Como ya se ha dicho muchas veces, es casi imposible separar la obra de Luis Seoane en disciplinas diferentes, puesto que él mismo se encargaba de trasladar aquello que aprendía empleando una técnica determinada para un soporte concreto al resto de su práctica artística: un buen ejemplo de esto sería la influencia de la obra mural en su pintura. De igual modo, el compromiso político, la habilidad del artista como diseñador gráfico, su pasión por los libros y la necesidad de dotar a la cultura gallega de un marco de desarrollo en el exilio, llevarían a Seoane, junto con otros desterrados como él, a poner en marcha diferentes empresas editoriales en la Argentina durante las décadas de los cuarenta y los cincuenta del pasado siglo.

La fundación por parte de Luis Seoane y Arturo Cuadrado en 1942 de la editorial Nova estuvo precedida por su paso por la editorial argentina Emecé, en la que, además de ser Seoane el autor de las marcas tipográficas y de su trabajo como ilustrador, impulsaría la creación de dos colecciones dedicadas a la publicación de autores gallegos: Hórreo, en la que se editaban obras en prosa y Dorna, centrada en la poesía. Seoane y Cuadrado abandonarían abruptamente Emecé por diferentes motivos.

Nova 1942-1947

La línea editorial de Nova queda determinada desde un principio por los valores reivindicados a través de las dos primeras obras escogidas para inaugurar sus colecciones: el poemario Torres de amor de Lorenzo Varela, con ilustraciones de Luis Seoane, vetado con anterioridad por Emecé por la filiación política de su autor y Cuadros de guerra de Concepción Arenal, publicados en las colecciones Pomba y Camino de Santiago respectivamente. El público al que van dirigidas estas colecciones es el de los emigrantes gallegos, lo que explica la aparición en Camino de Santiago de obras de Fray Martín Sarmiento, Ramón Otero Pedrayo o Rafael Dieste, entre otros, además de prestar especial atención a la historia de Galicia y de su lengua. El propósito de Seoane y Cuadrado no se limita a la difusión de la cultura propia entre los gallegos residentes en Argentina: también supone un intento por poner de manifiesto en el país de acogida la importancia de la cultura gallega, identificada por aquel entonces en el país austral con una serie de estereotipos no muy positivos y siendo poco apreciada en general.

Desde un primer momento se aprecia la mano de un artista como Seoane en el cuidado de las ediciones: además de ser el autor de las marcas tipográficas de la editorial y de sus colecciones, también es responsable del diseño e ilustración de casi todas las cubiertas. Así, destacan por su especial belleza las marcas tipográficas de la editorial, comenzando por la que la identifica, que nos muestra un pequeño cielo estrellado, o la de la colección Mar Dulce, en la que se ve a una sirena peinándose, por citar sólo dos ejemplos.

Temas y colecciones

Precisamente, con la colección Mar Dulce, se abre otra vertiente temática en Nova, la dedicada a los temas americanos, tanto leyendas como obras de teatro o ensayos históricos, en un intento por establecer puentes entre la cultura gallega y las culturas hispanoamericanas. En este caso, Seoane es responsable de todo el diseño de la colección: desde las cubiertas hasta las ilustraciones interiores, siendo quizá uno de sus diseños más reconocibles gracias a las tramas que cubren los pequeños volúmenes. En Mar Dulce aparecerán títulos como Popol Vuh. El libro de los mayas, Frank Brown de Dardo Cúneo, Garibaldi en América de Newton Freitas o la epopeya de Guamán Poma. El interés por América y su historia encontrará asimismo reflejo en otras colecciones de Nova, como Nuestra América, Viajeros de las Américas o Biblioteca americanista, en las que, además de obras como Noticias americanas del marino y explorador ilustrado Antonio de Ulloa aparecerán también versiones en castellano de clásicos como La letra escarlata del norteamericano Nathaniel Hawthorne.

Las grandes obras de la literatura universal y sus autores serían también protagonistas a través de colecciones como las series Siglo XIX y Romántica, dirigidas por Lorenzo Varela, en las que se publicarían obras de Víctor Hugo, Mariano José de Larra, Honoré de Balzac o Gérard de Nerval, entre otros. Grandes vidas y Hombres representativos se centrarían en las biografías tanto de escritores, intelectuales, científicos y artistas como de importantes figuras del mundo de la política: T.E Lawrence, Charles Darwin, Benito Pérez Galdós, Theodore Rooselvelt...

Biblioteca Histórica, con las series Los Historiadores Ilustres y Los Estudios Contemporáneos publicaría ensayos históricos que abarcarían desde conflictos religiosos hasta las consecuencias de la colonización de América o la creación de las ciudades-estado italianas en la Edad Media, entre otros temas. El enorme afán divulgativo de Nova se constata al acometer temas de carácter científico a través de las colecciones La marcha del progreso (que publicaba las traducciones de obras editadas por la Universidad de Oxford), El árbol de la ciencia, o filosófico en La vida del espíritu.

El espejo del mundo publicaría novelas, algunas traducidas por Julio Cortázar, como Memorias de una enana de Walter de la Mare o El hombre que sabía demasiado de Chesterton. Nuestra deuda con Grecia y Roma contaría con ensayos sobre figuras como Homero, Virgilio o Demóstenes, además de monografías sobre mitología o el análisis de corrientes de la filosofía clásica.

Es importante destacar una de las colecciones más conocidas de Nova, Paloma, cuyas portadas llevarían impresos dibujos de Seoane, y en la que se publicarían libros de poesía de autores como Arturo Serrano Plaja o Alberto Girri, entre otros. La poesía también estaría presente en las imágenes de algunos volúmenes editados fuera de colección, como el célebre Homenaje a la Torre de Hércules de Luis Seoane, elegido en el año 1944 como uno de los mejores libros editados en el mundo entre 1935 y 1944 por el American Institute of Graphic Arts, o los álbumes de dibujos de Attilio Rossi o Ramón Pontones.

