La luz permite extraer de la oscuridad la forma, hace emerger la figura.

De alguna manera los dispositivos de captación técnica de la imagen, la fotografía nacida a mediados del siglo XIX y el cine hacia finales, dan cuenta de esta operatoria por la cual la luminosidad es portadora de visibilidad.

Hay en la Serie Luz y Movimiento, de Laura Focarazzo, cierta intensidad que tiene como punto de origen esta condición del dispositivo, aunque a la vez parece contrariarlo. En sus obras la luz parece concentrar su halo, dando cuenta de su pureza, sosteniendo la necesidad de no sucumbir frente a aquello que es requisito para la tradición clásica: la develación del referente.

Por lo tanto, los cuatro trabajos de Focarazzo integrantes de esta serie se constituyen como una luz que se desencadena ... de la forma, al decir de Deleuze en relación a la lógica de representación barroca, dando lugar a una poética del destello amalgamada, además, con una sonoridad exquisita a la vez que inquietante.