Exposición en Zaragoza, España

Estudio Camaleón. 20 años, 1990-2010

Dónde:
Centro de Historias de Zaragoza / Plaza San Agustín, 2 / Zaragoza, España
Cuándo:
21 may de 2010 - 25 jul de 2010
Inauguración:
21 may de 2010
Descripción de la Exposición
Fundado en 1989 e inaugurado públicamente en enero de 1990, Estudio Camaleón es un proyecto que surgió de la colaboración entre Manuel Estradera y Samuel Aznar en torno al año 1988. Pronto (1989) se sumaron a ellos Luis Royo e Isidro Ferrer. Ana Benedicto completó el equipo como ayudante de diseño. Tras varias colaboraciones a partir de 2003, Paco Rallo se incorporó al Estudio en el año 2006. Desde sus inicios, Estudio Camaleón es uno de los máximos exponentes del diseño aragonés. Sus planteamientos flexibles pero rigurosos y su búsqueda de la excelencia en cada proyecto han hecho de él, asimismo, un nombre imprescindible del panorama gráfico español. Manuel Estradera (Strader), presente ininterrumpidamente durante estas dos décadas, ha sido sin duda el hilo conductor de su trayectoria -de ahí la gran cantidad de trabajos suyos seleccionados para esta muestra-. Sus iniciales socios fueron abandonando el estudio para continuar su actividad ... de forma independiente: Luis Royo al comienzo de 1992, Isidro Ferrer a finales de 1995 y Samuel Aznar en la primavera de 1999. Constituido actualmente por Manuel Estradera y Paco Rallo, al frente del equipo integrado por Mique Bielsa y Ana Jerez, el estudio ha pasado por diversas etapas en sus veinte años de historia, pero lo común a todas ellas ha sido la capacidad para responder más que adecuadamente a las necesidades de comunicación de sus clientes -ya fueran instituciones públicas o compañías privadas-, en una aventura empresarial que ha sido sobre todo un compromiso con la sociedad y la cultura. Versátiles y multidisciplinares, sus componentes conciben el diseño como una actividad de ideación, en la que el concepto es fundamental pero la forma no admite descuidos. Conscientes del papel del diseñador como transmisor de mensajes, se mueven con la misma pericia y soltura en ámbitos tan diversos como el diseño editorial, el de identidad corporativa, la señalización, el cartelismo o el diseño expositivo, por mencionar aquellos campos que constituyen una parte esencial de su trabajo. Esta exposición es una selección de algunos de los muchos proyectos realizados por Estudio Camaleón a lo largo de su trayectoria. Pero es, sobre todo, la celebración de dos décadas de presencia en el mundo del diseño, una fiesta que quieren compartir con quienes han sido siempre sus principales destinatarios: los ciudadanos.

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Algo más de veinte años han pasado desde que Estudio Camaleón emprendió su «camino al andar» en el mundo del diseño gráfico. El «boom» del diseño español daba sus últimos coletazos, aún sin saber que en poco más de tres años, se instalaría una crisis que acabó con muchas y muy interesantes propuestas. Iniciaba, pues, su travesía en una época de bonanza que pronto dejaría de serlo.

 

Eran los tiempos de una Zaragoza dinámica, socialmente hablando, y cada vez más alejada del franquismo. En su apertura -aunque posiblemente sin conciencia de ello-, habían participado activamente Samuel Aznar, Manuel Estradera (Strader) y Luis Royo, -tres de los componentes de lo que luego sería Camaleón-, implicados en diversos proyectos, entre otros el Colectivo Zeta, autor de la publicación del mismo nombre que hubo de vérselas con la censura postfranquista, y la revista Bustrófedon, con la que quisieron pasar «de la marginación a un concepto de acción social y cultural con contenidos más creativos y narrativos».

 

Estradera lo ha contado perfectamente: «El Colectivo Zeta -y su publicación homónima- comenzó su andadura en el año 1977. En él participaron un conglomerado de jóvenes zaragozanos a los que unía el gusto por dibujar historietas, partiendo de premisas conceptuales y formales muy heterogéneas, aunque también emparentados por una cercanía ideológica tirando a izquierdosa [...]».

