La obra de Isabel habla del miedo y del dolor humano, visualizándolo como enormes y pavorosas nubes de humo que sólo existen en nuestras mentes, y que se disuelven en el momento en que las rozas. El silencio y la melancolía son la materia prima de su trabajo. Evoca el momento de reunir el valor de mirar a la cara al miedo, como un guerrero que busca recompensa a su valor, como los caballeros de los cuentos que luchan contra invencibles dragones que guardan inmensos tesoros sin mas arma que su coraje. Los cuentos son como metáfora del alma humana. Lo único necesario para vencer, es el coraje, y “lo negro” es esencial e imprescindible, pues delata la posición de los tesoros. Su obras no se encuentran atrapadas dentro una forma estática: su forma y dinamismo cambian continuamente, según la luz y la perspectiva desde la que se observan. Como si fueran nubes silenciosas y en continua transformación, las esculturas parecen levitar en un espacio creado solamente por la luz.