Anna Moner y Sebastià Carratalà trabajan conjuntamente desde 1987. Ambos cursaron estudios de Bellas Artes en la Universitat Politècnica de València y son licenciados en Historia del Arte por la Universitat de València. Han expuesto su obra, entre otras ciudades, en València, Castelló, Sevilla, Nantes, Burdeos y París. Por otra parte, han publicado artículos en revistas especializadas como Cimal, Ars Mediterranea, Serra d'Or, Mètode, etc.

Desde sus inicios, tanto en su vertiente artística como en la teórica, han trabajado e investigado sobre la naturaleza y el paisaje, también sobre el jardín, y sus concepciones a lo largo de la historia y, especialmente, en la actualidad. Las diversas formas en que se nos muestra el entorno, los medios utilizados y como esto se ... encuentra directamente vinculado a determinadas maneras de concebir, interpretar y representar la naturaleza, han centrado sus reflexiones.

Ahora, después de diez años, regresan a la galería Pictograma de Castelló, donde comenzaron su carrera en equipo realizando una performance, con una exposición titulada 'Escena' en la que presentan una serie de fotografías, de diferentes tamaños y sobre diversos soportes, de intervenciones efímeras en espacios naturales, así como algunas piezas con otras técnicas y materiales. A partir del concepto de escena aplicado al paisaje, plantean cuestiones relativas a las dificultades de verosimilitud inherentes a la representación de la naturaleza, a la inestabilidad de los límites entre la realidad y la ficción en lo que nos rodea, a la artificialidad de lo que entendemos como natural, al carácter escenográfico de los lugares considerados poco o nada alterados por la mano humana.

Según ellos, 'el entorno, tanto en el aspecto físico como en la visión que genera en cada uno de nosotros, lo que en un sentido estricto denominamos paisaje, acumula tal cantidad de estratos, que resulta imposible discernir su verdadera realidad. Ya no sabemos si se trata de algo auténtico o de una pura invención, un ingenio sobre el cual nos disponemos, nosotros, en una continua función. A veces, una grieta en la tierra, en una roca, es suficiente para dejarnos intuir el otro lado de lo visible, el armazón que sostiene el mismo suelo que pisamos.'