 

Su «militancia» historietista les llevó a estar entre los organizadores de las Jornadas Internacionales del Cómic en Zaragoza (1982-1986). Fue precisamente tras las últimas, cuando el grupo comenzó a negociar con el Ministerio de Cultura y la Diputación Provincial de Zaragoza la creación de un museo y un centro de documentación del cómic en la ciudad, así como la continuación de dichas Jornadas. Las negociaciones no llegaron a buen puerto y Aznar, Strader y Royo -como el resto de sus colegas- decidieron continuar con sus activida des profesionales que ya por aquel entonces se desempeñaban en imprentas y editoriales, desde el diseño y la ilustración.

 

Formados los tres en la Escuela de Artes de Zaragoza, Samuel Aznar ejercía como director del estudio de diseño de la Imprenta San Francisco y realizaba trabajos por su cuenta: Manuel Estradera trabajaba en la Diputación Provincial de Zaragoza, primero en la Imprenta Provincial (1984-1986) y después como responsable de lo que podría considerarse el gabinete de imagen y comunicación de dicha institución (1986-1989); Luis Royo ilustraba para diversas revistas, entre las que pueden mencionarse El Víbora y Heavy Metal y colaboraba con Norma Editorial.

 

Esas experiencias compartidas y, sobre todo, ese gusto común por «dibujar historietas» -al que se refiere Estradera-, pero también por la pintura y, sobre todo, el amor por lo que hacían, fraguaron una amistad que, más tarde, desembocó en una colaboración profesional, primero entre Samuel Aznar y Manuel Estradera y, poco después, con la incorporación al equipo de Luis Royo -establecido hasta ese momento en Sitges- e Isidro Ferrer, quien por aquel entonces daba sus primeros pasos como diseñador.

 

Y es que, desde la primavera de 1987, Aznar y Estradera colaboraban con bastante asiduidad en una serie de proyectos de diseño que culminaron en 1988 en la realización del logotipo y el programa de identidad corporativa de la Diputación Provincial de Zaragoza. Fue todo un reto en la medida en que se trató de un encargo complejo pero su superación les dio suficiente seguridad y perspectiva como para entender que se les abrían nuevas posibilidades. De esta manera, se plantearon establecer una relación laboral más estrecha y sostenida en el tiempo que fue el arranque del Estudio Camaleón en 1989.

 

Luis Royo se integró enseguida e Isidro Ferrer entró al cabo de unos meses, procedente de una estancia en Barcelona en el estudio del diseñador gráfico Peret (Pere Torrent) y tras un año (1988) como diagramador e ilustrador en el Heraldo de Aragón. El colectivo se completó con la presencia de Ana Benedicto como ayudante de diseño, y las administrativas Pilar Sanmartín y Francisca Sánchez. Así arrancaba el primer equipo de Estudio Camaleón en su primera sede en la Calle Zurita, un céntrico, amplio y bien acondicionado espacio de trabajo. En unas declaraciones realizadas en 1990 para la revista Artefacto, comentaban que su llegada al diseño había surgido como una alternativa de trabajo que estaba entroncada con lo que les interesaba: la pintura, el cómic, la fotografía, la ilustración...

 

En todo caso, lo que por aquel entonces pensaban los cuatro miembros del recién nacido Camaleón era que su ocupación profesional debía acercarse en la medida de lo posible a sus inquietudes personales, aunque sin olvidar «que es un trabajo comercial, mercantil, un trabajo de servicio, igual que un taller de mecánica o una agencia de publicidad [...] Pero fundamentalmente este trabajo atiende a los intereses que te marca el mercado aunque también puedes atender al mundo cultural y artístico; en este sentido «Camaleón» aparte de estar haciendo cosas comerciales, es algo más, somos un grupo de gente que podemos abarcar muchas cosas y muchos aspectos». Quizá esta posición realista y consciente, al tanto de las posibilidades y límites del diseño, es lo que, a lo largo del tiempo -juntos o separados-, les ha prevenido de desencantos y les ha permitido transitar perfectamente entre la libertad creativa y la constricción del encargo que son propios de esta disciplina cuando se convierte en profesión.

