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Desde que comenzó su carrera, en los años cincuenta, Alex Katz se ha consolidado como un creador peculiar, independiente y con iniciativa. Su interés por el retrato, los paisajes y la pintura figurativa le ha permitido defender un género que parecía pasado de moda e inadecuado. En el contexto neoyorquino de la época, donde la pintura nueva, abstracta, expresiva, dramática y en ocasiones mística gozaba de una posición hegemónica, la representación figurativa de temas sencillos y reales parecía falta de sentido. Sin embargo, la factura distintiva e innovadora de la pintura de Alex Katz, así como el carisma, la coherencia y constancia de su producción, han sido elementos fundamentales en el impulso que ha experimentado ... el arte del retrato y paisaje en el panorama contemporáneo y su persistencia.

En los primeros cuadros del artista, vemos desde sus comienzos una gran afinidad con los elementos que acabarán conformando el particular estilo de Alex Katz. Aunque sean pinturas de pequeño formato, en ellos encontramos retratos de su mujer Ada (imagen icónica del trabajo de Katz), de su hijo, de algunos amigos, de Maine, la playa, el mar, la vegetación, Nueva York, la arquitectura, el ocio y los encuentros sociales. A menudo, no hay ningún tipo de detalle como fondo de los retratos; solamente un color uniforme. Los personajes flotan fuera de su contexto, desligados de su entorno. Los paisajes son sencillos y remiten a la abstracción. La elección de los colores es deliberada, y las tonalidades son luminosas y contrastan entre ellas. Aún así, habrá que esperar hasta los años sesenta para que la obra de Katz adopte su forma definitiva: a partir del formato, la escala y el encuadre, las telas y los personajes asumen unas proporciones magníficas al mismo tiempo que los encuadres mismos se ajustan. Las imágenes nos recuerdan a las de las proyecciones cinematográficas, y asumen así de manera plena su naturaleza de imagen bidimensional. Los detalles desaparecen, las formas se aplanan, se convierten abstractas, los volúmenes pierden peso y la luz se ampara en las superficies. Más que representada, la realidad parece aquí evocada. El dominio de Katz en el dibujo es mayor, pero los cuadros lo simplifican. Los personajes se funden con aquello que los rodea, su mirada se distancia y se interioriza. Los picnics, los baños, los cócteles, las olas, las flores, Ada o su hijo Vincent irán transformándose con el paso del tiempo en imágenes lisas, claras, purificadas y aéreas.

La pintura de Alex Katz no es narrativa, especulativa o descriptiva. Sutilmente, expresa la esencia de un momento agradable, de un vestido seductor, la forma simplificada pero real de una boca, el contorno de un ojo o el del horizonte sin querer revelar la naturaleza profunda, el estado de ánimo o la personalidad del sujeto. Busca el trazo más elegante, la línea más sencilla y la forma más lisa. Parece como si Katz experimentara con una joya extraordinaria resolviendo el problema que plantea situar un elemento tridimensional en su universo propio bidimensional. En el lenguaje estilístico de Katz, la traducción de un elemento real opera a partir de un proceso técnico disciplinado. Poseedor de una técnica de dibujo sólida y de una extraordinaria capacidad de observación de aquello que lo rodea, el artista trabaja directamente in situ con tal de capturar, como lo hacían los maestros antiguos, los personajes observados en el exterior en unos bocetos pintados con óleos, o haciendo dibujos a lápiz en el caso de los retratos. A continuación, trabaja las imágenes simplificando las líneas principales, amortiguando la luz, reduciendo los volúmenes o aumentando el formato. Cuando las líneas y las formas del boceto logran una delicadeza del todo satisfactoria para el artista, hace un dibujo (cartoon) sobre un papel sucio del mismo formato de la tela donde observamos, a grandes rasgos, el esqueleto de la futura tela. El dibujo servirá para trasladar la imagen a la tela, por medio de la perforación y posterior trazo. Seguidamente, el dibujo pasa al cuadro y el artista prepara con cuidado los colores. Sólo entonces la tela se hace realidad, y en una sola sesión. Katz aplica la pintura con agilidad, rapidez y economía gestual sobre grandes superficies uniformes, y es así como, de las manchas que evocan la pintura abstracta, nacen valientes las imágenes acabadas, luminosas, perfectas, plácidas y elegantes.

En esta primera exposición de Alex Katz en Barcelona, la Galería Toni Tàpies quiere ofrecer al público la oportunidad de adentrarse en el proceso creativo del artista a través de las diferentes etapas de su producción –bocetos de óleo sobre tela, bocetos sobre cartón y óleos sobre tela- y dejarse llevar por el elegante frescor de sus obras. Los cuadros que presentamos son creaciones de los últimos veinte años y ofrecen un abanico generoso de los temas propios de un pintor norteamericano influyente al mismo tiempo que inclasificable.