Es cierto: el trabajo de un fotógrafo profesional supone un conocimiento del oficio que no todos tenemos, pero a menudo una buena fotografía depende tanto de cuestiones técnicas y de un cierto concepto de la estética como de la oportunidad. A veces, una imagen irrepetible pasa ante nuestros ojos y, por un segundo, tenemos la posibilidad de capturarla y describir, de una mirada, una historia que requeriría miles de palabras. Este trabajo es el que realizan el conjunto de fotógrafos anónimos que cada año se lanzan a vivir La Mercè cámara en mano: todos ellos capturan valiosas imágenes que son la crónica anónima de la fiesta mayor de Barcelona. No todas estas imágenes pueden ser parte de esta exposición, aunque todas merecerían estar colgadas de las paredes de las salas de exposiciones del Palau de la Virreina y formar parte del relato gráfico de unos ... días felices en que la ciudad entera se entrega a las celebraciones.

Este año, volveréis a recordar la pasada Mercè de la mano de estos ciudadanos, pero también de la de Carmen Secanella, la fotógrafa invitada de La Mercè 2008. Posiblemente, habréis visto imágenes suyas, por ejemplo en el periódico El País, pero seguramente no conocéis la historia de una fotoperiodista tozuda, comprometida con la verdad, capaz de comunicarse con los que fotografía aunque no hable su idioma. Ella ha hecho fotografías de La Mercè y también de China, Gaza (donde vivió momentos de angustia) o del Irak de antes de la invasión norteamericana. Pero en todos los casos, ella mira, busca la verdad y dispara. Entrad, pues, y mirad su Mercè, su verdad, escrita en un montón de pequeños detalles, en los rostros de mil y un ciudadanos que disfrutan de la fiesta, ajenos al hecho de que, solo por participar, ellos mismos son la imagen más auténtica y verdadera de La Mercè.