"A lo largo del tiempo efectuamos recorridos de distintos significados.

Morales, sociales o simplemente turísticos, acabarán marcándonos en mayor o menor medida. Mucho más aquellos que por sus características sentimentales quedan grabados en nosotros casi de por vida.

Recorridos de varios miles de kilómetros o interiores de sueños y pasiones.

Diría que la Victoria de Samotracia o el Toro alado con rostro humano procedente del Palacio de Khorsabad en el Louvre, la Basílica de San Marcos de Venecia, Versalles, o la puerta del paraíso del Baptisterio de Florencia, obra de Lorenzo Ghiberti, e incluso el Vaticano, se corresponderían con ese recorrido primero de kilómetros en busca de la belleza y la perfección materiales.

Otro recorrido, más íntimo, más necesitado de encuentros y armonías interiores nos llevará al lago Tiberíades, ... a las ruinas de Cafarnaún en Galilea. También al Huerto de los olivos, en donde se dice que oró Cristo, a Getsemaní en Jerusalén…

Tierra Santa y Arte estrechamente unidos al Amor, manifestado ahora en la presencia física que reúne todas las presencias de aquel en quien se sueña.

Agua, cristal, galería de espejos en oposición a la arena del desierto.

Rapa que huele a palabras y oraciones, piedra moldeada para perpetuar leyendas.

Como un todo que nos habla de contradicciones, del ser humano en definitiva.

El viento trae perfumes misteriosos, sueños, palabras amables y sencillas.

Imágenes tranquilas, alejadas de la presunción, al alcance de todos".