Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Inclasificable. De lo que no hay. José Jiménez Lozano es, como Juan de la Cruz o el maestro León, otro excluido. Hace poco, comentando la imbecilidad ambiental que sopla por tierra, mar y aire, me decía que la necedad es uno de los grandes y misteriosos poderes de este mundo. En otro tiempo, ciertamente -se justificaba el maestro-, nuestra propia necedad y la de los prójimos eran caseras y artesanas, inocentes, y, más bien, hacían sonreír. Pero ahora las necedades son tecnológicas y tienen un gran empaque. Así que, si las mentiras repetidas pueden cuajar en brillantes apariencias de verdad, no es de extrañar que las necedades repetidas se constituyen hasta en sistema. Y nuestro discurso público y privado, que se alimenta de ellas, sea puro ruido; no quiera decir nada. Desterrado de los salones literarios y las emponzoñadas galerías a cuenta del gubernamental pesebre, anatemizado como reaccionario y decadente, demasiado sabio para integrarse en cualquier vanguardia, Jiménez Lozano ha mantenido contra viento y marea una feroz independencia y ha estado siempre más cerca del loco que del cuerdo. A nadie he conocido con tanto saber de los adentros del ser humano y los asideros del vivir, con tan sagaz interpretación de lo que nos pasa y anticipativo sentido de lo que puede venir, ante la bajeza de tantos corazones. Frente a la desaparición del concepto de hombre como persona con una dimensión espiritual e intocable, lejos de la perfecta armonía, Jiménez Lozano es un buscador que se enfrenta en sus novelas, en sus ensayos, en sus diarios, en sus libros de poemas, contra la incógnita del hombre y las dudas de un hombre de fe. Las extrañezas de un tiempo. Así titulaba Jiménez Lozano una de sus intervenciones más recientes. En ella señalaba el maestro, con su habitual perspicacia: 'Lo que tocamos cada día es que ya no vivimos en una cultura de las esencias o en la que las cosas eran lo que eran. Los seres y los acaeceres, en efecto, ya no son lo que son, sino lo que se decide que sean en cada momento; la verdad es diseñada, cada vez, por un supuesto consenso de opiniones, aunque en realidad sea una decisión por parte de quienes tienen el poder para ello'. Y así sucede -añadía luego-, que ya no nos sentimos seguros en ninguno de los planos de la realidad, 'no sólo en el mundo de las ideas o concepciones del mundo que los siglos habían ido asentando y ahora se cuestionan, o se desprecian olímpicamente, sino también en el plano de la existencia cotidiana, en el que también todo parece que se nos deshace entre las manos'. A sus ochenta años, Don José nos regala una confidencia más, frente a la bufonería altanera y llena de odio de quienes se obstinan en ridiculizar y ensuciar todo lo que sea hermoso, inocente o tenga dignidad y pudiera ser respetado en el antiguo y serio sentido del término. Jiménez Lozano se rebela frente a los que se emperran en demostrar la torpeza más que la habilidad, la monstruosidad más que la perfección o la belleza. 'La opinión es por naturaleza la no verdad, porque si fuera la verdad no habría que opinar. Pero el caso es que hay opiniones estúpidas y otras criminales que, lógicamente, no merecen respeto alguno. Por eso las que merecen respeto son las personas y no las opiniones'. He querido adentrarme así a estas Confidencias porque, frente a una realidad infecunda, necesitamos hoy, más que nunca, de palabras e imágenes verdaderas que nos alumbren y den holgura a estos oficios nuestros de contar lo que es como es. Pero lo mejor de Jiménez Lozano, el hombre de corazón sencillo y bueno, el escritor universal al que tanto debemos, es que sus escritos, sus personajes, además de acompañarnos, nos hacen señas, nos indican por donde buscar las cosas. Planta cara a la exacerbación de un nihilismo programado desprovisto de todo sentido. Pero que nadie se lleve a engaño: Jiménez Lozano es inclasificable. Lo repito: ¡de lo que no hay! Capaz de abarcar lo inabarcable desde que a los catorce años, invitado a elegir un libro de su gusto -y sin que pudiera percatarse del que tomaba en sus manos-, escogió El Elogio de la Locura, de Erasmo de Rotterdam. Y desde aquel día Jiménez Lozano compagina la cacería de la verdad frente al engaño cotidiano con poemas sembrados de dudas y carencias. 