Según Wikipedia (ese lugar digital de consulta al que se acude hoy en día para resolver cualquier duda) el sonambulismo tecnológico se define como "la ignorancia que posee la sociedad con respecto al proceso de cambio que está sufriendo la humanidad debido a la tecnología." El término fue acuñado (me fascina que para bautizar o poner nombre a una idea o teoría nueva se use el mismo verbo que para fabricar moneda) por el politólogo estadounidense Langdon Winner y es utilizado comúnmente en la filosofía de la tecnología.
Dicha ignorancia con respecto a los procesos de cambio y desarrollo tecnológico de la sociedad actual, se debe en parte a la naturalización y a la automatización del uso de la tecnología en la vida diaria, tanto en los aparatos de uso cotidiano como en la actividad social de diferentes ámbitos del sistema político, cultural o económico. En la cotidianidad, la incorporación de...tecnologías avanzadas se hace imprescindible, incuestionable e inconsciente. La tecnología se convierte, igual que la naturaleza, en un ámbito al que el hombre debe adaptarse. Únicamente cuando ésta falla uno es consciente de sus implicaciones.
Ahora mismo podemos observar este proceso en el momento en el que, al ciudadano de a pie, no se le pide o consulta si quiere o necesita, otro teléfono u otro ordenador, mas rápido, mas hábil o mas nuevo. Queda claro, a nivel particular, que no existe un pacto social sobre la tecnología establecido sobre necesidades reales sino que se trata de una imposición de tipo industriocapitalista y con oscuras ramificaciones sobre control del Estado sobre los ciudadanos. Lo más inquietante es que, en teoría, se basa (o se vende) partiendo del ideal de la Ilustración según el cual, el progreso, es un concepto que siempre va a más y a mejor en una línea ascendente e inacabable.
Precisamente es en los alrededores de Barcelona en donde podemos rastrear los primeros ensayos de la revolución industrial, el capitalismo tecnológico y la inquietante cercanía entre la iniciativa empresarial y el control estatal. Y también sería en Barcelona en donde se manifestarían las primeras escenificaciones del rechazo social y popular a todo esto.
Para Enrique Radigales se trata de un recuerdo vivo de su estancia en la ciudad, entre 1990 y 1995, cuando vivía en la plaza Vicenç Martorell, cerca de la calle Tallers, en donde se construyó en su momento una de las primeras fabricas impulsadas por vapor del territorio español. El dueño de la fábrica había viajado a Inglaterra para conocer y comprar la moderna maquinaria que hacía posible la producción industrializada. Sin embargo, este ensayo de tecnocapitalismo solo duraría un año ya que la fábrica será destruida en un atentado ludista.
Otra vez es Wikipedia la que nos informa de que "el ludismo fue un movimiento encabezado por artesanos ingleses en el siglo XIX, que protestaron entre los años 1811 y 1816 contra las nuevas máquinas que destruían el empleo. Los telares industriales y la máquina de hilar industrial introducidos durante la Revolución Industrial amenazaban con reemplazar a los artesanos con trabajadoras menos cualificadas y que cobraban salarios más bajos, dejándolos sin trabajo." Estamos hablando de un momento anterior al sonambulismo tecnológico, cuando el proto proletariado español todavía estaba bien despierto.
Radigales conocerá esta anécdota mientras estudia pintura en la Escuela Massana. Son sus años barceloneses: nacido en Zaragoza, en un entorno familiar que tiene mucha relación con la herencia rural y los ciclos naturales del campo, se traslada a la ciudad condal para estudiar pintura en la Escola Massana. Precisamente será allí, en el último año, en las clases de grabado, cuando entre en contacto con el uso de la tecnología del ordenador como herramienta de producción artística y se matricule en un curso de Posgrado en Multimedia de la Universidad Politécnica de Catalunya.
Este es el momento en el que se ponen en evidencia todos los elementos que caracterizarán, técnica y conceptualmente, su trabajo artístico: lo manual y artesanal y lo tecnológico, lo natural y lo artificial, la velocidad acelerada y la morosidad, el campo y la ciudad, lo tradicional y lo novedoso... A partir de aquí, su obra se desarrolla a partir de términos opuestos que se solapan o contradicen o superponen pero que terminan por dar lugar a estructuras de convivencia.
A la Revolución Industrial se le acusa de la destrucción del Tiempo y de la Naturaleza. Del Tiempo empleado por el artesano para producir su trabajo y de la Naturaleza sacrificada para lograr una producción barata y masiva.
