La pintura de Beatriz Arbelo sorprende por la extrema identificación que consigue con su personalidad, por esa impresionante capacidad de expresar, con tan enorme sencillez y simplicidad, como si de un acto reflejo se tratara, el íntimo dictado de su alma y la fuerza de su corazón. De aquí que sus cuadros hagan patente con tan increíble evidencia esa mágica combinación de Amor y Belleza, que con tanta naturalidad derrochaba y que permite descubrir, a través de ellos, su desmesurada sensibilidad y espíritu, su forma de ser. Con gran precisión los críticos afirmaron que "fuera cual fuera el motivo o técnica que utilizara, todo en su obra irradiaba Belleza y Amor, con irrefrenable pasión y, al mismo tiempo, con sorprendentes y sosegantes sensaciones de paz". Sin duda, Beatriz fue la "Artista del Amor y la Belleza".

No obstante su pronta ... desaparición, pudo completar una destacada carrera artística, como también reconocieron críticos y medios, a quienes llamó la atención como "a medio camino entre Madrid, su lugar de nacimiento, y Torrecilla en Cameros, donde tenía su casa familiar y en cuyas tierras y montes siempre halló sus mejores fuentes de inspiración, la pintora encontró la forma de transmitir su gran sensibilidad y subliminal expresión de la belleza, lo que le permitió cosechar importantes éxitos".

Su obra pudo ser admirada en España en las diversas exposiciones que protagonizó, principalmente en Madrid. Dominadora de todas las técnicas por igual, su entusiasmo por el grabado fue determinante de sus repetidas presencias en "Estampa", en Madrid, el certamen de grabado más importante de Europa. La dimensión internacional de su actividad tomó carta de naturaleza con su primera y muy importante participación en "Artexpo", Nueva York, de 2006, que constituyó un acontecimiento de gran relevancia para su reconocimiento en el exterior, hasta el punto de abrirle las puertas del difícil y exigente mercado norteamericano, donde había iniciado la comercialización de su obra en diversas galerías de Nueva York, Washington y Maryland. Solo su muerte prematura pudo evitar que su obra no fuera aún más extensa y conocida. Su indomable espíritu y desbordante pasión por la pintura le hubieran conducido, con toda seguridad, a alcanzar las más elevadas cotas.

Y LA PINTORA DE TORRECILLA EN CAMEROS

Conforme ha podido verse, su amor por Torrecilla y la inspiración que le causaban las imágenes de las tierras riojanas y los montes cameranos fueron una constante a lo largo de su trayectoria, hasta el punto de ser conocida y distinguida, además de cómo la "Artista del Amor y la Belleza", como la "Pintora de Torrecilla en Cameros".

Su obra pudo finalmente ser contemplada en La Rioja, empezando, como no podía ser de otra forma, por Torrecilla en Cameros, en la exposición que presentó en 2004 en su Ayuntamiento, para comprobar el cariño de su pueblo y la gran estima hacia su obra. Fue además el preludio de uno de los momentos artísticos y afectivos culminantes de su carrera, que tuvo lugar en la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento de Logroño, en noviembre de 2005, con ocasión de su extraordinaria y completa muestra de más de cien cuadros en beneficio de la Asociación contra el Cáncer de La Rioja, que tuvo una espectacular acogida.

SU OBRA

Una primera idea de cómo era su obra nos la ofrece la reproducción de la crítica recibida en la exposición del Ayuntamiento de Logroño que acaba de mencionarse, según la cual "las dos pasiones de Beatriz Arbelo, la pintura y la tierra, se funden en sus lienzos. Esta madrileña de raíces riojanas, enamorada del monte y de las brumas, nos transmite en su obra la fuerza del sentimiento por la tierra de sus antepasados. Sus cuadros, en los que emplea diversas técnicas, óleo, acuarela y grabado, nos ofrecen una visión íntima de los paisajes que recrea y captura, a través de pinceladas de color, retazos de paisajes de gran fuerza expresiva".

Efectivamente, la evolución artística de Beatriz se distingue tanto por el delicado y emocionante tratamiento de las temáticas como por las heterogéneas técnicas pictóricas de las que se sirvió. Desde las más tradicionales, como el óleo o la acuarela, hasta las más vanguardistas, como el grabado en sus múltiples expresiones, incluidas el "collage" y el empleo de materiales o fibras superpuestas o incrustadas.

Su compañera y maestra, la pintora Lola Díaz, nos describe algunos de los rasgos de la obra de Beatriz que más llamaban su atención:

"La curiosidad le fue elemento vital para acercarse a la expresión artística en su más amplio sentido, desde muchos puntos de vista. Recordamos sus incursiones en técnicas tan diversas como la acuarela, el pastel, el óleo, la estampación,... A cada una su tema, a cada obra su dedicación, con el compromiso de estar siempre alerta al resultado de la apariencia de los motivos escogidos.

Le gustaban los días grises como los grises de sus mares, campos de flores o flores de campo, fondos diáfanos o diáfanos fondos, porque había descubierto que el orden a que se somete el producto, tanto en ciencia como en arte, no altera que el resultado venga a obedecer a un régimen superior, atendiendo en la mayor medida al bien de lo humano.

La fuerza de su vida la plasmó en su obra y un poco en cada uno de nosotros que tuvimos la suerte de compartirla".

SU LEGADO ARTÍSTICO Y LA FUNDACIÓN BEATRIZ ARBELO

Beatriz ha dejado una espléndida y extensa obra, compuesta por más de ochocientos cuadros, que se encuentran en poder de sus numerosos admiradores, que nunca faltaron a sus exposiciones y que indefectiblemente siempre acudieron a ella para cubrir cualquier deseo o necesidad en este bello arte. Más de trescientos de ellos se conservan en manos de su familia, que a raíz de la desaparición de la pintora decidió cesar en la comercialización de su obra y guardarla para sí. Tendremos por tanto la posibilidad de conocer este gran legado de maravillosos cuadros, que nos permitirán seguir contemplándola como si estuviera junto a nosotros, sintiendo para siempre su gran amor hacia todo cuanto le rodeaba y percibiendo sin cesar todo su ánimo, alegría y generosidad.

Pero, si cabe, ha dejado algo todavía más importante: el extraordinario ejemplo que hizo de su vida y, con él, su inquebrantable espíritu, que ha calado hasta tal punto en nuestros corazones que nos llevará a seguir con firmeza su mismo modelo y, con ello, su obra en su parte inconclusa. La Fundación Beatriz Arbelo constituye, en este íntimo contexto, pura y natural consecuencia del último y más extraordinario legado que Beatriz podía otorgarnos. Ese espíritu indeleble que nos permitirá acometer, en su memoria y homenaje, todos aquellos proyectos que su generosidad, espíritu altruista y pasión por la pintura no pudieron llevar a cabo debido a su temprana desaparición. Ahora, a través nuestro, estamos convencidos de que sí lo conseguirá, que lograremos realizar sus proyectos desde su Fundación de la misma forma que ella tenía pensado hacer, con su mismo espíritu, pensamiento y sentimiento. Desde el Cielo, ella seguirá iluminándonos y transmitiéndonos toda la voluntad que necesitamos para llevar adelante este apasionante y entrañable reto.