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Ha arrancado este verano la andadura de la galería ArteSonado, en las inmediaciones del Palacio de La Granja, localidad segoviana que ha contado en los últimos años con otros proyectos galerísticos de suerte muy dispar. Pretende el nuevo espacio reactivar la escena artística de una provincia que apenas cuenta con lugares dirigidos a la plástica contemporánea más allá del romo Esteban Vicente, hoy en sus horas más bajas. Tras una primera colectiva donde se adivinaban algunas de las líneas maestras de la galería, puede verse estos días una exposición a dúo no menos esclarecedora dedicada a Curro Ulzurrun y Santiago Mayo. Madrileño el primero y gallego el segundo, los dos del 59, son autores ... de una escultura que se revela aquí en su chasis, en un momento en que el lenguaje escultórico se vuelve monosilábico y quebradizo y tiende a detenerse ante las cosas pequeñas, que son precisamente las que le dan forma. Mucha buena escultura se funda hoy en lo precario y en lo mínimo en oposición a la rotundidad y exuberancia de lo monumental, ya tan caduco. Una escultura de baja intensidad, por utilizar un término muy de hoy. Ulzurrun presenta pequeños artefactos que, en su sordo funcionamiento, quieren ser una frágil elegía a esos otros monumentos, los que pueblan el discurrir cotidiano. El de Mayo es un paisaje ínfimo salpicado de raros seres vivos que parecen dudar de su propia existencia, como ese bañista, temeroso de zambullirse, pero también de toparse con su propio reflejo.