Exposición en Salamanca, España

Looking Was Serious Work but also a Kind of Intoxication

Dónde:
Domus Artium 2002 (DA2) / Avda. de la Aldehuela, s/n / Salamanca, España
Cuándo:
04 feb de 2017 - 21 may de 2017
Inauguración:
04 feb de 2017 / 12:30
Comisariada por:
Organizada por:
Artistas participantes:
Descripción de la Exposición
Las imágenes, desgastadas por su sobreutilización a lo largo de los tiempos, ofrecen todavía nuevos caminos por explorar, y especialmente dentro del campo fotográfico, lugar que se presta a la experimentación desde sus comienzos. Y a eso se dedica Miguel Ángel Tornero, cuyo oficio es la fotografía, en esta exposición: desde su materialidad física, su tratamiento como objeto hasta llegar a la instalación, pasando por su validez en fase de veladura y de no-imagen, hasta sus posibilidades en movimiento: la imagen revelada convive con la cinta americana, con reflectores fotográficos dorados y paneles plateados, en estructuras que se relacionan con el espacio expositivo para el que han sido expresamente creadas. La fotografía, hoy más que nunca, funciona como sismógrafo de nuestra sociedad. La opción ideal del artista ya no es lograr la imagen más bella o impactante, el instante preciso captado, sino ser capaz de revelar el sentido de lo que ... esa imagen oculta dentro. En la era de la postfotografía, cuando todo es parafernalia digital, Tornero nos brinda una vuelta a los materiales que se impregnan de lo fotográfico. Estamos recibiendo una reeducación en la era digital de cómo leer este inmenso conglomerado de imágenes en el que vivimos sumergidos las 24 horas del día.Utilizar otros recursos más allá del antiguo revelado fotográfico, es lo común desde la existencia del móvil-cámara de fotos, que usamos más en su función de captar y difundir instantáneas en tiempo real que en el de la comunicación telefónica, para lo que fue inventado en su origen. Este nuevo lenguaje visual ha transformado nuestra propia identidad. Como dice Fontcuberta, las imágenes se han vuelto ideas, es decir, las fotografías retan a la propia disciplina en un presente cada vez más fugaz. Y en este presente perfecto trabaja Tornero, en un hoy instantáneo que, cuando deja de serlo, muestra sus veladuras rápidamente, hasta que la imagen desaparece cegada por la misma luz que la crea; y con esta identidad perdida, Tornero juega y propone nuevas no-imágenes. En la periferia de la fotografía queda mucho por avanzar. ¿Cuál es el espacio intermedio entre observar y el voyeurismo? ¿Y entre mirar y espiar? Esta tensión parte de historias personales, relatadas por un fotógrafo –Tornero- con una mirada contemporánea, para quien las imágenes existentes son fuente primaria base con la que ampliar la narración, retrotrayéndola a un origen no muy lejano, que el autor gusta de explorar. Miguel Ángel Tornero experimenta con el soporte fotográfico en una expansión que le lleva por un lado a la instalación, y por otro, hacia sus límites en cuanto nos referimos a un soporte que mantiene su validez una vez velado por el paso del tiempo, en la llamada serie Photophobia, que viene desarrollando hace tiempo. Los proyectos adquieren forma diferente a partir de una apropiación que tiene un espejo en lo obtenido, cromos provenientes de fuentes muy diversas, en un juego de ajuste y reajuste; en un estudio de las consecuencias potenciales de la metamorfosis de este medio. Una imagen lleva a otra, hasta componer un conjunto instalativo donde el origen fotográfico se convierte en puro material expositivo. Rescatar de donde ya no queda es uno de sus experimentos, la llamada por el autor Photophobia. Cuando el mundo de la conservación artística se preocupa tanto por la permanencia del soporte fotográfico, Tornero se interesa por su lenta desaparición, absorbida y borrada por la intensidad de la luz. Una cierta melancolía optimista se vislumbra en el trabajo del fotógrafo que nos atañe, una melancolía que se impregna de señales lumínicas, dando como resultado un escenario que parte de lo banal hasta impregnarse de misterio. Que de lo familiar, pasa a lo paranormal: imágenes diluidas por el efecto químico, veladas por la luz solar. Tornero es un gran acumulador de imágenes, sobre las que se posa el polvo, quemadas por el sol, desgastadas por el paso del tiempo, marchitas como las plantas descuidadas. La fotografía es algo orgánico y vivo que, como las personas, va sufriendo un desgaste constante desde su nacimiento... envejecida, la fotografía pelea contra los elementos hasta su desaparición final, en un asunto de vida y muerte. Las peluquerías, mercerías y tiendas de chinos están en el interés de Tornero, almacenes extraños que muestran sus escaparates como museos de fotografía marchita, quemada por el sol, donde el fotógrafo acude al rescate de estos tesoros. La Photophobia es indolencia fotográfica, retratos desgastados y desganados, pasados de moda… Naturalezas muertas que están vivas. Paralelamente a este particular universo, un nuevo trabajo se presenta en esta exposición: vinevideovicio.com, dirección on-line donde puede encontrarse permanentemente la evolución de este proyecto, que consiste en una ejercicio a modo de diario visual; una sucesión de pequeños vídeos que Tornero graba desde hace algunos años con su móvil y que se pueden ver a la carta, de manera aleatoria, eligiendo el espectador los que más llamen su atención. De contenido absolutamente cotidiano, este archivo, rabiosamente contemporáneo –y por ello, con tendencia a quedar pronto obsoleto, a mutar de archivo a documento antropológico- reúne breves momentos callejeros, pinceladas del día a día, siendo de un corte marcadamente obsesivo-compulsivo en cuanto a su acumulación sin orden ni concierto, y se presta al juego del público. ¿Exceso, promiscuidad, falta de respeto por el medio fotográfico? Esta exposición admite muchas y variadas preguntas. A Tornero, devorador de imágenes, la fotografía como soporte formal se le queda corta, y nos arrastra a la fotografía antidocumental y de carácter analógico que se convierte en instalativo, donde los materiales mandan y dominan en este último trabajo, donde nos muestra un paisaje interior que puede ser también oscuro, tamizado por las fotografías marchitas rescatadas de los escaparates, en combinación con una fuerte intoxicación de imágenes a modo de vídeodiario obsoleto. ¿Nos ha enseñado demasiado la fotografía? Hay que saber leer entre líneas y el mensaje de Tornero es una lectura del mundo excesivo contemporáneo, a través de ojos propios, con un toque de autorretrato: mirar es un trabajo muy serio, pero que también tiene una fuerte carga tóxica. Virginia Torrente

 

 

Entrada actualizada el el 30 mar de 2017

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