 

Porque, en realidad, desde el comienzo, los miembros de Camaleón, vivieron tales limitaciones como un desafío. Así se desprende de aquellas primeras declaraciones realizadas en Artefacto por Isidro Ferrer, en las que se hacía eco de las ideas del equipo: «Cada trabajo es un reto distinto, si tú te planteas el trabajo no como forma de ganar de dinero, sino que lo afrontas como un profesional, el trabajo lo vas a sacar 'digno', va a ser algo que te interese». Y ese «algo que te interese» marcó el discurrir del Estudio porque significó seleccionar y dejar a un lado ciertos campos para entrar en otros que precisaran del trabajo en equipo, que fueran enriquecedores a nivel personal y que supusieran una oportunidad para desplegar los bagajes diferentes pero complementarios de cada una de las personas lo integraban: «El apoyo de unos en otros nos fortalece como para acometer trabajos que no cogeríamos si estuviéramos dispersos, o sea que no sólo variamos y comparamos visiones, sino que además aprendemos los unos de los otros y nos sentimos más seguros en la acometida de proyectos más ambiciosos; eso es lo bonito de la idea de Camaleón».

 

Poco a poco fueron accediendo al mundo de la empresa y las instituciones. Aunque lo cierto es que no debió ser tan fácil. Había diseño y diseñadores en Zaragoza, como han puesto de manifiesto las investigaciones realizadas por Pepa Clavería para el periodo anterior a la fundación de Camaleón, aunque no ejercían su profesión en estudios dedicados exclusivamente al diseño. Pero, sobre todo, lo que no existía era una cultura empresarial capaz de reconocer el valor del diseño y entender el papel de los diseñadores tanto en la economía como en la cultura. Sin embargo, se atisbaban ciertos cambios. Algunas compañías e instituciones ya no miraban a Barcelona y a Madrid, a la hora de encargar trabajos, y algunos jóvenes profesionales -el propio Isidro Ferrer por ejemplo- decidían quedarse en Aragón en lugar de emigrar a la capital catalana para buscar empleo.

 

En paralelo a Camaleón nacían otros estudios, con los que competir, desde luego, pero también con los que intercambiar impresiones y puntos de vista, unidos quizá por la sensación de sentirse profesionalmente incomprendidos. Así, unos meses antes de la fundación de Camaleón, apareció Vértigo de Diseño, integrado por Miguel Sanza y Paco Rallo. Cuatro años más tarde, en 1993, el primero fundó Equx Estudio y el segundo -al que más adelante volveré-, Futuro Espacio de Diseño, dos estudios a sumar al tejido iniciado en la década de los 1970 por agencias de publicidad, imprentas, autónomos (freelance) y «despachos» no dedicados en exclusiva al diseño. En ese conjunto habría que resaltar varios nombres: Víctor M. Lahuerta (1977), Resón (1978), integrado por Juan Tudela y Julián Rabaneque, José Luis Romeo (1984), El Estudio del Prado (1984) y Taissen (1989).

 

Fue a comienzos de los 1990, cuando llegaron también esos «proyectos más ambiciosos», a los que se refería Isidro Ferrer en la cita de más arriba. Entre ellos el del anteproyecto del diseño expositivo del Pabellón de Aragón para la Expo de Sevilla 1992 y el de la instalación, gráfica, mobiliario y catálogo de la exposición «Goya», dentro de dicho espacio, trabajos ambos que les permitieron desplegar e integrar sus variados conocimientos tanto de las artes plásticas como del diseño, además de plantearse la creación de Avenida Goya, una empresa especializada en la organización de exposiciones, que discurrió en paralelo a Camaleón. De esta manera, y durante un año y medio aproximadamente, pudieron asumir trabajos para el Pabellón de Madrid, también en la Expo, y realizar una serie de trabajos para el Gobierno de Aragón, su Departmento de Cultura e Ibercaja. La vida de Avenida Goya fue efímera pero como recuerdo nos ha quedado un logotipo (1991) que, estéticamente, sugiere la herencia del constructivismo ruso, en boga en buena parte del diseño internacional de la época mientras nos remite a una etapa de sueños que quedó truncada por la crisis financiera manifiesta tras la Expo de Sevilla y la Olimpiadas. El diseño se vio arrastrado por ella, debido a su dependencia de los otros sectores económicos. Muchos estudios cerraron y otros se redujeron al mínimo.

