Los procesos de reconocimiento sobre la superficie que nos antecede, los rastros, las huellas mnémicas de un espacio arquitectónico, forman parte de nuestra experiencia del habitar. Las relaciones entre cuerpo, recinto o habitáculo, definen, cuestionan y transforman la identidad de estos espacios construidos a pesar de definirse como estructuralmente delimitados. Nos encontramos ante una sala/celda, que hoy se transforma transitoriamente bajo los efectos de la luz, produciendo una reconfiguración aurática y espectral del contenedor. La intervención busca potenciar este vaivén temporal, indagando en la constante e inevitable alternancia de significados, donde la idea de cárcel es a veces encubierta y otras veces revisitada por las distintas narrativas que ahora la ocupan en esta nueva funcionalidad. Estableciendo una conexión con el concepto de “aura” según Walter Benjamin, considerada como “aparecimiento único de una lejanía, por más cercana que pueda estar”.
Por lo tanto, la idea es hacer este espacio evidente, desviar la...mirada hacia él: lo que fue, lo que es y lo que puede ser, se unen en una composición que no busca ser un documento, no mantiene ese rigor, pero se apoya en esa espacialidad anterior e indaga en su densidad. La experiencia se ensambla y se vivencia en una interacción que se desarrolla en los límites entre arquitectura, pintura y escultura, dentro del entretejido espacio temporal propio de este habitáculo.
G.G.C.
Entrada actualizada el el 23 jul de 2019
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