Esta exposición individual de Gregorio González se compone de 17 cuadros y 10 piezas exentas que bajo la denominación de Heterónimos hacen alusión a la noción utilizada por Fernando Pessoa para designar a los que eran otros de él mismo, personalidades independientes y autónomas que vivían fuera de su autor con una biografía propia. En este caso es la obra tridimensional o exenta de Gregorio González la que escapa del plano pictórico para proyectarse con personalidad diferenciada y autónoma fuera de su contexto habitual. Las citadas obras serían los heterónimos que, como apunta la historiadora del arte y comisaria de exposiciones Marta Mantecón, 'una vez independizados del muro, acaban regresando a él, tras haber aprendido que la pintura, en tanto que representación, permite bregar con lo imposible'.

Con esta obra, concluye Mantecón, 'Gregorio González ... problematiza con el medio pictórico para desarrollar una gramática personal, disciplinada, sin ruido, intuitiva pero calculada, siempre conflictiva, que sedimenta un pensamiento abstracto que se sitúa más allá de unos valores meramente formales'. Toda una invitación, en suma, 'a buscar esa pregnancia semántica que enlace lo representado con el propio ritmo interno, siempre desde la voluntad de silencio'.

También Gabriel Rodríguez destaca en el último número de la revista Arte y parte las cualidades de Heterónimos, de cuyas piezas señala su capacidad para transmitir 'equilibrio, nitidez, tranquilidad, juegos compositivos de figura y fondo' constituyéndose en 'pinturas, que juegan a ser esculturas gracias a su carácter escueto, ascético, mientras las esculturas se muestran como pinturas'.