De manera intuitiva, Mastracchio desarrolla un proceso de trabajo que se ha vuelto un sistema para generar una imagen. Elije objetos cotidianos que suelen ser percibidos de manera automática-puede ser una moneda, una red, una soga-, para fotografiarlos en un contexto escénico más allá de su función implícita. A simple vista las escenas que construye se asemejan a dispositivos comerciales, a espacios virtuales, o renders digitales. Dentro de este contexto escénico los objetos funcionan como trucos visuales, que pueden afectar el sentido de la estabilidad o la orientación. El artista utiliza este mecanismo para desacelerar el acto de percepción, con el fin de que cada objeto sea leído entrelíneas, reactive múltiples sentidos y genere preguntas que graviten hacia nuevas preguntas.