Fotografiar es algo más que el deseo de retener por siempre una imagen, un instante, es algo más que el recuerdo que se inmoviliza en la toma.
Cuando se fotografía en un estado de máxima presencia, ese “instante entre dos nadas”, ese corte que se realiza en el tiempo tiene el poder de penetrar profundamente en nosotros y de vincular los estratos más recónditos de nuestro paisaje interior con el mundo de afuera.
A veces se manifiesta como una premonición, otras veces es una revelación, pero el poder del instante es, precisamente, de concentrar en el tiempo casi infinitamente pequeño del clic la inmensidad interior de un sujeto despierto.
Por todo esto nunca dejamos de insistir, en nuestra enseñanza, en la necesidad de estar abiertos al mundo que contemplamos y no a la cámara que debiera ser una extensión de nuestra mirada y de nuestras manos, y, para eso, es fundamental que el...manejo de la cámara de fotos se convierta en un acto en el cual no debe intervenir nuestra mente.
Entrada actualizada el el 19 dic de 2018
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