El pilar fundamental sobre el que se desarrolla la obra de Verónica Bueno -y su propia existencia- es la íntima y profunda convicción de que el mundo que conocemos se desmorona irremediablemente a nuestro alrededor. No se refiere solo -aunque también- al hoy evidente derrumbe económico, sino al moral, que lo precede y seguramente origina. Así, estas sociedades presuntamente desarrolladas y civilizadas, en el empeño de reconvertirse en paraísos del bienestar -a espaldas de la inmensa tragedia que representa para millones de seres humanos la no pertenencia a ellas- han encontrado el eje de la espiral de decadencia que ha aniquilado todos los imperios conocidos y, por las mismas o muy parecidas razones, que solo se justifica en la ambición ciega y desmedida.
En "Nuestro extraño paraíso", la artista Verónica Bueno hace un canto a la desesperanza. Nos hemos convertido en espectadores inertes, dóciles, impávidos. La soga que nos estrangula y...silencia es una gran pitón a la espera de reaccionar ante cualquier indicio de repulsa ante la contemplación de esa barbarie, aparentemente ajena, que copa nuestro día a día. Este, nuestro extraño paraíso, reivindica -constata- a través de la observación de la realidad, que el edén que mueve a miles de personas, que lo arriesgan todo para formar parte y disfrutar de esa tan deseada prosperidad no es más que un pozo de basura/mierda, con un aforo cada vez más reducido.
Entrada actualizada el el 06 jun de 2017
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