Como todo aquello que sucede entre cuatro paredes,las íntimas demostraciones de amor y lujuria tampoco parecen estar exentas de ser fotografiadas, al menos para Martín Castillo Morales. Antes que cualquier valoración estética o simbólica, incluida la de lo masculino vs. lo femenino (pues está a las claras que no hay conflicto entre el autor y su "modelo"), lo que se nos presenta más bien, a raíz de lo explícito de algunas imágenes, es una insoslayable dicotomía. "N" aparece entonces despojada, entre otras cosas, de la función típica de la modelo, y lo hace quizás para recordarnos que esta escena, sensible y pasional como la carne viva, aún nos dispara, desde su lugar, una especie de fenómeno disruptivo: casi como un tópico tabú de la era digital. (Por El Brote)