Quizá la construcción de un nuevo discurso en la reinterpretación iconográfica de la imagen crítica femenina, sea una de las características del arte actual que teje la trama del pensamiento vigente, motor primordial de este proyecto. La exposición intenta ofrecer una lectura coherente y articulada del último trabajo de Carmen Blanco Ureña. Siguiendo la estela de la imagen realista teatralizada, ha hallado la forma de abrir un nuevo camino utilizando el lenguaje fotográfico.

El concepto, elaborado a priori en el que habla de falsa belleza, superficialidad y sexo, nos muestra un tipo de mujer que es pura cáscara. Compone un extraordinario retrato de un tipo femenino inventado en los medios de comunicación de masas del mercado actual, que situado en el ámbito de lo cotidiano, resulta profundamente desagradable, sin que por eso deje de ser un deseable sujeto de consumo. Una mujer hueca, sin verdaderos criterios propios, convertida en un ser ... deshumanizado que vomita -en una suerte de éxtasis- todo lo dulce que no puede digerir. Mantiene, por tanto, una relación fundamental con la realidad social.

Un viaje al conocimiento, entendido como una exploración del territorio, desde la memoria visual de la propia experiencia. Un punto de vista genuino, que aún siendo crítico, mantiene un respeto estético con el retrato al uso. Son imágenes cargadas de símbolos, que nos llevan a un "no lugar" común a aquellos que participamos del banquete del consumo. Son historias vibrantes construidas de piel y alma.

Carmen Blanco Ureña inicia con esta exposición la exploración de un nuevo territorio de fuerte impacto visual y conceptual. Cuenta con todos los ingredientes para convertírse en una artista de proyección internacional.