Exposición en Vigo, Pontevedra, España

No me escribas, tampoco verte

Dónde:
Fundación Laxeiro / Casa das Artes - Policarpo Sanz, 15, 3 / Vigo, Pontevedra, España
Cuándo:
30 sep de 2011 - 05 feb de 2012
Inauguración:
30 sep de 2011
Organizada por:
Artistas participantes:
Descripción de la Exposición
Después de la exposición titulada Cartografía del presente en la que la Fundación Laxeiro hacía un repaso a su trayectoria expositivia a través de su propia Colección de arte contemporáneo, la fundación presenta el proyecto titulado No me escribas, tampoco verte. Una videoinstalación del artista pepebeas (Córdoba, Argentina, 1955) que se inscribe dentro del proyecto Entre mares, una colaboración de la Fundación Laxeiro con Collblanc espai d art de Castellón, en virtud del cual se inicia un intercambio de artistas atlánticos y mediterráneos, cuya primera propuesta consistió en una exposición individual de una de las artistas ganadoras de las Bolsas Fundación Laxeiro a la creación artística, Mar Vicente (Valadouro, Lugo, 1979) en Collbalnc espai d art este verano pasado y que, como segundo paso, presenta en Vigo, en la sede de la Fundación Laxeiro, el proyecto de pepebeas. Con este proyecto, las dos entidades implicadas buscan abrir canales de intercambio ... de ideas y proyectos, mediante la visibilización del trabajo de artistas oriundos de Galicia y la Comunidad Valenciana fuera de sus respectivos entornos cotidianos de trabajo. El proyecto nace con vocación de continuidad y crecimiento, de tal forma que para 2012 se contempla la posibilidad de incorporación de otros espacios en Italia y Croacia, para establecer así un circuito que una las ideas de itinerancia e intercambio.

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Pepebeas siempre se ha movido en los límites del videoarte cuestionando las retóricas narrativas de la expresión audiovisual convencional. Sus preocupaciones se centran en el tratamiento de la imagen videográfica como un soporte en sí mismo, acercándose a los ámbitos de la video instalación, la video escultura y la pintura en movimiento y, por consiguiente, alejándose del cine, la televisión y las formas de video narrativas que operan a partir de una estructuración del espacio pensada para una relación unívoca con el espectador.

 

Pepebeas no es un narrador. Más bien podríamos definirlo como un creador de objetos heterogéneos con imágenes en movimiento que, exentas de narración, funcionan como un continuo en el que su cinética, lejos de trazar una temporalidad, tiene por única función la contemplativa, del mismo modo que contemplamos otros movimientos de cadencia repetitiva como las olas del mar o el discurrir del tráfico por una autopista.

 

Su obra, por tanto, utiliza el recurso del movimiento para trazar un tempo que tiene mucho que ver con el tempo de contemplación de obras realizadas en soportes estáticos, como la pintura, la escultura o la fotografía. Pero, si en estos soportes la medida de ese tempo de contemplación es un poder hegemónico del espectador, pepebeas rompe esa hegemonía y es la propia obra (y el autor) quien impone esa pauta.

 

Podemos concluir, por tanto, que su interés por el elemento temporal es, en última instancia, la imposición de un ritmo y esa es una de las razones por la que el artista (fotógrafo de formación) elige el video (la fotografía en movimiento) para desarrollar su trabajo.

 

Un trabajo que, nacido del cuestionamiento de los límites impuestos por la tradición audiovisual más asentada, busca en la arqueología del propio medio para continuar una línea de evolución que ya había sido inaugurada en los orígenes del cine, allá por los años veinte del siglo pasado, por artistas relacionados con el movimiento dadá, como Hans Richter y su film titulado Rhytmus 21 (1921), Man Ray con sus films titulados Le retour à la raison (1923) y Emak Bakia (1926), Farnand Léger quien, en su film Ballet mécanique (1924) convierte la pantalla en un instrumento de percusión utilizando la verticalidad frente a las diagonales características del cine clásico; y Marcel Duchamp con el conocido Anémic Cinéma (1925), considerado el film dadaísta por excelencia.

 

El descubrimiento por parte de pepebeas, en 1981, de artistas de la escuela catalana como Francesc Torres, Antoni Miralda, Antoni Muntadas, Eugenia Barcells y, a través de la relación de muchos de ellos con la ciudad de Nueva York, el acceso a la obra de artistas internacionales como John Samborn, Dan Graham, Vito Acconci, Wolf Vostell y el grupo Fluxus, especialmente Nan June Paik, animó a pepebeas a trascender su actividad como divulgador de las artes visuales (por aquellos años era el responsable de la sección de audiovisual del periódico Diario Mediterráneo de Castellón) y comenzar su trayectoria como creador.