 

Camaleón continuó en pie pero un poco antes de la recesión ya se habían producido algunos cambios. Luis Royo abandonó el barco a comienzos de 1992 para dedicarse exclusivamente a la ilustración que, en realidad, nunca había abandonado. Ese mismo año, Norma Editorial publicó su libro Women, que vio la luz también en Francia (Soleil Productions) y en Alemania (Edition Comic Forum). En paralelo, se realizó una exposición de su obra en el Palacio de Sástago de Zaragoza. Desde entonces, ha alcanzado renombre tanto a nivel nacional como internacional.

 

En 1993 entran a formar parte de la sociedad Cristina Montañés y Beatriz Benabarre, clientas y amigas del estudio, para echar una mano en un momento de dificultades financieras. Por otro lado y en paralelo a la actividad primordial del estudio, los «camaleones» pusieron en marcha una iniciativa de Estradera: impartir cursos de diseño en sus propias instalaciones. La cosa funcionó durante todo un año, aunque no tuvo continuidad al comenzar un periodo de mayor actividad en el estudio. En estas mismas fechas se marcha Francisca Sánchez y ocupa su lugar como secretaria María José Lozano. También durante un año trabaja como comercial Isabel Martínez de Aragón.

 

Estudio Camaleón cambia de sede a la Plaza de Santa Cruz pero se mantiene sin grandes transformaciones hasta finales de 1995.

 

Mientras tanto, los profesionales aragoneses empezaron a organizarse. En 1993, después de algunas primeras reuniones, decidieron crear Foro de Diseño, la Asociación de Diseñadores Profesionales de Aragón. Entre sus miembros fundadores se encontraba Manuel Estradera, (quien se convirtió en su presidente en 1994), y Paco Rallo. En ese mismo año 1994 se celebraron las I Jornadas sobre el Diseño Gráfico que contaron con Ricard Giralt Miracle, Javier Mariscal, Enric Satué y Alberto Corazón, como conferenciantes. Al mismo tiempo, se llevó a cabo una exposición de carteles y trabajos de los asociados. En años posteriores continuarían organizándose las Jornadas que vinieron acompañadas de exposiciones y libros creados con tal motivo. La intención de Foro de Diseño era promocionar el Diseño pero, también, servir de lugar de encuentro y medio de conexión entre los profesionales aragoneses, fomentando una sana competencia que, como ha opinado siempre Manuel Estradera, es un factor fundamental en el desarrollo de la profesión.

 

Bajo la presidencia de Estradera, Foro de Diseño realizó una serie de actos dirigidos a la recuperación de la historia del diseño gráfico aragonés. Les parecía, en palabras del por aquel entonces Presidente: «una labor necesaria y obligada, como homenaje a unos profesionales que en momentos complicados desarrollaron su trabajo con ingenio y solvencia. Antes del «boom» del diseño en los años ochenta, e incluso después, los profesionales del diseño gráfico han vivido en el más absoluto anonimato, aún cuando sus realizaciones formaran parte de la cultura visual de toda la población», declaración que pone de relieve un compromiso con la profesión que a día de hoy se sigue manteniendo.

 

A finales de 1995, y a propuesta de Samuel Aznar, los miembros de Estudio Camaleón deciden disolver la sociedad.

 

Isidro Ferrer emprende su trayectoria profesional en solitario y poco después (en 1996) abre su propio estudio en Huesca, ciudad donde residía desde hacía aproximadamente un año. Desde esta ciudad se irá posicionando como una de las referencias del diseño gráfico español, -como pone de relieve el que le fuera concedido en el año 2002 el Premio Nacional de Diseño-, demostrando que estaba en lo cierto cuando tiempo atrás afirmaba: «pero ahora no es Barcelona el único sitio donde se produce [diseño], se está creando mercado en Teruel, Zaragoza, Soria... los jóvenes se van disgregando y entonces se crearán buenos profesionales de aquí a cinco o seis años y se reconocerá el papel de esta gente y no solo la de Barcelona o Madrid».

 

Una vez disuelta la anterior sociedad, hasta entonces también participada, como se ha dicho, por Cristina Montañés y Beatriz Benabarre, y tras un brevísimo periodo de trabajo independiente, Samuel Aznar plantea la continuidad de su colaboración con Manuel Estradera que sigue decidido a seguir adelante con el proyecto Estudio Camaleón.

