (1992).

Así, con estos colores y trazos se han escrito algunas de las páginas más emotivas de la pintura abstracta en Zaragoza a lo largo de este medio siglo.