Descripción de la Exposición
Lola Bosshard (Valencia, 1922-Thalwil, Suiza, 2012) es una artista que la historia del arte ha borrado. En los años 60 recibió la mirada algo rasante de Aguilera Cerni y el apoyo sincero de Juan Antonio Aguirre; los catedráticos Pascual Patuel en los últimos 80, Paula Barreiro en 2009, y la investigadora Clara Solbes Borja el pasado año, se han acercado a la pintora desde la esfera académica en trabajos de carácter colectivo y contextual. La exposición de la Galería José de la Mano, comisariada por Isabel Tejeda, es el primer trabajo que investiga y analiza a esta pintora “secreta” en profundidad tras haberse encontrado en Valencia una parte importante de su legado inédito.
Este primer estudio de Tejeda, que además de la exposición se acompaña con una publicación de referencia, nos presenta a Bosshard como una de las pioneras de la pintura Minimal y del “Ambiente Arte” -ambientalismo se denominaba entonces- en nuestro país. Se ha estudiado y fechado un buen número de piezas, algunas de las cuales se presentan en la actual muestra: concretamente las pinturas conectadas con su exposición-ambiente que la artista hispano-helvética presentó en la galería Edurne en 1967.
Lola Bosshard estudió en San Carlos de Valencia en la posguerra, entre 1939 y 1943. Entre 1948 y 1951 obtiene el paralelo a una diplomatura en Bellas Artes en la Kunstgewerbeschule de Zúrich; se trataba de la escuela técnica superior de artes aplicadas de esta ciudad, una institución fundada en 1878 que en ese momento dirigía Johannes Itten (1938-1954). Allí se encontraba Yaacov Agam, con el que previsiblemente tuvo que coincidir también en París en 1952. Con referencia a sus estudios suizos, recordaría en 1973: “Esa escuela me abrió (a) los colores. Yo pienso que el color debe ser expresionista, y fue allí donde lo aprendí”. Tras Zúrich Bosshard se traslada a París. En la capital francesa será discípula tanto de André Lhote como de Fernand Léger (por la academia de este último pasarían Nancy Spero, Leonilda González o Bengt Lindström, por ejemplo); también estudiará en la Académie de la Grande Chaumière, donde previsiblemente debió asistir a su Atelier d’Art Abstrait.
A principios de la década de los 60 está de nuevo en Valencia, donde participa en numerosas colectivas. En 1961 expone en una muestra organizada por el Ateneo, a la que suma una individual en un espacio fundamental en esos años, el de Martínez-Medina (1962); le seguirán su participación en IV y V Salón de Marzo (1963 y 1964, respectivamente), y otras exposiciones personales en la Sala Mateu (1964) o en la sala de Radio Valencia (1964). En estos años Bosshard militaba en un informalismo gestual, muy en la línea de algunos autores españoles de El Paso, como Rafael Canogar o Juana Francés, sirviéndose asimismo de la técnica del collage.
La abstracción geométrica atravesará su producción al menos desde 1966, encontrando un cambio de paleta y de lenguaje a finales de la década. Llevará a cabo la exposición más arriesgada de su carrera en febrero de 1967 en la galería Edurne en Madrid, una obra que ella misma calificaba como “muy de vanguardia” y que entonces se calificó como un “ambiente”: diseñó una serie de grandes pinturas monocromas junto con otras de campos de color que generaban diálogos visuales y ambientales en las dos salas del espacio. Puede tratarse de la primera exposición de pintura ambientalista en España. Bosshard experimentó con bandas de color sencillas, minimalizadoras, y reduccionistas en lo que respectaba a la forma; es posible que empezara a pintar campos de color en franjas en 1965, el año después de su visita a la Biennale –también es posible que los inicie en 1966 tras volver a visitar la cita italiana. En algunas de las piezas gestiona la superficie de la tela con cuatro planos; en ocasiones se rige por la horizontalidad, en otras por la verticalidad. Pinta también telas monocromas y, como ella reconoce en una entrevista en prensa años después, a partir de estas piezas Minimal (ella jamás se sirve de este término, por cierto) se aventura a trabajar un blanco sobre blanco con un resultado que no le satisfizo.
Su pintura es lo que se ve: planos de color que distribuyen geométricamente la superficie pictórica en su flatness. Sus referentes están en el grado cero de la pintura de Malevich (1918) o en los monocromos de Rodchenko de 1921. Su conexión con el Minimal queda muy clara en sus declaraciones: “En el 67 expuse en la galería Edurne de Madrid unos lienzos de 2 metros, algunos de ellos uniformes de color, pues me irritaba radicalmente la literatura en la pintura…”.
El mismo año, en octubre, Bosshard es invitada a participar en la muestra Arte Objetivo en la Sala de Exposiciones de la Dirección General de Bellas Artes. Comisariada por Ángel Crespo. También en 1967, comisariada por Aguirre, es invitada a exponer en la segunda versión de Nueva Generación.
Desde mediados de los 70 prácticamente no participa en actividades culturales. Debió coincidir con la enfermedad larga y grave de su madre. Cerró su estudio, lo trasladó a la casa familiar y previsiblemente debió reducir su vida social. Alrededor de 1985, tras el fallecimiento de su progenitora, traslada definitivamente su residencia a Suiza, donde siguió exponiendo de forma regular.
* Exposición homenaje a la GALERÍA EDURNE
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