 

De esta manera, en 1996, Camaleón prácticamente vuelve a sus orígenes con Samuel Aznar y Manuel Estradera al frente, aunque con la participación de Ana Benedicto, y ya plenamente informatizados. Igual que en sus iniciales periodos de colaboración, durante esta etapa no comparten un único espacio de trabajo, pues cada uno de ellos ya ha instalado su propio estudio independiente, aunque ayudados por las nuevas tecnologías pueden trabajar de modo coordinado. La sede social del estudio está en la calle Hermanos Argensola, donde ha montado su estudio Manuel Estradera, y donde pronto se incorpora también como ayudante de diseño Arancha Yáñez.

 

En 1999, Samuel Aznar decidió cambiar de rumbo y tomar una nueva dirección, esta vez al frente del área de diseño de una empresa dedicada a la creación de centros de interpretación de la naturaleza. Luego fue director del estudio de una industria gráfica zaragozana y actualmente tiene su propio estudio. Como sus antiguos compañeros es, sin duda, una de las referencia del diseño aragonés.

 

Manuel Estradera, por su parte, continúa con la andadura de Estudio Camaleón, compartiendo sociedad con Ana Benedicto y manteniendo los planteamientos iniciales del Estudio, en el sentido de seguir ofreciendo servicios de diseño global ya fuera para la comunicación empresarial o institucional, desde una perspectiva flexible y adaptada a las necesidades del cliente.

 

En el periodo que va desde 1999 hasta 2004, y ya en la actual sede de Estudio Camaleón en la calle Pabostría, van sucediéndose, y en algún caso coincidiendo durante ciertas etapas, varios ayudantes de diseño: Jesús Ciarreta, Ina Fiebig, Inés Gran, Mique Bielsa, Héctor Ferré y Javier Zubiri, aparte de algunos estudiantes de diseño y artes gráficas que realizan sus breves estancias en prácticas, como ya venía sucediendo desde los inicios del estudio. La colaboración con Paco Rallo en «Logis Expo», «Territorium» y en algunos otros proyectos que se firman como «Rallo + Strader. Estudio Camaleón», desembocó en el año 2006 en la integración de Paco Rallo en Estudio Camaleón, para dar lugar a la estructura que se mantiene hasta la actualidad y cuenta con Mique Bielsa y con Ana Jerez en el equipo.

 

Como bien comenta Manuel Pérez-Lizano en este mismo libro, las trayectorias de Estradera y Rallo discurren en paralelo. Ambos se formaron en la Escuela de Arte de Zaragoza y ambos pasaron por el taller de escultura del padre de Paco, Francisco Rallo Lahoz. Ambos tuvieron una actitud transgresora respecto a la creación artística y estuvieron implicados activamente en su transformación; ambos abrieron estudio de diseño en 1989 y se implicaron en la creación de Foro de Diseño. Parece natural, pues, que acabaran compartiendo estudio, después de muchos años de convergencia.

 

Paco Rallo se inició en el mundo del arte siendo todavía un estudiante, en 1971, dentro del Grupo Forma (1972-1976). Después de algún tiempo ejerciendo como diseñador freelance, funda Vértigo de Diseño y luego, en 1993, establecer Futuro Espacio de Diseño, al frente del que permaneció hasta el año 2005. Inquieto y multidisciplinar, fue miembro fundador de la Asociación de Artistas Plásticos Goya-Aragón, así como uno de los promotores de Foro de Diseño y, más recientemente, del Premio Ahora de Artes Visuales, ligado al Colectivo Ahora.

 

Camaleón cambiaba nuevamente, siguiendo el comportamiento propio del animal del que tomó nombre. Nuevos tiempos, nuevas perspectivas, aunque sin perder nunca el norte definido cuando vio la luz por primera vez en 1989: concebir cada trabajo como un reto y asumirlo con interés y profesionalidad.

 

Pero, ¿cuál ha sido la «filosofía» de los distintos miembros de Camaleón, dentro del Estudio, a lo largo de estas dos décadas?

 

Admiradores -en especial Estradera- de las aportaciones de pensadores como Roland Barthes, siempre han considerado que era necesario conciliar el hacer práctico con el conocimiento teórico, aunque han reconocido que buena parte de su aprendizaje estaba más en mirar, ver y valorar, que en leer sobre diseño.