'Nuestra única certeza es una cruz', llegará a decir. José Jiménez Lozano representa, desde luego, la voz libre del escritor sin fronteras que no se somete a etiquetas ni a pensamientos dominantes de ningún tipo, ni en la literatura ni en nada. Pero ni el estar lejos del status cultural, ni el que las suyas sean historias que interesan en todos los tiempos, en cualquier lugar, es lo esencial. Lo que de verdad le define y elimina cualquier riesgo de simplismo en su obra, o así al menos me lo parece a mí, es que hace de la palabra vida y que lo hace de manera innegociable. Lo demás es accesorio. 'El mobiliario sobra cuando realmente ha ocurrido algo', suele decir el maestro. Él ha sido el primero en advertirlo: 'La política lo ha invadido todo, alma, arte, sensibilidad, razón. Todo es una cuestión política y eso puede conducir al totalitarismo'. El propio Jiménez Lozano me decía, no hace mucho, robustecido en su sentido anticipativo: 'La política no puede resolver los problemas profundamente humanos. Las cosas materiales las resuelve la ciencia, para las espirituales no hay todavía ninguna fórmula mágica. Si creemos siempre en un político terminaremos siendo habitantes de una granja feliz, pero sólo seremos habitantes de una granja'. Y añadía implacable: 'Hay una generación orgullosa de no saber nada y que no quiere saber nada'. Pero volvamos a Las extrañezas de un tiempo, el nuestro. De excesivo palabreo y demasiada simplificación. Necesitado de falsificar lo auténtico y de diversión forzada: 'Si las cosas ya no son, sino que se decide que sean o no sean en todos los planos de la realidad, incluido el de la conversación diaria, cada uno de nosotros no sólo nombra la realidad a su manera, y la construye, sino que trata de adecuarla a su concepto y nombre. Pero las cosas son lo que son. No lo que interesa que sean'. Jiménez Lozano escribe desde el convencimiento de que el narrador no elige a los personajes, ni la historia, y mucho menos el lenguaje con el que tienen que hablar. Rompe y quema bastante de lo que escribe, 'que es algo muy sano', según dice. Ya les señalé que es de lo que no hay. Implacable con quienes desprecian y encanallan un don como el de la cultura recibida, ni se muerde la lengua ni deja pasar una. Cuando hace unos días una periodista le preguntó cuáles creía que serían las consecuencias de continuar por este camino de crispación, el maestro respondió: 'No sé a quien se le ha ocurrido lo de la crispación. La gente normal con la que uno vive está harta de experimentos que revuelven todo sin que se alcance a ver una razón seria de las mismas. Sufre desaguisados, pero no está crispada. Parece que saben mucho mejor que buena parte de la llamada clase política lo que es una vida civilizada. La gente está harta de que un kilómetro tenga o no mil metros según se sea de derechas o de izquierdas'. Así es José Jiménez Lozano, un hombre capaz de dar respuestas por su cuenta y riesgo y de responder de, de responder ante, con sus razones y sinrazones. De permitirnos el pensar y el sentir profundos, tranquilos, a través de la íntima conversación con sus libros. Poco más puedo añadir. Agradecer que se me haya invitado a participar en este Confidencial de amigos. Voz debida, voz de vida. Ojalá haya sido yo capaz de aportar en estas líneas algún susurro a estas imágenes y palabras en voz baja en torno a José Jiménez Lozano. Otro excluido, como Juan de la Cruz o el maestro León.
