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Bajo el título 'Fauxtographies' (término que usa la acepción francesa faux -falso, fraude-, y que se pronuncia exactamente como photography) la muestra comisariada por Carlos Delgado Mayordomo, reflexiona acerca de la relación entre tiempo y fotografía para cuestionar los sistemas de archivo e interpretación de imágenes.

Partiendo datos extraídos exclusivamente de fuentes digitales en internet (archivos digitales, bibliotecas de imágenes, wikipedia), David Trullo manipula sucesos amparados por el estatuto de veracidad documental para transgredir su sentido ... a partir de su propio imaginario visual y emocional. La rumorología, la negación de la evidencia, el cuestionamiento de la autoría, la subjetividad y el deseo (es decir, herramientas completamente ajenas a la reconstrucción ortodoxa de un acontecimiento histórico) funcionan como elementos estructuradores de su discurso. De este modo, influir, modificar y alterar sin quebrantar la esencia de lo narrado es la principal pretensión de una serie donde se suspende la convicción del tiempo histórico (línea recta, abierta e irreversible hacia adelante) para desbaratar los cajones estancos que guardan el pasado, el presente y el futuro.

Utilizar los mundos posibles que produce la ficción para deconstruir la idea de verdad histórica implica llegar a la conclusión de que desde la ficción podemos establecer un límite crítico con la realidad. De este modo, el trabajo de David Trullo propone una reflexión acerca de los límites de la representación, la credibilidad de la imagen y su carácter potencialmente mentiroso y manipulable; pero, por otro lado, sus nuevas narraciones construyen un modelo análogo del universo supuestamente real, una proyección de los procesos de la realidad para manipularla cognitivamente.

Uno de los aspectos más llamativos de las 'fauxtographies' de David Trullo es su negación del virtuosismo en la construcción de la imagen manipulada. La idea del montaje no se oculta totalmente, sino que siempre existe una pista, una sombra inapropiada, un recorte demasiado neto o una sutil desproporción que revelan -más allá de la propia ensoñación iconográfica- una fractura en la credulidad. De este modo, el artista hace de la confusión, tanto formal como temática, la esencia de su juego e invita a la desconfianza como actitud básica a la hora de aproximarnos a aquello que vemos o creemos ver.

Dentro de esta poética, un último elemento clave es el carácter procesual de las 'fauxtographies', ya que el proyecto de David Trullo no culmina en la construcción física de la imagen sino en la contaminación del lugar de procedencia de los materiales empleados. Su intención es devolver las imágenes, una vez manipuladas, al ciberespacio y resituarlas en los buscadores utilizando técnicas de posicionamiento y difusión. Dentro de ese enjambre digital sobresaturado de información irrumpe un archivo determinado por la ambigüedad intersticial entre la realidad y la ficción, un puro engaño que, apoyado en la (des)confianza que generan hoy en día las imágenes, aspira a ser encontrado por un futuro usuario de internet.