 

Defensores del trabajo en equipo, han respetado, al mismo tiempo, la individualidad de cada cual a la hora de asumir la responsabilidad de cada proyecto, pues eran conscientes de que todos sus integrantes han tenido siempre una personalidad muy definida. Como comentaba Estradera: «Eso fue, precisamente, lo que nos motivó a trabajar juntos. Estábamos bastante seguros de lo que hacíamos. Peleábamos por nuestras ideas pero funcionábamos con bastante fluidez y todos teníamos ganas de crecer, de emprender trabajos de envergadura. Si uno hacía un trabajo, lo firmaba con su nombre. Había también trabajos más colectivos, que resolvíamos de modo conjunto, pero lo normal era repartirnos el trabajo».

 

Conscientes del valor de las nuevas tecnologías -que pronto incorporaron al estudio- no han olvidado nunca lo que puede aportarle al diseño lo hecho a mano. En ese sentido, la ilustración ha ocupado un lugar destacado en muchos de los trabajos, aunque siempre en función de las características del encargo porque lo que siempre ha tenido claro el Estudio Camaleón en sus distintas etapas ha sido que: «la imposición de un estilo gráfico por parte del estudio no es una política adecuada para dar un servicio flexible y eficaz a las necesidades de comunicación de nuestros diversos clientes».

 

Porque, en opinión de Manuel Estradera, el estilo es algo carente de sentido en el campo del diseño, -salvo que el cliente persiga transmitir un perfil muy concreto-. Por otra parte, se manifiesta crítico con la conversión de éste en un perpetuo autocopiarse que acaba suponiendo un límite creativo, más que un reflejo de la personalidad del artista.

 

Quizá por eso los trabajos de Camaleón reflejan una gran variedad de registros, poniendo de relieve tanto la heterogeneidad de sus componentes como su capacidad para atender a un amplio rango de necesidades del cliente y resolver problemas de diseño. Así, Estradera y Rallo transitan en numerosas ocasiones por la limpieza formal de la Escuela Suiza, demostrando su dominio de la tipografia, especialmente cuando se enfrentan al diseño editorial, al de imagen corporativa o al de señalización, -campos que siempre han de rendirse a la funcionalidad-, pero se mueven también, con la misma pericia y soltura, por los territorios más expresivos del dibujo y del color, muy presentes en aquellos medios que, como el cartel, tienen como objetivo lograr el máximo impacto visual o dotar de personalidad a las comunicaciones: «La ilustración aporta unas imágenes inencontrables, puede hacer más peculiar un trabajo».

 

Jugando unas veces con las metáforas visuales y otras con la imagen más directa y desnuda, el abanico de recursos de Camaleón es amplio, rico y variado como se pone de manifiesto en los numerosos diseños realizados a lo largo del tiempo. Pero lo fundamental es el concepto. Así lo declara Manuel Estradera cuando explica su proceso de trabajo y el de Paco Rallo: «Siempre hay una fase de conceptualización previa y cuando nos sentamos a trabajar ya tenemos claro lo que queremos».

 

Posiblemente, esa manera de entender el trabajo del diseñador como una actividad de ideación que ha de adaptarse a la necesidades del cliente y no a las de la expresión personal, explica que los componentes de Camaleón hayan encontrado una vía apropiada a sus inquietudes creativas en el autoencargo. Por eso, no ha faltado su participación en exposiciones donde se requerían obras libres de las constricciones del Diseño, aunque la mayoría de las veces, girando en torno a un concepto temático. Para Estradera y Rallo, además, arte y diseño comparten algunos procesos creativos pero son mundos distintos y como tales hay que tratarlos. De ahí que no sean muy proclives a experimentar con el trabajo de sus clientes, lo que no significa tampoco que sigan caminos trillados. Se trata, simplemente, de una cuestión de adecuación, de hablar el idioma más apropiado en cada ocasión creativa.

 

Estudio Camaleón ha cumplido veinte años. Dio sus primeros pasos sin grandes alardes pero con firmeza y muchos sueños entre las manos. Durante estas dos décadas ha demostrado esa capacidad de adaptación de la que hace gala el animal que le sirve de denominación y símbolo, en una época que, para mal o para bien, demanda flexibilidad y rapidez en los cambios. Pero, además y sobre todo, ha estado presente en las vidas cotidianas de muchos ciudadanos aragoneses, a través de un diseño respetuoso con sus intelectos, lo que es de agradecer en los tiempos que corren.

 

 

 
Imágenes de la Exposición
Paco Rallo - Antonio Ceruelo, 2006

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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