Siempre he procurado que mis obras encajen dentro del tiempo en el que se realizan, dando una visión concisa del momento en el que vivimos.

De una primera lectura de apariencia lúdica, y hasta incluso a veces verosímilmente ingenua detrás de estas formas y colores, se esconde un espíritu penetrante y crítico, donde el mensaje que desprenden quiere golpear al espectador, incitándolo para que no quede indiferente. La obra de arte no es solo un canto a la belleza, si no una reflexión, con preguntas que se lanzan al viento, para que alguien las recoja como semillas y germinen hacia en futuro.

Actualmente, intentando ser coherente con los tiempos que nos ha tocado vivir, en este mundo en crisis, con cambios económicos, políticos, incluso morales, he trabajado muy cuidadosamente, en una serie de obras que creo reflejan la ... problemática global actual.

Por eso he sido austero con los materiales y las formas, solamente utilizando el hierro, material fuerte y ancestral, pero en estas obras ópticamente frágil, creando personajes y animales oníricamente delicados. Siempre vuelvo al hierro. Son los orígenes de mi obra.

Con esta serie titulada: 'MÍnIM' ('Mínimo') un nombre corto, austero, preciso y capicúa, creo poder expresar claramente mis ideas. Son esculturas de apariencia mínima, pero de un máximo de esfuerzo por sintetizar la obra, donde quiero representar, la acción de dibujar en tres dimensiones en el espacio, con líneas de hierro, para crear la esencia de la escultura. Las obras no son minimalistas, todo lo contrario, con piezas elaboradas con objetos encontrados, manipulados, soldados y pulidos, desnudos de toda ornamentación banal y superflua, en su estado más puro, el dibujo; esculpiendo la desnudez de la materia en el espacio, dibujando esculturas con líneas de hierro, sus sueños se realizan con los ojos abiertos, que es lo último que nos pueden usurpar. Pues abro los ojos para soñar, abro las manos para trabajar, depurando al máximo, hasta llegar a la pureza de las formas.

En este tiempo de añoranza, he reflexionado, y quiero recordar a mis predecesores, que me han ayudado con sus obras a seguir en este trabajo cotidiano y constante, creando mi vademécum personal. Además de los prehistóricos y los primitivos étnicos africanos, para mí, el padre de la escultura actual, con sus esclavos de mármol por siempre inacabados es Miguel Ángel; seguido por la rabia de las marcas de las juntas de los moldes que deja sin pulir los bronces de Rodin, que nos inicia en el siglo XX. Brancusi, no ha enseñado a soñar lo imposible, levantando la vista al cielo con su columna sin fin hacia el infinito. Julio González es el primigenio por excelencia de la escultura moderna con hierro soldado. Él, eleva el material a obra de arte, el reto seguimos su camino. Igual como él, en épocas de penuria, de entre guerras al principio de siglo XX, llega a una esquematización de gran nivel, yo he tenido que pasar una crisis mundial y globalizada a principios del siglo XXI para llegar a resumir la escultura. Giacometti, por no saber nunca acabar y buscar los límites del perfeccionismo. David Smith, siempre admiró la obra de Julio González, solo tuvieron en común el material, que es el hierro. La germinación que le produjo el conocer las esculturas, todavía siendo estudiante, es la misma que me produjo a mí ver las de David. Entendí que la distancia personal en espacio-tiempo, no tiene nada que ver con la proximidad emocional de las obras. Louise Bourgeois, fue la escultora del siglo XX, dedicándose a este mundo tan complejo, desafiando con sus esculturas la verticalidad sexista de N.Y. Alain Kirili, sintetiza sus obras, denudándolas de todo elemento superfluo, dejando las piezas en su estado más puro. Y por último, Joan Miró, su proximidad me motivó, su presencia me cautivó en mi infancia, y me incitó a entrar en el mundo del arte. También me enseñó la acción de recoger improvisando por las tierras de Mont-roig, que fue el inicio de sus esculturas, mi tierra.