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Juego de Espejos

Exposición / Cubo Azul [ESPACIO CERRADO] / San Lorenzo, 2 - Bajo Izq. / León, España
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Cuándo:
24 oct de 2008 - 05 dic de 2008

Organizada por:
Cubo Azul. Directoras: Laura Gutiérrez y Laura Blanco

Artistas participantes:
Rafa Sendín

       


Descripción de la Exposición

El acto desafiante que supone atacar la imagen procediendo a borrar, tapar, tachar u obstaculizar una parte de la misma, forma ya parte indiscutible de las estrategias artísticas desplegadas con cierta asiduidad en el último medio siglo. Los ejemplos no faltan, pero pese a ellos o precisamente gracias a ellos, es posible seguir profundizando en la naturaleza intrínsecamente ambigua de este procedimiento. Uno de los autores que con más claridad ha definido dicha ambigüedad es John Hilliard, al afirmar que la tachadura, el drenaje, el velamiento o la reducción pueden funcionar como elemento purificador y de limpieza, pero también como actitud derechazo. En cualquier de los dos casos, no obstante, y como recalca Hilliard, buen conocedor del procedimiento desde su práctica conceptual con el medio fotográfico: "una mirada libre de obstáculos no es meramente rechazada sino reorientada hacia otro lugar, el de la propia obstrucción". Lo que se provoca, en suma, es una reformulación desde nuevas perspectivas. Ylo primero que se ve afectado lógicamente, con este procedimiento, es el propio medio por el que se ha construido la imagen: lo fotográfico, la transparencia del medio, el espacio ilusorio de la imagen, la ventana sobre lo real. Quedan así puestas en evidencia las múltiples mediaciones que entran en juego en la realización de la imagen. Rafa Sendín, con su nueva serie "Juego de espejos", entra de lleno en esta estrategia. Y lo hace mediante un procedimiento que viene a complejizar aún más la operación de ataque y manipulación de la imagen. De hecho, en las obras que conforman este trabajo encontramos reunidos diversos elementos de atención: la apropiación de imágenes ajenas, la naturaleza de la fotografía publicada, la relación entre original y copia, el acto de refotografiar, el doble juego de ocultamiento y desvelamiento, la identidad y el sujeto. Veámoslo. Para desarrollar cada una de sus piezas, Rafa Sendín elige fotografías realizadas por artistas reconocidos y que aparecen publicadas en diversos libros y catálogos. Lo que unifica las imágenes seleccionadas por él es que todas ellas podrían ser incluidas de un modo más o menos claro dentro del género del retrato fotográfico. De este modo, podría decirse que es la presencia de la figura humana, y más concretamente de una única figura, la que viene a unificar el estatuto de todas estas fotografías. Elegida la imagen procede a re-fotografiarla pero siempre a partir de la página impresa. Y sobre la nueva copia proceder a realizar un recorte selectivo del sujeto retratado cuya superficie ausente es ocupada por un espejo. El tamaño final de las obras nada tiene que ver con los originales de los que parten, pues todos han sido llevados a una medida en que la figura humana ausente adquiere proporciones reales.

 

Es evidente que el hecho de elegir un espejo para sustituir a los sujetos implica una inmediata subversión de la mirada. La omnipresente idea de la fotografía que nos mira y nos interpela, así como la regla de oro del retrato clásico acerca de la convergencia del rostro sobre los ojos y la mirada, son sustituidas por una doble mirada convergente del espectador: sobre la fotografía y sobre sí mismo. Un encuentro inesperado. El retrato ya no consiste en el reconocimiento en el otro, sino en el reconocimiento en uno mismo. No cabe duda de que esta "alteración" de las reglas del retrato se hace eco de la necesidad que

 

tiene este género de someterse a una profunda reactivación para seguir dando cuenta del sujeto. El sujeto aquí es el propio espectador, confrontado a una imagen que no es la suya pero cuyo lugar ocupa. Eficaz relato éste que nos recuerda que la identidad es una materia tan frágil como fluida, y que la interioridad está siempre acompañada de la expresividad. De hecho, el espectador ve siluetas que reconoce pero no identifica, le falta ese anclaje que en el retrato provoca que el observador complete con su propia subjetividad y experiencia la información que se le ofrece. Ante estas obras, no tiene otra salida que interrogarse sobre la relación entre las dos mitades de la identidad: la propia y la que se deriva de la relación con el otro. Debe completar desde su propio yo la imagen incompleta que tiene delante, pero que no cesa de remitir a estereotipos y codificaciones que se derivan del esquematismo y la abstracción a la que aparece reducida en estas imágenes la figura humana. La opción del espectador ante la imagen pasa necesariamente por el desarrollo de una experiencia performativa:

 

puede rehuir el reflejo o intentar completar con su presencia frente al espejo la figura ausente. Entre una y otra respuesta se crea el espacio para el despliegue de toda una gama de subjetividades. Y en ese proceso no cabe duda de que terminarán por manifestarse muchas de las claves que conforman la construcción de la identidad: el reconocimiento de la mutabilidad, la vanidad, la decepción, el juego de la autorrepresentación, la performatividad del ser, el carácter efímero de la existencia, la asunción de roles. Pero no se acaban aquí las implicaciones de este "juego de espejos" propuesto por Rafa Sendín. Es posible apuntar, aunque sea brevemente, que introduce otro tema no menos importante: la relación entre sujeto y decorado, entre persona y objeto, entre individuo y contexto. A falta de un elemento clave de identificación con el retratado, nuestra atención se ve desviada hacia todo lo que rodea a estas inquietantes siluetas. El fondo ya no está situado en un segundo plano de información, sino que se iguala significándose: calles, habitaciones, objetos o fondos neutros reciben nuestra atención en busca de ayuda y de información. Esto es lo que ocurre cuando el artista se niega a desvelar la imagen en absoluto, que todo aparece de nuevo reformulado. La decisión de utilizar el reflejo como elemento de ocultación de la imagen, tiene consecuentemente ese efecto paralelo de transparencia que se da más allá del plano de la imagen. Ocultar desvelando, obstaculizar para ampliar la visión, negar información al espectador para que su propia experiencia llene y complete la imagen. Ya decía Michelangelo Pistoletto, quizás el artista que mejor ha sabido interpretar e integrar la práctica del espejo, que la primera auténtica experiencia figurativa que se tiene consiste en reconocer la propia imagen en el espejo. Y añadía que "ahora que el espejo ha salido a la luz del Arte, vemos, dentro de él, la histoha, la historia brillante y resplandeciente en el espesor del espejo, y la vida que el Arte refleja en este espesor". Al fin y al cabo el espesor del espejo nos ayuda a identificar y relacionar la estética y la realidad, el arte y la existencia. Interrelacionados pero con vida propia.

 


Imágenes de la Exposición
Rafa Sendín, Dobrovnik, Croacia, 1996. Serie Juego de Espejos, 3, 2008

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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Rafa Sendín, Dobrovnik, Croacia, 1996. Serie Juego de Espejos, 3, 2008

Rafa Sendín, Dobrovnik, Croacia, 1996. Serie Juego de Espejos, 3, 2008

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