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La exposición La sombra del habla se abre con la obra de Marcel Broodthaers, la poesía visual y la crítica institucional, hasta llegar a diferentes figuras de la «escritura pictórica», desde los lenguajes de la abstracción geométrica, como Soledad Sevilla, Pablo Palazuelo y Gego, hasta aquella abstracción matérica que el informalismo de Antoni Tàpies hizo llegar a expresiones depuradas. Los juegos con materias pobres animaron, asimismo, la empresa de Antoni Llena, mientras que las formas y los materiales de la poesía visual y las sutiles acciones de Joan Brossa ejercen una influencia innegable en el arte catalán, que hoy puede apreciarse en la obra de Pep Agut e Ignasi Aballí, entre otros.

En los años sesenta aparece una generación de artistas que, desde el poema-objeto hasta la obra de arte-idea, huye de la expresión para buscar la objetividad. El uso de técnicas de reproducción fotográfica y el cultivo de formas gráficas nos sitúa en la emergencia de artistas cuya obra contiene un claro mensaje político, como es el caso de Joan Rabascall y Francesc Torres: desde la crítica explícita a los mecanismos de manipulación que los medios de comunicación de masas imponen, en el trabajo de León Ferrari, David Lamelas y Muntadas, hasta las referencias a la pérdida de sentido de los mensajes mediáticos. La crítica a los medios de comunicación de masas es coetánea a la aparición de las posiciones feministas, como en la obra de Eulàlia Grau, Eugènia Balcells y KP Brehmer, que denuncian la manipulación y el estereotipo de la imagen de la mujer.

La crítica al gesto político que expresa la obra de Muntadas nos conducirá a la versión más poética de la acción narrativa en torno a la performance, bien representada en la obra de Joan Jonas, y a la tensión, irresoluble y generadora de tantas experiencias comunicativas, entre cine -en la obra de Manon de Boer y Asier Mendizabal- y teatro, como puede verse en la instalación de Juan Muñoz. El arte contemporáneo puede explicarse precisamente como la batalla entre la inercia de los materiales y lo efímero de las voces, la irrepetibilidad de los cuerpos, el deseo de perennidad de las ideas y el destino perecedero de toda materia.