Muchas veces una obra pictórica, proporciona al espectador el simple placer de ser contemplada como relajación para la mente y la mirada, facultando a quien la observa, el deseo de penetrar en ese cuadro, para simplemente disfrutar con la acción o tema que en el mismo se expresa.

GINER BUENO es un buen ejemplo. Hasta el pasado 10 de noviembre expuso en la GALERÍA COMAS de Barcelona, un conjunto de obras llenas de nostalgia y sentimiento, cuya luminosidad irradia una entrañable calidez.

A través de una pincelada vehemente, pero dúctil y fluida, el artista plasma una obra muy sorollesca, pero con especiales connotaciones, donde una paleta de colores alegre y brillante juega con sentimientos y emociones, gracias también a una perfecta y equilibrada estructura.

Luis Giner Bueno, nacido en Godella, en 1935, crea ... una obra rendida al color y la luminosidad del Mediterráneo. Tiene sus raíces y su fuente de inspiración en la cultura y el entorno valenciano en el que siempre ha vivido: mercados de flores y cerámica, jardines y patios, bodegones de flores, playas, pescadores y pueblos del interior van apareciendo sobre el lienzo de una manera intemporal, sugestiva y vibrante, alegre y lírica, profunda y llena de vida. Así, espacio, tiempo y naturaleza se funden en una sola materia que sustenta la expresión de una creación íntima y simultáneamente apasionada.

El artista transmite solo lo que es esencial. En su lenguaje neoimpresionista alienta una gran fuerza contenida hacia el exterior, que transforma magistralmente en obra de arte lo que él percibe y siente como color y realidad. Esta necesidad vital hace que cada una de sus pinceladas deje una clara impronta de su amor por la belleza y por su tierra.