Descripción de la Exposición
“Lo que hay fuera lo sabemos por el semblante del animal solamente, porque al temprano niño ya le damos la vuelta y le obligamos a que mire hacia atrás, a las formas, no a lo Abierto, que en el rostro del animal es tan profundo”
M. Rilke. Elegías de Duino, elegía VIII.
Existe un tipo de navegación que se practica perdiendo de vista todo punto de referencia. Al ejercitarse en ella, se toma como brújula lo desconocido. El mapa sólo sirve para saber dónde no debemos estar o qué es lo que no nos debemos encontrar, para alejarnos de los lugares de riesgo y muerte. Nos dice qué silueta de lugar hostil, arrecife, sima peligrosa, veríamos si estuviéramos donde, bajo ningún concepto, debemos estar. Qué escucharíamos en la cercanía de esos lugares indeseados. Navegar es, entonces, perder del campo visual y perceptivo estos puntos de referencia, y sólo estamos seguros en la parte blanca, vacía e ignota de nuestro mapa. Practicando esta navegación, la incertidumbre se convierte en certeza y ofrece el rumbo que hace avanzar. El mapa, entonces, no es un instrumento de posesión del mundo, sino de desposesión: utilizamos el mapa para ejercitarnos en desoír y desaprender, para aprender a evitar aquello de lo que es mejor alejarse.
Cualquiera que conviva con un animal no humano sabe que, aun compartiendo el mismo espacio, vivimos en mundos perceptivos diferentes. Abrirse a la porosidad de estos mundos y a la posibilidad de intercambio, es abrirse a algo que puede inventarse y metamorfosearse. Este es un viaje hacia la perspectiva animal en el que, practicando la navegación negativa, el mapa nos sirve, por ejemplo, para mantenernos en el espacio en blanco que queda fuera del nombrar, del lenguaje humano y las herramientas lingüísticas que lo encuadran. También lejos de esas prácticas del preguntar humano que dejan fuera al objeto o sujeto preguntado y a las afirmaciones que toman al ser humano como medida de todas las cosas. Porque el lenguaje nos vuelve perezosos, lanzarse a la calle para seguir la pista de los portadores de significado que conforman el entorno de una compañera-no-humana, es crear la posibilidad de inscribirse en una relación de cercanía e intercambio; es crear un artefacto que no persigue la identificación ni la empatía. Un deseo de hacer existir y volver deseables otros modos de atención. Es partir del intercambio de miradas que se buscan y se mantienen, se afectan e importan. Las aceras, caminos y campos se llenan entonces de índices y signos. Otra forma de cartografiar este espacio es necesaria, y se asiste muy atentamente a la creación de una escritura asémica. Día tras otro, de forma lenta y persistente, se acecha el espacio renovado a diario, marcado por la presencia de quien pasó por allí y dejó su huella. Creadora de sus propias formas de atención, su modo de presencia extiende el cuerpo en el espacio: volviéndose espacio y para el espacio. Presencia en su ausencia.
Esta navegación negativa se propone aquí como una práctica de incertidumbre para aprender a devolverle la mirada a nuestra compañera-no-humana, para seguirla, interpretando trazas y huellas, reconstruyendo su perspectiva animal como una red articulada de fenómenos y percepciones que ensanchan el mundo con su carácter único y transforman el de aquellos con quien se comparte.
Texto: Concha García
Exposición. 21 may de 2025 - 22 sep de 2025 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España
Formación. 30 oct de 2025 - 11 jun de 2026 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España