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La producción artística de Joan Cardells se sitúa en la frontera de los géneros: pinturas - escultura - dibujo. En la década de los años setenta Cardells fue pintor, comenzando sus pasos artísticos en el 'Equipo Realidad' que utilizaba los recursos del Pop para criticar la sociedad. Posteriormente produjo una serie de esculturas ... fabricadas con fibrocemento y uralita, las cuales pueden ser vistas como una prolongación del estudio sobre las posibilidades artísticas del grafito: claroscuros en un espacio tridimensional. Sin duda su aproximación al lenguaje escultórico es crítico y por ello su discurso dista de ser monumental o escenográfico acercándose más a la noción de un 'cierto residuo', convirtiéndose en objetos-metáfora de sus dibujos.

Son varios los aspectos que relacionan las esculturas y los dibujos de Cardells con el origen del minimalismo: el reduccionismo formal y la idea del infinito sugerido por Brancusi mediante la repetición modular, por ejemplo, es practicada por el artista cuyos dibujos no se parecen a un pantalón, a una olla o a un bacalao (iconos recurrentes en su imaginario), sino a otros dibujos suyos, siendo una prolongación ilimitada y minimalista de lo mismo, producto de lo cual las imágenes son patrones, arquetipos, radicalmente vaciados de toda simbología referencial.

Su reciente producción son dibujos realizados desde 1990 sobre papeles kraft de grandes dimensiones y mármoles, siendo estos últimos, variables sobre un mismo tema: la olla. Al emplear para estos dibujos -interpretables como bodegones o naturalezas muertas- un soporte cuyo material dentro de la historia del arte tiene una connotación de nobleza y tradición, hay una intención metafórica e irónica de parte de Cardells. Para él el dibujo es una estructura compleja de problemas diferenciados, un proceso que, tal vez, intentaría vencer o dominar los acontecimientos. Su memoria referencial le lleva a la fascinación por lo industrial, aquello que no tiene nobleza, siendo sin dudas un artista con limitadas obsesiones temáticas.