La exposición es fruto del trabajo de un grupo de amigos, fotógrafos y periodistas, del escritor que han decidido homenajear a José Jiménez Lozano. Los fotógrafos Eduardo Margareto, David Arranz, Henar Sastre, Gabriel Villamil, Francisco Javier de las Heras, Nacho Gallego, Ricardo Suárez, Raúl Sanchidrián, Pablo Requejo, Ricardo Muñoz, Fernando Blanco y Jonathan Tajes, son los autores de las fotografías que ilustran la exposición que se abre al público en Valladolid y que se recogen en el libro José Jiménez Lozano Confidencial . El periodista Roberto Jiménez, que hace de la palabra respiración y latido, según lo define Jesús Fonseca, y buen lector de la obra de Jiménez Lozano, ha seleccionado un ramillete de texto, extraídos de su amplia obra literaria. La muestra recoge 52 fotografías que rinden homenaje al escritor. Es un gesto de cariño hacia quien nació hace 80 años en la localidad abulense de Langa Las imágenes, en su mayor parte inéditas, recorren algunos de los lugares más emblemáticos que han inspirado la obra de ese narrador, poeta y ensayista, pero también evocan las principales claves de su obra literaria, que subrayan, en cada una de ellas, textos alusivos extraídos de buena parte de sus libros, algunos sin publicar aún. Capaz de dar nombre a lo escondido y escribir con palabras de vida, y una serenidad y un aplomo poco frecuentes, lo que es como es. Pero lo que les caracteriza a todos es su insaciable curiosidad. Su enorme valentía ante los retos más difíciles. Su negativa a encumbrar lo zafio bajo el paraguas del arte. El sentido que han querido imprimir a esta exposición es muy elemental: mostrar en buena hora la grandeza de un hombre a través de lo más vital, que suele ser lo más sencillo y cotidiano. De la grandeza de lo corriente en una vida: la de José Jiménez Lozano. José Jiménez Lozano, escritor y periodista, nació el 13 de mayo de 1930 en Langa (Ávila). Hijo único del matrimonio formado por Eugenio Jiménez y Sofía. Lozano, estudió las primeras letras en su localidad natal antes de formarse como bachiller en la ciudad de Ávila. Cursó por libre el Bachillerato Superior en el Instituto Zorrilla de Valladolid y se licencio en Derecho por la Universidad de Valladolid. Estudió Filosofía y Letras en las universidades de Madrid y de Salamanca, también por libre, y en 1956 se desplazó a Madrid para preparar unas oposiciones de Judicatura. En 1962 culminó sus estudios en la Escuela Oficial de Periodismo, obtuvo el título e inició su colaboración con el diario El Norte de Castilla, donde permaneció hasta 1995 después de figurar como redactor, subdirector y director de ese rotativo vallisoletano. Su obra literaria, fruto de meditadas, abundantes y comparadas lecturas, abrió en 1961 con la publicación de un breve ensayo Nosotros, los judíos (PPC, 1961), al que han seguido sesenta títulos en forma de novela, cuentos, poesía, ensayo y artículos periodísticos que en 2011 cumplirá medio siglo y ha sido reconocida con los principales galardones de las letras hispánicas. Jiménez Lozano ha sido galardonado con el Premio Castilla y León de las Letras (1988), el Premio Nacional de la Crítica (Narrativa) por el libro de cuentos El grano de maíz rojo (1989), el Premio Nacional de las Letras Españolas (1992) y el Premio Cervantes (2002), en ambos casos por el conjunto de su obra, que ha redactado casi de forma íntegra en la localidad de Alcazarén (Valladolid), donde reside desde hace décadas. Desde 2006, la biblioteca del Instituto Cervantes en Utrecht (Países Bajos), lleva el nombre de José Jiménez Lozano. Es doctor Honoris Causa por la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid y algunos de sus libros más representativos han sido traducidos al ruso, francés, italiano, islandés y checo, lengua ésta donde se ha convertido en uno de los escritores españoles contemporáneos más traducidos.
Premio. 11 abr de 2025 - 16 may de 2025 / Bilbao, Vizcaya, España
Ayudas 2025-26 para la realización de proyectos artísticos con cesión de estudio en Bilbao Arte
Exposición. 14 may de 2025 - 08 sep de 2025 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España
Formación. 30 oct de 2025 - 11 jun de 2026 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España