 

Han pasado ya muchos años desde aquellos locos ochenta y pepebeas, alejado ya de sus primeras piezas, de un marcado carácter experimental, ha conseguido un lenguaje propio y reconocible, en el que la imagen videográfica se inserta en otros elementos (a veces escénicos, a veces escultóricos) para componer obras que son, según el propio artista, la concreción de una visión (sic) y no una propuesta que el espectador completa. A Beas solo le interesa el hecho creativo como mecanismo de materialización de algo que él tiene en su cabeza. Es consciente de la infinidad de interpretaciones que su trabajo puede tener en cada espectador pero, ignorando intencionadamente las teorías de la comunicación que ya desde Platón, nos dicen que el lenguaje es aquello que sirve tanto para decir la verdad como para decir la mentira, Beas se instala en su verdad y, desde ese territorio personal, va construyendo una obra lenta y bien cimentada en la que dosifica cada elemento comunicativo, construyendo una estética rotunda para conseguir hacer exactamente la obra que se había propuesto.

 

Por todo ello, no le interesa el azar, la improvisación o la polisemia. No trata su trabajo como la opera aperta que U. Eco y Roland Barthes defendían en los años sesenta, sino que se aferra a la autoría de cada una de sus creaciones, no como un gesto de soberbia gratuita, sino como una necesidad de seguir existiendo.

 

EL PROYECTO

 

Pepebeas presenta su último proyecto, titulado No me escribas, tampoco verte, en el que utiliza todos los elementos ya característicos de su trabajo, como son la utilización del video como un elemento integrado en una obra objetual (en este caso, una video escultura), la ausencia de trama narrativa, la repetición en loop de una imagen en movimiento y la subordinación del encuadre al conjunto de la obra que, al trascender su aspecto audiovisual, deviene en un elemento más, no necesariamente el principal, del conjunto de la pieza.

 

El origen de este proyecto debemos buscarlo en la propia autobiografía del artista quien, nacido en Argentina, en el seno de una familia valenciana emigrada, en los años setenta se instala en España y un adolescente José Beas se ve obligado a vivir con el continuo desarraigo de no saber muy bien cuál es su lugar. Un desarraigo que es común a varias generaciones de españoles -y en especial a los gallegos- que, en diferentes momentos de nuestra historia, se vieron obligados a emigrar o a exiliarse, conformando esta condición, todo un hecho cultural que ha marcado nuestro carácter.

 

Pero el fenómeno de la emigración siempre ha golpeado a diferentes colectivos nacionales, étnicos y sociales de la humanidad, adquiriendo actualmente, como sabemos, una especial vigencia con el éxodo de ciudadanos del llamado Tercer Mundo hacia Europa y América del Norte y, especialmente en España, con la llegada de multitud de africanos, sudamericanos, europeos del Este y asiáticos, en busca de mejores condiciones de vida, en muchos casos, arriesgando su integridad para conseguirlo.

 

Además de la problemática política, social, cultural y económica que estos fenómenos conllevan, pepebeas centra su atención en el drama personal de la separación forzosa del emigrante de su entorno humano. El alejamiento de la familia, los amigos e incluso los enemigos naturales, es un fenómeno que afecta de manera universal a todos los colectivos de desplazados, independientemente de sus circunstancias personales y de las causas intrínsecas que llevan a cada uno a emprender el camino de la diáspora.

 

Pepebeas reflexiona sobre esta problemática y enuncia la imposibilidad de la comunicación afectiva, a pesar del avance de las tecnologías de la comunicación. El símbolo de la carta, evolucionada hacia los soportes digitales como el correo electrónico y la videoconferencia, son para pepebeas, una especie de eufemismo instrumental que nos hacen vivir el espejismo de la cercanía y, de forma cruel, nos demuestran la evidencia de la distancia física que nos priva de la verdadera convivencia afectiva con los nuestros.

 

No me escribas, tampoco verte es un imperativo que el artista (erigido como sujeto emigrante) dirige a sus seres queridos del país de origen. Un hartazgo de la incomunicación afectiva adulterada por las tecnologías de la comunicación que, a la hora de la verdad, es decir, en el día a día del emigrante y en la soledad de su cuarto (seguramente compartido) solo brindan un simulacro de la cercanía, a modo de antídoto contra la disolución del individuo desarraigado en un contexto que le es ajeno.

