Descripción de la Exposición
Nacido en San Sebastián en 1981, su apellido y los artistas de su familia determinan su camino más de lo que él mismo es consciente. Su abuelo Eduardo, su padre, Pedro, y su tío Carlos Lizariturry, recientemente expuesto en esta sala, le transmiten un ADN de sensibilidad e ilusión por el arte, a la vez que le sitúan ante el reto de superar su influencia en el plano conceptual y desarrollar una obra propia.
A lo largo de su trayectoria ha atravesado distintas fases o intervalos que han ido afirmando su identidad como artista: consciente de que su trabajo será siempre objeto de comparación, su nivel de autoexigencia y de autoafirmación plástica y personal ha sido siempre muy alto.
Su primera etapa son esculturas de animales, un mundo que le es ajeno, pero que le sirve para entablar diálogo con la técnica y los materiales. A esa primera etapa, basada en la razón, le sucede una segunda, fruto de su atracción por la naturaleza y de la fascinación por los árboles. El crecimiento de aquéllos desde el corazón a la corteza le aporta lo que será una de las claves de su trabajo: la noción de lo profundo.
Posteriormente rompe con el objeto y construye piezas horadadas intentando entender el proceso natural que las genera. Es la serie "Formas", en la que ya no trabaja desde fuera hacia dentro, sino que la escultura crece desde un orificio, y al rodearla una y otra vez, operándola, la propia pieza va adoptando carácter. Juega con el movimiento, pero más importante que el movimiento de la escultura es el del artista en torno a ella.
Operando la última de las esculturas de esa serie, la divide, sacando a la luz su mundo interior, lo que inevitablemente marca una nueva trayectoria. La escultura no se expresa como forma, sino como espacio. La pieza pierde protagonismo y lo gana el espectador.
Es la siguiente etapa que ahora se expone. No hay una pretensión definitoria, no hay un camino hacia el que construir. Las obras crecen solas. Tienen alma de gigante, tienen vida propia.
Trabajando en búsqueda de algo esencial, estos tubos que conectan lo cóncavo con lo convexo se vuelven protagonistas en mi obra. La escultura crece desde ellos con la única aspiración de comprender la lógica de algo más allá de mi control; algo natural, algo matemático. Son orgánicas y crecen solas. Una vez plena la escultura, orbito con mi radial esos agujeros de gusano, abriendo las entrañas de una obra que llega a su final, más quitando que poniendo.
La consecuencia de todas sus preguntas, de sus bucles situacionales, es una obra musculosa, secuela de batallas del intelecto, segmentos de un insólito laberinto, conductos que llevan de una parte del aire a otra parte del aire, de fuera hacia fuera, un corpus de suturas y cicatrices que primero choca y luego fascina, relato escultórico en estado puro, a veces áspero pero imponente.
Pasé parte de mi vida intentando ser un Gorka y otra parte intentando entender qué Gorka era. Hace poco que me he dado cuenta de que soy lo que yo elijo en cada momento y los intervalos que marco me ayudan a seguir creciendo.
Oportunidad para coleccionistas e inversores en arte, estamos en la estación de salida de un tren de largo recorrido.
Formación. 30 oct de 2025 - 11 jun de 2026 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España