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Ricardo González (Santander, 1976) no descansa. Tras su reciente paso por Artesantander su obra, de personalísimo estilo e irrefrenable ironía, recala ahora en la Sala José Hierro de Noja. Revisa con esta última propuesta su trayectoria reciente, dos años en los que ha ido desarrollando tres series consecutivas y claramente diferenciadas, ... que se han podido ver en varios espacios expositivos de nuestra región. En el Observatorio del arte con '...y un blanco rumor (además)', donde a través de un montaje neobarroco y surrealista se establecía una concatenación de relaciones indirectas que sumergían al autorretrato del artista en una disolución provocada por el entorno mediático inmediato, en la Vidriera de Camargo con 'Souvenir de no-lugar', espacio en el que intentó incitar una mirada curiosa en el espectador, para que esta misma le llevara a plantearse las relaciones existentes ente contenido y continente, y la última en la Galería Espiral de Meruelo con 'Psicorretratos robot', en la que trasladó las anteriores cuestiones relativas del espacio al terreno concreto del rostro fragmentado y la interfaz digital, en composiciones abiertas a la introspección psíquica de un observador en tránsito que se reencuentra captado y redefinido.

Según palabras de propio Ricardo González su intención con esta exposición es -reflexionar sobre lo ya realizado con el objetivo de cerrar un ciclo-. Un propósito con el que pretende ampliar perspectivas que lo encaminen hacia nuevos horizontes posibles, proyectos que, según dice -me esperan en el estudio y ya estoy deseando desarrollar- Porque según su criterio -aparte de que la obra guste y se reconozca, cosa que es gratificante también, lo más importante pasa en el estudio, en la relación de uno mismo con las imágenes en gestación-. Esta misma idea se halla inserta en la intención de esta exposición, dado que trata de revelar eso mismo; imágenes gestándose, tranfiguraciones, cosas que parecen pero no son todavía.

Si leemos atentamente el texto introductorio del catálogo de la muestra, firmado por el también campurriano y pintor José Aja, podemos advertir que la pintura de Ricardo González 'salta de un estado a otro, se altera, que no es otra cosa que darse al otro en un proceso complejo de extimidad, por el que la intimidad del pintor se abre como lugar común, en un interior y exterior al mismo tiempo.' Descubrir dichas alteraciones es la oportunidad que el artista ofrece a un visitante ávido de experiencias visuales, donde igualmente, y como singular aparición, encontrará una obra que actúa de eje vertebral de toda la muestra y que vincula al artista con la Villa de Noja, es el cuadro titulado; 'Desarticualación' y que realizaría durante su convivencia el verano pasado en el IX Simposio Internacional de Artistas en Noja.