La sangre de drago creyeron los antiguos que lo curaba todo, al herir a un drago su savia, es roja como la sangre y de ella creyeron que en la magia y los conjuros la similitud con la humana era evidente y curativa. Dragos históricos como el de la Orotava y el de La Laguna que desgraciadamente se partió a la mitad y en mis recuerdos de niño yo me sentaba en su base albergado por una verdadera habitación con un asiento en rotonda y el de la Orotava que sigue ahí impertérrito observando el paso del tiempo. Celestino Mesa y sus dragos en la antigüedad y en su mayestático poder como pintor, fluye como un río riente en los celajes de un añil intenso de las Islas, que van fraguando esos días bellísimos en la luz única de las Canarias ... perteneciendo y perteneciéndonos a un ludismo de espejismo entre la mar y el cielo. Las manos de Celestino resbalan en el papel o en el lienzo en este caso para plasmar al óleo y dictar un monologo entre los alisios y las veletas de los vientos desde las torres de piedra y las espadañas y las campanas que se echan al vuelo significando el principio y la eterna primavera de un Archipiélago bendecido por el salitre y la osquedad del volcán y sus cálidas piedras erizadas. Islas de fuerte andadura y de suave y bronca oscilación para sus naturales que emigraron y siempre regresaron. Obsesión para un artista como Mesa que queda atrapado en el hilo de una araña sempiterna, el hilo de Ariadna que conduce a la fuerte belleza y a la surrealidad de la luz ; pues, todo es por la luz.

Para Celestino Mesa la Luz es la vida, es el todo que se ensambla con la materia estática la luz es su emblema, la velocidad de ella nos conduce a un agujero negro, a un colapso de eternidad de la vida que es remedio a una exacta verdad, todo es por la luz, desde la separación Bíblica de las tinieblas y el descanso divino. Las esferas de María Zambrano, los momentos de la creación intemporal para una temporalidad magistral, el Universo. Pero existen universos en lo mínimo en el minimal artístico desde el paso, desde el cambio del macrocosmos a lo infinitesimal, los espejos en juegos con las luces en el mar, las chalanas descansadas en los puertos, los trigales pletóricos de Luz Canaria y el azul intenso de los cielos, el dorado estridente de los soles, los atardecidos descansos de los hombres en las vendimias el sudor, las tierras, las cepas, las uvas exhaustas...

Para un pintor como Celestino Mesa, la luz, es su mundo, su rostro cálido, un recogimiento en su planetario deambular en su especialidad y espacialidad en su término o predio que es el de todos, pues en él anida el artista universal, las huellas de la tierra, su tierra tinerfeña hecha de fuego y alma de dioses del Olimpo en la Atlántida sumergida y viva en el Critias Platónico.