Descripción de la Exposición El placer no se puede circunscribir a un solo menú. No disfrutamos de los percebes cuando los comemos todos los días. Por eso, en estos años de dedicación casi obsesiva a la abstracción, no quise nunca perder el placer de pintar aquello que me rodea, cualquier paisaje cercano o los rostros amigos, disfrutando con su ejecución y permitiéndome todas las libertades imaginables.
Porque si el arte es, ante todo, una relación con los materiales, en la acuarela esta cualidad se muestra en toda su magnitud y fisicidad. Todo es cercano, inmediato, lo más parecido a una sesión de domingo. Obviamente no se excluyen procedimientos utilizados en otros trabajos más elaborados y conceptuales, pero su uso es más fluido, más próximo. En acuarela, tan importante es el error feliz como el acierto rutinario. Las acuarelas, como los jaikús japoneses, son poseedoras del instante, de un presente inalterable. Según Basho (1644-1694), el jaikú es simplemente lo que está sucediendo en ese lugar, en ese momento. En ninguna otra técnica, excepto quizás el dibujo, es tan visible esta sensación.
Superposición de capas transparentes, la acuarela crece, vital y despreocupada desde el papel, dotando de profundidad el espacio existente entre el ojo y el tablero. En la imagen final la acuarela desnuda su propio proceso y revela su íntimo parentesco con las cajas y las construcciones a través del azar, la levedad y fragilidad de unos materiales que remiten a la idea de fluido, las reducidas dimensiones o la apariencia tosca e inacabada, cercana al bosquejo.
Formación. 30 oct de 2025 - 11 jun de 2026 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España