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El artículo de Manuel González “Videocreación en Galicia, un iceberg sin base”, publicado en el catálogo del Festival de Tolosa en 1989, ha sido una referencia obligada a la hora de elaborar esta muestra. Recogiendo el guante, nos proponemos escarbar en la base de aquel iceberg, revisando las propuestas, los trabajos, los artistas y los agentes de un proyecto que surgió en Galicia hace ya más de veinte años y se expandió con ... gran fuerza por el resto del Estado hasta alcanzar una proyección internacional inédita.

Son muchas las preguntas que surgen al asomarse a la base de ese iceberg imaginario –si es que esto es posible- a través de los trabajos, los textos y las entrevistas con los protagonistas de esa generación. ¿Se sustentaba la creación audiovisual de aquella década en una estructura productiva o fue el inicial impulso experimental y creativo el que contribuyó a urdir la posterior estructura de la industria audiovisual? En un momento en que la cultura explosionaba en el conjunto del Estado con la fuerza de una olla a presión tras cuarenta años al calor de creadores de muy diversos orígenes, cuya trayectoria se desarrolló en la Galicia de los ochenta, construía su discurso –su postura ética y estética- experimentando con los nuevos medios y herramientas a su disposición.

El marco temporal de Ficciones analógicas es el período comprendido entre 1984, año de producción de los primeros trabajos de videocreación realizados en Galicia, y 1994. La elección de este año como fecha de corte se debe a que en 1995 ya se pueden encontrar los primeros trabajos producidos por una segunda generación de videocreadores que irrumpe en el panorama del arte en Galicia con una formación diferente y planteamientos artísticos nuevos.

Naturalmente, aún dentro de este marco temporal, nos hemos ceñido a un grupo reducido de autores que contribuyeron a asentar las temáticas, problemáticas y formas de hacer que marcaron las líneas de trabajo más significativas de ese período. Todos ellos iniciaron su actividad a mediados de los ochenta, coincidiendo con la llega de Galicia de los primeros equipos, y compartían la necesidad de ensanchar los límites del medio, pero también los de sus respectivos medios de origen –la plástica, la fotografía, la poesía, el cine-, con una clara vocación experimental.

Si hemos de localizar dos puntos de partida, dos ejes constitutivos del sustrato desde el que va a emerger la videocreación, éstos se sitúan del lado del trabajo colectivo y de la idea de modernidad asociada a los movimientos artísticos internacionales de la acción y el happening. Así, piezas como Strip-tease, un film didáctico de Manuel Romón o Homes obxectos de Julio Correa, aunque realizadas en formato super-8, funcionaron como referentes de este impulso de experimentación e innovación artística que se materializaría de forma rotunda con la accesibilidad de los medios videográficos.