Para su nuevo proyecto, Enrique Radigales ha realizado una serie de pinturas inspiradas en los mapas de calor, un software online gratuito, que muestra por medio de manchas de color los lugares de la pantalla en los que, por ejemplo, se ha movido mas el ratón o se han dado mas clicks. El resultado son imágenes que pueden recordarnos a primera vista, tanto a cuadros abstractos como a paisajes. El primer nombre que se le dio a esta tecnología quizá resulte mas revelador: "eyetracking", que se podría traducir por "rastreador de la mirada" y que engloba en si las dos ideas: la de la mirada del espectador que interpreta y la de rastrear o seguir la pista, lo que indica un espacio físico y por lo tanto permite o da lugar a la deriva. Un mal diseño es una deriva pero también es una salida de lo previsto, de lo calculado.
Las pinturas de Radigales son derivas: pintar es tomar decisiones constantemente, que, a su vez, dependen de la tecnología de la pintura pero que, además, se van creando a medida que se va trabajando, que se producen accidentes, que se solucionan problemas imprevistos...
Las pinturas de este proyecto se dividen en dos velocidades, una rápida realizada sobre metal, porque se puede ayudar con maquinaria electrificada y otra lenta, sobre madera, en la que el trabajo debe de ser necesariamente pausado y delicado. Lo mismo ocurre con los materiales pictóricos que tienen dos tiempos de secado distintos. El artista los vincula con efectos digitales: un zoom in para el óleo sobre madera y un zoom out para el acrílico sobre metal. O lo que es lo mismo: el macro y el detalle. También con la herramienta utilizada, el pincel o la moladora, y la mano de obra, completamente manual o mecánica. El resultado, por lo tanto, será también distinto en el tamaño y peso de las obras.
En los tiempos de secado se encuentran los tiempos de reflexión, de meditación, sobre lo que queremos o, en concreto, sobre lo que quiere el artista. Para Radigales la técnica es una parte fundamental en su proceso creativo. Lo que ocurre durante estos procesos tecnológicos es lo que añade elementos a la obra, por ejemplo las necesidades de hidratación de los materiales o los efectos de extrusión pero también el accidente y la experiencia varían y caracterizan el resultado final. Ocurre lo mismo con el conocimiento que tiene el artista en el uso de herramientas con las que trabaja.
Para apreciar todos estos procesos en la galería es necesario mostrar las pintura exentas, de tal forma que el visitante pueda ver ambos lados de ellas. Así, se muestran enmarcadas en unas estructuras de aluminio que tienen una tripe procedencia: por una parte son estilizaciones del telar de esa primera Revolución Industrial, por otra son escenificaciones de la división de la pantalla de ordenador en frames (una tecnología HTML prácticamente en desuso, al borde de la obsolescencia) y están realizadas en un material que es símbolo de la construcción pre-fabricada actual. Pero es que además son móviles, como la propia experiencia biográfica del artista. Se muestran ahora en Galería Alegría en la Barcelona a la que vuelve el artista después de su paso por Zaragoza y Madrid.
Como en las ventanas de la pantalla de nuestro ordenador, las imágenes se solapan, se sobreponen, las unas a las otras. Se tapan y se revelan las unas a las otras. Se entremezclan dando lugar a otras nuevas. Estas pinturas son el resultado de la experiencia vital e intelectual del artista y sobre ellos se han colocado fotografías de gran formato que, ampliando la imagen todo lo posible, muestran esculturas microscópicas, construidas a partir de elementos físicos que sintetizan el proceso creativo del artista.
En esas imágenes vemos verdaderos tótems construidos con la mezcla de la practica de la pintura alterada por las psicoherramientas, una/otra forma de acceder a la praxis de la pintura. Combinan elementos físicos arrancados de la superficie de pictórica de una manera mecanizada (con una moladora en concreto), restos desprendidos, con micro dosis de psicotrópicos utilizados durante la realización de esas mismas pinturas. Frente a la pintura, que es un ejercicio intelectual y manual, estas son fotografías, collages construidos en el ordenador que juegan con la duplicidad fundacional de la foto: es documental pero es una falsificación. Como la memoria, como las imágenes mentales.
El acto de pintar es una lucha constante contra tus propias limitaciones y contra el peso de la tradición y la historia. Para romper estos condicionantes el artista se ha sometido a la ingesta de microdosis de psicotrópicos, bajo la supervisión y el acompañamiento de un psiquiatra. De nuevo aquí un rastro de su biografía: el consumo de sustancias vinculado a una determinada edad y a un momento de la Barcelona que Radigales conoce en el cambio de siglo.
Eyetracking es un proyecto que resume y engloba la práctica artística de Enrique Radigales. Lo que va de los paisajes de su infancia a la modernidad de la gran ciudad. Es un viaje interior y físico a la vez. Es una superposición sin fin de paisajes: desde el que aparece en la propia galería con sus estructuras porta-cuadros, los que pinta, los que se crean con las superposiciones de estos últimos, los mentales que re-crea en fotografía, y el que termina por quedar en la mente del espectador como resultado de todos esos y de mas. Eyetracking entendido, esta vez, como "lo que ha atrapado la mirada".
Joaquín García Martín
Entrada actualizada el el 22 feb de 2023
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