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Un planeta de atmósfera no terrestre, un paisaje quizás lunar, interplanetario o infernal, otorga el don de la existencia, soplo de vida, a nuevos seres compuestos de la misma materia que su mundo. Membranas cósmicas, ectoplasma e intercambio molecular, constituyen el flujo eterno de materia y antimateria entre estas criaturas y su hábitat. Fantasmas orgánicos, formas visibles compuestas de mera textura intangible.

Delicadas figuras humanoides, cohabitan deambulando en perpetuo movimiento, cual espíritus en pena, privados de estabilidad material y de la humana condición de los sentimientos. En este planeta onírico, los habitantes han de pagar el precio de la destrucción a la que la civilización condujo a la tierra. Los nuevos no-cuerpos sólo pueden experimentar soledad, vacío ... e incomunicación.

Una cosmogonía post-apocalíptica donde la belleza amalgama una mirada futurista de estética digital y una lujosa visión de lo metafísico. Un delicado equilibrio en el que comparten marco vital el dolor, la oscuridad y el desasosiego con la poesía y, por qué no, la esperanza.

Parajes bíblicos, retratos de la decadencia humana y reflejos de la imperante hiper-realidad del mundo actual, inspiran un sueño de alerta a nuestra conciencia: somos parte de una biosfera a la que nos limitamos a usufructuar, haciendo de nuestra madre una mera hijastra sirvienta, como en un tópico cuento de hadas. La realidad supera a la ficción…

Abocados cual autómatas hacia la nada en el vértigo de la sociedad contemporánea, Génesis hace un reclamo de retorno a la espiritualidad, no desde la crítica contestataria, sino más bien desde la elevación a la que conduce la serena contemplación de una sublime e inquietante belleza.

DIVA

El mundo de Diva es un espacio surrealista de múltiples dimensiones, donde la hibridación de técnicas, formas, fórmulas y estilos, da origen a sofisticadas y a la vez convulsas visiones. Componiendo con la profunda y equilibrada armonía propia de los cánones tradicionales de la belleza y su representación en el arte, Diva crea densos paisajes oníricos y sui-generis personajes de fantasía, sirviéndose de elementos literalmente corrosivos e hirientes.

La delicadeza y refinamiento de sus engendros mutantes, hace de estos seres los tiernos paradigmas estéticos de una nueva hermosura siniestra, nutrida de corrupta fealdad.

Más allá del bien y del mal o de los clásicos dogmas de atracción y repulsión, sus particulares, complejas e hipnóticas criaturas no son narrativas formales del cuerpo y la corporalidad. Son más bien metáforas sensoriales, símbolos e iconos de una corporalidad que constituye, en sí misma, una forma propia de narrativa visual.