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Tomando como punto de partida la novela de John Buchan, Los treinta y nueve escalones, a la que parafrasea en el título, y el género de suspense al que pertenece, en el que siempre se reserva una sorpresa para el final, en este caso un sorpresa artística, el comisario de la exposición, Jorge Díez, pone en relación la obra de cinco jóvenes artistas españoles con algunas piezas relevantes de Joan Miró, mostrando así la actualidad del trabajo del maestro catalán y creando diálogos en principio inesperados.

... style='margin: 6pt 0cm; text-align: justify; text-indent: 1cm; line-height: normal; background: none repeat scroll 0% 0% white;'>El título de la muestra alude también a los veinticuatro escalones que conducen hacia el Espai 13 de la Fundació Miró de Barcelona, un lugar, heredero del legendario Espai 10 (1977-87), que respeta el espíritu innovador de la institución creada por el propio artista en 1975 para que se convirtiera en un centro dinamizador de la cultura y promotor de las nuevas tendencias en las artes. Por este Espai 13 han pasado algunos de los artistas y comisarios más destacados de la actualidad sirviéndoles de plataforma de visibilidad para sus primeros trabajos y como lugar en el que profesionalizarse. Pionero en las políticas de promoción de la creación joven, la exposición le rinde homenaje aprovechando a su vez que los artistas participaron en un ciclo de título similar que conmemoraba el veinticinco aniversario de la muerte de Miró y para el que realizaron piezas específicas inspiradas por su trabajo.

Juan López (Alto Maliaño, 1979), realizó una serie de murales que partían de los collages mironianos para adentrarse en la cultura juvenil contemporánea. Diana Larrea (Madrid, 1972) parte de las constelaciones mironianas para construir una instalación de luz que construye un camino. Raúl Belinchón (Valencia, 1975) fotografió las formaciones geológicas de un cañón en Arizona en clara alusión al interés del surrealista por la tierra. Abigail Lazkoz (Bilbao, 1972) desvela su método de trabajo desplegando sus cuadernos de bocetos para evidenciar las coincidencias que ha descubierto con el sistema que seguía el propio Miró. Y, por último, Javier Arce (Santander, 1973) juega con sus dibujos tridimensionales de las Brillo Boxes de Andy Warhol con los límites entre lo que es y no es arte para diluir las fronteras entre alta y baja cultura, entre el arte para unos pocos y el arte para las masas.