Algunas colecciones contarían únicamente con un solo volumen, como Malditos y mundanos, que publicaría Visita de los chistes o el sueño de la muerte de Francisco de Quevedo o la serie Páginas íntimas, con una obra de Henri Benjamin, Cartas a madame Recamier.

Por último, la colección El Labrador editaría obras dirigidas a un público ávido por obtener herramientas de análisis tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la posguerra europea. Dentro de esta serie se editarán obras de Thomas Mann, Dimitri Merezhkovskii o Friedrich Meinecke, entre otros.

Revista Correo Literario

Paralelamente al desarrollo de la editorial, Luis Seoane, junto con Lorenzo Varela y Arturo Cuadrado creará en 1943 la revista Correo Literario, una publicación cultural de periodicidad quincenal en la que colaborarían Julio Cortázar, Rafael Dieste, Ernesto Sábato, Rafael Alberti o Octavio Paz, por citar sólo algunos. En ella se recogían todo tipo de manifestaciones culturales, ya fuera poesía, teatro, cine, música o crítica literaria, siempre desde una perspectiva abierta tanto al arte y cultura argentinos como españoles, y haciendo patente el compromiso intelectual de todos aquellos que participaron en ella, sin olvidar la postura antifranquista de sus responsables.

Influencia del trabajo editorial en la obra de Seoane

Uno de los aspectos en los que la comisaria de la muestra, María Antonia Pérez Rodríguez, desea hacer hincapié es la influencia que el trabajo que desarrollaba Seoane en las distintas editoriales en las que participó o creó tuvo en su obra plástica. Si observamos algunos de los óleos, dibujos o grabados presentes en la exposición, podemos establecer paralelismos evidentes entre éstos y las diferentes temáticas que aparecen en los libros en los que Seoane durante su etapa en Nova, así como durante el período comprendido entre 1942 y 1947, e incluso en décadas posteriores. De este modo somos conscientes de las conexiones que el propio artista establecía entre compromiso intelectual y social, práctica artística, universo creativo y vida personal.

Muestra evidente de esto son, en primer lugar, los retratos incluidos en la exposición que Seoane realiza de Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Rafael Dieste, Lorenzo Varela, Claudio Sánchez-Albornoz, Newton Freitas, Arturo Cuadrado, Gilbert Keith Chesterton, Antonio Sánchez Barbudo y de su mujer, María Elvira Fernández, siendo este último un óleo de 1948 en el que podemos observar con claridad la influencia de los posicionamientos estéticos de la Primera Vanguardia en el tratamiento que el artista realiza de la luz y el color.

La importancia del americanismo en la obra de Seoane, muchas veces olvidada en favor de temáticas más cercanas al espectador gallego o más reconocibles por éste, se hace evidente en el mural que el artista gallego realiza en 1956: El nacimiento del Teatro Argentino, así como en el mural de 1960 dedicado al cronista peruano Guamán Poma de Ayala, en los álbumes La insepulta de Paíta, Martín Fierro o 32 refranes criollos, para los que el artista realiza una serie de xilografías de gran belleza que ilustran un poema de Pablo Neruda dedicado a la memoria de Manuela Sáenz, amante de Simón Bolívar en el primero, y para plasmar la epopeya del gaucho Martín Fierro, obra de José Hernández en el segundo.

La exposición ofrece asimismo la posibilidad de contemplar por primera vez todos los dibujos que realizó Seoane para ilustrar Torres de Amor de Lorenzo Varela, editado en la colección Pomba, las Historias e invenciones de Félix Muriel de Rafael Dieste, publicado en el año 1943 dentro de la colección Camino de Santiago, una de las dos primeras colecciones, junto con Pomba, de la editorial Nova y cuyos originales forman parte, al igual que el resto de las obras incluidas en la muestra, de los fondos de la Fundación Luis Seoane. Los dibujos de Homenaje a la Torre de Hércules, editado en 1944, acompañan a Imágenes de Galicia, uno de los álbumes de grabados con los que Seoane demostraría su afán por difundir la mitología y la historia gallegas, uniendo a personajes fantásticos con otros reales o imaginarios: así, la reina Doña Urraca convive con hadas, con hombres-lobo, peregrinos, brujas, Pardo de Cela o San Rosendo, que lucha contra un jefe vikingo en la costa de Galicia.

Junto a los grabados y dibujos, destaca también una selección de óleos realizados en la década de 1940 que muestran, por un lado, imágenes femeninas cuya disposición y estética nos remiten al álbum Homenaje a la Torre de Hércules, haciéndose patente una vez más la ausencia de barreras entre el Seoane editor y el Seoane pintor; y por otro, Guerrilleros españoles, de 1947 y Guerrilleros, de 1950 a través de los que el artista rinde un homenaje nostálgico a unas figuras que más que soldados parecen campesinos armados, y que desde el punto de vista plástico guardan mucha relación con el anagrama de la colección Camino de Santiago. Estamos en 1950, once años después de la finalización de la Guerra Civil española, pero Seoane tiene todavía muy presentes unos hechos históricos que le llevan a negarse, junto con muchos republicanos españoles y otros ciudadanos de los países que los acogen, a reconocer el régimen impuesto en España por Franco.

Esto es un homenaje a Luis Seoane, un artista que concibió la editorial Nova como una empresa solidaria, justa y moderna para vehicular unos ideales y una manera de entender el mundo que puede parecer impensable hoy en día, pero que, precisamente por eso, resulta ser más necesario que nunca recuperar.