Esta exposición es un homenaje a la periferia. Al extrarradio donde crecí y me forjé como artista. A todo aquello que no se le presta atención porque no parece bello, cuando la belleza no solamente reside en el objeto, sino también en la mirada.

Ser pintor no es tanto saber pintar como saber mi­rar. Por eso mis ojos cambiaron con el oficio. Así perdí el interés por la belleza inmediata y busco aquella más profunda, sutil y difícil de aprehender.

Siento una fuerte atracción por el extrarradio. Las afueras. Ese límite difuso donde la urbe deja de serlo. Donde cae, lo que la ciudad escupe, porque no cabe en ella.

Me fascinan los vehículos abandonados, testigos yacientes de nuestro mundo de usar y tirar. Me interesan esos desguaces sobrecargados, esas ... naves antiestéti­cas, esos postes hirientes del horizonte. Paisajes de ex­trarradio a los que la ciudad da la espalda. Esa realidad carente de encanto, a priori indigna de un cuadro, y que yo siento tan cercana.

Sería más fácil retratar lo que ya es bello, pero uno debe ser sincero, y pintar con el estómago.