La pintura de Behnaz Rezaei nos entreabre una puerta a la volátil experiencia de los sueños. De entrada nos vemos abducidos a una atmósfera circular y brumosa, donde la vista queda suspendida en un estado flotante, en un mundo gaseoso de colores y formas sin delimitar. Al adentrarnos en los detalles descubrimos nuevos rizos, destellos, filigranas, como pequeñas incisiones en esa danza de tonos vivos.

En estos sueños no se entra ni se sale, en estos sueños se viaja. Dada una realidad de pesadilla, la evasión a mundos fantásticos no cumple la función de evasión sino la de refugio. Sobresaltada esa realidad por imágenes de horror, destrucción y ruina, en esta serie Behnaz Rezaei nos transporta hacia un remanso de ilusiones, creación y vida. Todo en la pausa del sueño.

Encontramos, sin embargo, una cadencia ... constante, y ésta es su perspectiva, manifiestamente femenina. La mujer es objeto y sujeto de cada sueño, y la sensualidad de sus cabellos, sus curvas y su plácida tranquilidad durmiente nos traduce esas visiones de la paz. La paz que se encuentra más allá del insomnio emisor y más cercano al ensueño receptor