 

RESOLUCIÓN EXPOSITIVA

 

Para materializar esta problemática, pepebeas utiliza un lenguaje muy directo, casi concreto, cargado sin embargo de una poética que tiene mucho que ver con su actitud vital que no solo es aplicable a la circunstancia concreta de la emigración, sino que configura el corpus de su obra de estos últimos años.

 

Esta es una poética de la soledad, la incomunicación y la impotencia de romper con el aislamiento de nuestra época, marcada por el individualismo que el artista simboliza en el hielo. El hielo como elemento inerte que, sin embargo es muy sensible a los cambios externos como la temperatura. La idea hielo/deshielo es para pepebeas una idea fuerza a partir de la que articula toda una simbología de la falta de permeabilidad de las personas a los problemas de los demás y, por tanto, la existencia de una constante soledad que nos desorienta en un mundo blanco (sin contrastes), informe e ilimitado, que funciona como epifanía de un no lugar3 que, por definición, es la ausencia de territorio y, por tanto, es la sustancia de la desorientación contemporánea.

 

Este es el primer término del par al que hacemos referencia. El segundo, es decir, el deshielo, tiene que ver con la idea de calentamiento global que para Beas, tiene una correspondencia con el interior del individuo que es consciente de esta situación de perpetua incomunicación. El deshielo simboliza la toma de conciencia de esta situación, pero también y, por oposición, la paralización, la imposibilidad de dar una respuesta al inmovilismo global. Así, el deshielo configura un entorno ambiguo, ni sólido ni líquido, un magma helado por el que transitamos sin asideros, sin referencias, sin destino.

 

No me escribas, tampoco verte se resuelve en forma de proyecto específico para la sala de exposiciones temporales de la Fundación Laxeiro mediante una pieza escultórica, realizada con materiales industriales como el metacrilato, el vinilo y el PVC, cuya factura nos remite a un objeto de procedencia industrial en el que no hay ninguna huella de la mano del artista. Desde un punto de vista morfológico es, por tanto, una pieza fría, como el hielo. Un objeto cuyo origen es totalmente impersonal y que además, semánticamente, recrea de forma clara e inequívoca un sobre (bien de correo postal, bien de correo electrónico) abierto del que emerge una pantalla de proyección, no descubierta totalmente, a modo de postal, en la que podemos ver a un hombre desnudo atravesando el encuadre, nadando agarrado a un trozo de hielo, por un mar helado, en un continuo loop sin principio ni final.

 

La resolución técnica de la inserción de la imagen audiovisual en la pieza escultórica, lejos de consistir en una pantalla plana de alta definición (que hubiera sido el camino más convencional, debido a que no se muestra todo el soporte videográfico) consiste en una proyección, calculada de tal forma, que solo se proyecta en la superficie trapezoidal que hace las veces de pantalla y que representa la postal que va dentro del sobre. Con este guiño, técnicamente de resolución compleja, pepebeas muestra otra vez ese empeño en salirse de lo convencional y de buscar siempre soluciones que acerquen el audiovisual a lo escultórico, a lo objetual, rompiendo de esta forma, los límites del propio medio.

 

La acertada economía de medios expresivos confiere a la obra una rápida lectura y comprensión, sin por ello restarle un ápice de fuerza expresiva. No me escribas, tampoco verte se erige así como una pieza de una fuerte eficacia comunicativa que, desde un punto de vista contextual, revitaliza lo que conocemos como video escultura, un género poco frecuentado por los creadores de nuestro tiempo que, cuando utilizan soportes audiovisuales, suelen derivar hacia el cine de no ficción, la video instalación, la animación digital, el net art, el apropiacionismo o la documentación de acciones artísticas. Por ello, No me escribas, tampoco verte tiene el interés añadido de funcionar como ejemplo de los caminos por explorar en un campo poco frecuentado, (la video escultura) que, en la Fundación Laxeiro encuentra su sitio, como una posibilidad más de la diversidad de caminos para la creación contemporánea.

 

La exposición se completa con diversas fotografías de su proyecto titulado El deshielo interior que, por temática y estética, está muy relacionado con No me escribas tampoco verte, configurando un hilo conductor en el que la soledad y la desorientación existencial encuentran en la metáfora del hielo/deshielo su concreción expresiva.

 

 

 
Imágenes de la Exposición
Pepe Beas, Deshielo, 2009

Entrada actualizada el el 26 may de 2016

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